He començat a llegir Vida y destino de Vasili Grossman.
Està força interessant però a banda de que hi ha un munt de personatges, l'autor té el lleig costum d'anomenar-los de diferents formes.
Això barrejat amb el fet de que una part important del començament està centrada en la Batalla de Stalingrado, m'ha fet rascar una mica en aquesta batalla, que sembla ser, ha estat la més gran de totes les que ha viscut la humanitat, que no és poc.
El personatges històrics d'aquesta batalla són:
OFICIALES DEL EJÉRCITO SOVIÉTICO EN STALINGRADO
General Yeremenko: comandante en jefe del frente de Stalingrado.
Teniente General Zajárov: jefe del Estado Mayor de Yeremenko.
General Chuikov: comandante del 62° Ejército.
General Krilov: jefe del Estado Mayor de Chuikov.
Gúrov: comisario de división.
Comandante Pozharski: comandante de artillería del 62° Ejército.
Teniente Coronel Batiuk: comandante de la 284ª División de Fusileros.
General Guriev: comandante de la 39ª División de Guardias.
Comandante Rodímtsev: comandante de la 13ª División de Guardias.
Uns quants paràgrafs ens poden ajudar a situar-los:
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En el mando[del ejército 62], aislado de las tropas, el día parecía penosamente largo. Chuikov, Krilov y Gúrov lo intentaban todo para llenar el tiempo y así tener la ilusión de estar realizando una actividad: escribían cartas, discutían los posibles movimientos del enemigo, bromeaban, bebían vodka, acompañándolo de vez en cuando con algo de comer, o bien guardaban silencio aguzando el oído al estruendo de las bombas. En torno al refugio se abatía una tormenta de hierro que sesgaba la vida de aquellos que por un instante asomaban la cabeza sobre la superficie del terreno. El Estado Mayor estaba paralizado.
(...)y el teniente coronel Batiuk, veterano de Stalingrado, cuya división estaba apostada bajo el Mamáyev Kurgán, se apresuraron a presentar sus informes a Chuikov y Krilov. En los informes dirigidos a Gúrov, miembro del Consejo Militar, comenzaron a sonar los nombres famosos de Stalingrado -el operador de mortero Bezdidko, los francotiradores Vasili Záitsev y Anatoli Chéjov, el sargento Pávlov(...)
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Tras recibir la primera comunicación del incendio, el jefe del Estado Mayor, el teniente general Zajárov, fue a transmitir la información a su comandante, el general Yeremenko. Éste pidió a Zajárov que fuera personalmente al centro de transmisiones para hablar con Chuikov.(...)
Al otro lado de la línea se encontraba el jefe del Estado Mayor de la división[Batiuk]. Él, al igual que la joven telefonista, se asustó al oír la respiración jadeante y la voz imperiosa del jefe del Estado Mayor del frente[Zajárov] preguntarle:
– ¿Qué está pasando ahí? ¡Déme un informe! ¿Está en contacto con Chuikov?
El jefe del Estado Mayor de la división [Batiuk] le refirió el incendio de los depósitos de petróleo y que una cortina de fuego había caído sobre el cuartel general del Estado Mayor del ejército; la división no tenía ninguna comunicación con Chuikov. Al parecer no todos habían perecido puesto que a través del fuego y el humo podía verse a un grupo de personas en la orilla del río; pero ni por tierra, ni cruzando el Volga en barca era posible llegar hasta ellos, porque el río estaba ardiendo.Batiuk, junto a una compañía de defensa del Estado Mayor, había costeado la orilla donde se propagaba el incendio para tratar de desviar el petróleo en llamas y ayudar a los hombres atrapados a escapar del fuego.
Después de haber escuchado las palabras del jefe del Estado Mayor, Zajárov dijo:
– Informe a Chuikov… Si todavía está vivo, informe a Chuikov… -y se calló.
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Yeremenko comenzó a interrogar al anfitrión sobre aquel desdichado fuego, sobre cómo había decidido emplear las reservas, sobre la acción combinada de la infantería y la artillería, sobre la concentración de los alemanes en torno al distrito fabril. Formulaba preguntas y Chuikov respondía como se presupone que se debe responder a un superior.
(...)Se acercaba el momento de la despedida. Según una regla tácita, un superior que está bajo fuego enemigo sólo se va cuando sus subordinados se lo piden. Pero la indiferencia de Yeremenko hacia el peligro era tan absoluta y natural que aquellas reglas no le atañían.
Distraídamente y al mismo tiempo vigilante, volvió la cabeza para seguir el silbido de la trayectoria de un obús.
– Bueno, Chuikov, ya es hora de irme.
Es pot descarregar tot a:
Un parell de fotos de Yeromenko i Chuikov
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