Para rendir, tributo de homenaje a la Sagrada Eucaristía en el Congreso Internacional que se verificará dentro de pocos días, llegó ayer a nuestro puerto la nueva reproducción, casi exacta, de la carabela «Santa María». La nao quedó amarrada de popa a las escaleras de la Puerta de la Paz y, como un símbolo de acatamiento, al pie del monumento al descubridor de América.
Esta «Santa María», de características iguales a la auténtica que se perdió en Santo Domingo por una falsa maniobra de su timonel, fue construida en un modesto astillero de la playa del Cabañal, del Grao de Valencia, bajo planos y dirección del capitán de navío don Julio Guillen Tato, director del Museo Naval, y ha sido traída a remolque, desde Cartagena, por el buque auxiliar de la Armada, «Argos ». Es una curiosa nave que despierta la admiración del público por su rarísimo porte, por su elevada toldilla, por la disposición y estructura de los tres palos de que consta, con la gran «gávea» o cofa del mayor y por su forma panzuda. Acostumbrados a ver los grandes paquebotes de lujo, con sus formidables comodidades, no podemos hacernos a la idea de que en aquel cascarón de 22 metros de largo por ocho de anchura, sin camarotes, pudiera haber vida para una comunidad de 57 individuos, materialmente hacinados en cubierta o en el sollado, según el tiempo reinante.
El interior del alcázar, llamado «cámara de Colón», aparece dispuesto tal como se supone serviría de alojamiento al gran navegante, con su arca, conteniendo ropas. y otros enseres de uso personal; la litera, muy simple, por cierto, y la espada que el descubridor llevó siempre colgada del cinto.
Fuera, en otros lugares del buque, distribuidos adecuadamente, se pueden admirar armaduras, clarines, arcas de marinero con ropas, jarras y vasos de barro cocido, utensilios y pertrechos diversos a semejanza de los usados en aquella época.
Es de notar, como curiosidad constructiva, el material de- la jarcia, que es, todo él, así como los zunchos y encapilladuras, de fibra vegetal, conforme a las reglas del arte naval del siglo XV.
Durante su permanencia* en Barcelona la carabela «Santa María» estará mandada por el teniente de navío, afecto a la Comandancia Militar de Marina, don José María Martínez Hidalgo, quien tendrá a sus órdenes a una dotación de hombres escogidos de la Marina mercante para los servicios de a bordo.
Sembla ser que, el que havia de ser provisional va esdevenir definitiu fins a la seva desparició. La mateixa hemeroteca, amb data 27 de març del 1994 en fa referència:
http://estaticos.elperiodico.com/resources/pdf/3/5/1344800261253.pdfhttp://estaticos.elperiodico.com/resources/pdf/3/5/1344800261253.pdf
Adiós, carabela, adiós
Independentistas y enemigos del V centenario se han anotado una victoria.
La carabela “Santa María”, contra la que reclamaron antes de la celebración de los JJ.00. y a la que llegaron a arrojar hasta cuatro bombas caseras, ya no existe. El viejo cascarón fue desguazado en silencio, discretamente, en los astilleros Vulcano. Fue una decisión política, tomada por la Diputación de Barcelona, que era su propietaria. Restaurarla costaba 70 millones, y podría haber sido interpretado como una provocación. Y anunciar el desguace supondría reconocer la victoria de quienes intentaron hundirla por métodos más expeditivos. Desbastándola en silencio, la política ha resuelto un problema. Pero le ha robado un cachito de memoria a generaciones enteras de catalanes que se sintieron marineros por primera vez encaramados a su puente de mando.
Però, on està ara? Segons Ramon Pujol reposa prop d'Arenys:
“Al tratarse de una réplica de atrezzo” prosigue el buzo “no se hundió como un barco de verdad y quedó a medias aguas” sin acabar de tocar fondo, por lo que fue arrastrada por las corrientes marinas. Los cálculos náuticos así lo confirman ya que la hundieron en el punto donde los barcos pesqueros de arrastre de la zona evitan faenar “para no enganchar sus redes”.
Fue precisamente a finales de los noventa cuando varios submarinistas del Centro Submarinista de Calella recibían el encargo de dos armadores de Blanes y Arenys de Mar para rescatar sus redes atrapadas en un escollo submarino hasta aquel entonces no detectado por las sondas. “Cual sería la sorpresa de los submarinistas al bajar y encontrarse con una carabela” cuenta Pujol, que a partir de aquel momento realizó varias inmersiones en la zona. “Parecía como si estuvieras rodando una película de Cousteau” recuerda.
El inexorable paso del tiempo y la poca calidad de los materiales con la que se construyó la nave han convertido sus restos en un biotopo artificial que casi no permite desvelar que aquella masa submarina “plagada de bandas de peces” incrustada en un desfiladero marino frente al Far de Calella, es en realidad uno de los símbolos más odiados por los activistas de Terra Lliure y uno de los atractivos turísticos de la última década del Port de Barcelona.
http://www.lavanguardia.com/vida/20110428/54145110250/donde-esta-la-carabela-de-barcelona.html
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