Semàfors i formes de dormir
“Uno de los
emblemas de ese cambio fue la construcción de semáforos: el primero se instaló
en Londres en diciembre de 1868, en la esquina entre Palace Yard y Bridge
Street. La capital británica de nuevo se adelantó a las ciudades del resto del
mundo: el primer semáforo en París no se instaló hasta 1923 y en Berlín hasta
1924. En Estados Unidos, el primero fue construido en Salt Lake City en 1912;
en Nueva York, el instrumento para regular el tráfico con colores no llegó
hasta 1918. También el transporte, en este caso el tren, supuso un avance
crucial que ahora regula nuestras vidas: la unificación del sistema horario,
decretada en 1880 con la hora de Londres. Antes del ferrocarril, los pueblos se
regían por la hora del reloj de su campanario, pero la necesidad de establecer
horarios fijos, no sólo para los viajeros sino para la seguridad de los
convoyes, hizo que tuviese que fijarse la misma hora en todas partes. El tiempo
universal con respecto al meridiano de Greenwich –en las afueras de Londres-
fue adoptado por veintisiete países reunidos en Washington en 1884. (…) /página
264/
Por ejemplo, la
paulatina generalización de la electricidad cambió la forma en que dormimos.
Estudiosos como Roger Ekirch han demostrado que antes de la era industrial,
esto es, durante la mayor parte de la historia de la humanidad, dormíamos en dos
fases: la gente se acostaba después de cenar, dormía hasta la medianoche, luego
se levantaba durante unas horas y hacía el amor, rezaba, leía o cocinaba a la
luz de las velas, y luego volvía a meterse en la cama hasta el amanecer. El
sueño continuo es un invento del siglo XIX. (…) /página 265/
Guillermo Altares
Una lección olvidada. Viajes por la historia de
Europa
Tusquets Editores
5ª edición enero
2019
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