Títol: Los renglones torcidos de Dios
Autor: Torcuato Luca de Tena
Any: 1979
Pàgines: 357
+ recordatori de personatges
Editorial: Planeta (Circulo de lectores)
Edició: No
abreujada llicenciada per Círculo de lectores 1980
Pròleg: Juan Antonio Vallejo-Nágera
ISBN: 84-226-1227-5
D'aquest llibre, llegit pot ser fa més de 30 anys, sols recordava
les descripcions dels personatges de "La mujer cíclope" i de "La
Percha".
Fa poc, en una conversa, va tornar a sortir aquest títol i no em
vaig poder estar de rellegir-ho.
Els comentaris posteriors poden desvetllar, de fet desvetllen, la
trama.
Recomable? Sí, definitivament però tot avisant que és una mica
pesat. M'explico. Es percep que es podria alleugerir bastant i que pot fer
rendir-se a més d'un lector. Asumit aquest entrebanc penso que no es pot
rebutjar aquest "thriller" castellà de finals dels 70 que,
probablement fagi empalidir a la película Shutter Island, a Scorsese, i encara
més a Denis Lehane que va publicar la seva novel·la l'any 2003.
El primer que sobta és el pròleg de Juan Antonio Vallejo-Nágera,
psiquiatra i autor de la novela guanyadora del Planeta Yo, el rey. En el pròleg
s'explica que Luca de Tena va ingresar en un manicomi per poder conèixer de
primera ma el tema de la novel·la, la qual cosa ja és una mica inquietant.
Tampoc es pot deixar de banda la cita inicial de Heinrich Heine
(1797-1856): "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría
misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la
inteligente resolución de volverse loca". La traducció de Luca de Tena de Heinrich per Enrique, de bon segur
farà que algú, en aquest món de cuty-paste, faci referència a un locutor xilé
del mateix nom...
Finalment, abans de passar a comentar alguns paràgrafs, es molt
curiosa l’organització de l’índex amb 29 capítols corresponents a les 29
lletres de l’alfabet castellà de l’època, es a dir, incloent la CH i la LL. Hom
s’imagina l’autor fent mans i mànigues per encabir la narració en just 29
espais.
A destacar:
“Guardó el doctor Ruipérez los papeles, con intención de leer en otro momento con mayor cuidado el historial clínico, y
pulsó el timbre. Observó con curiosidad y atención a la recién llegada. Aparentaba tener poco más de cuarenta años y
era muy bella. Tenía más aspecto de una dama sajona o americana del Norte que el común en una española: la piel muy
blanca, ligeramente pecosa, labios atractivos, nariz aristocrática, pelo rubio
ceniza, tal vez teñido, tal vez natural
(que de esto el doctor Ruipérez no entendía mucho), y manos finas, de largos dedos, muy bien cuidados. Vestía
un traje claro de color crema, como correspondía a la estación (muy próxima ya al verano), y enganchado al borde del escote un broche de oro y
esmalte, que representaba una flor. «Demasiado bien vestida para este centro —pensó Ruipérez—. ¿Dónde cree
que viene? ¿Al casino?» “(pàg.16)
Davant aquesta primera impressió, en la pàgina 33:
"—Nada de esto sirve. ¡Vaya usted
desnudándose!
La prueba se realizó en el propio despacho de
Montserrat, Alice Gould se desnudó despacio, doblando cuidadosamente su ropa
sobre la mesa. Tenía los labios apretados y la mirada febril. Montserrat consideró que la nueva enferma
tenía una gran facha... vestida: mas no un buen cuerpo desnudo. Tal vez lo
tuviera, seguramente lo tuvo cuando era más joven. Pero ya no lo era. Su
distinción, su exquisita elegancia eran producto a medias de su modisto y de su
apostura. Así, desnuda, parecía un ser desvalido e inerme."
I encara més en la 34-35:
"Alicia se comparó con un soldado
romano. ¡Qué extraña asociación de ideas! Lo cierto es que, llegada la hora del
combate, el soldado, armado de todos sus instrumentos ofensivos y protegido por
el casco, el escudo y la coraza, se comportaría de otra suerte que si le
lanzasen desnudo a un cuerpo a cuerpo con el enemigo. Ella contaba entre sus
armas con su buen gusto en el vestir y su poder de seducción. Tal como la
habían disfrazado se sintió inerme y
desamparada. La batalla había empezado y la privaron de su armadura. Su
osadía no era ya la misma. Sentíase
insegura y desmoralizada. Sin su atuendo acostumbrado, Alicia era como un
mílite romano sin su coraza."
En 95-96
explica la diferència entre neurosi i psicosi:
“No son los aspectos morales del caso los que ahora nos interesan, sino el
proceso de su hipotética neurosis.—¿Por qué dice "neurosis"? —Porque
este tipo de dolencias está siempre provocado por vivencias traumatizantes: es
decir, por sucesos reales, no
imaginarios, que han acaecido en la historia del sujeto: sucesos, lo suficientemente poderosos como para
haber modificado la mente y la conducta de individuos que antes eran normales. El arrepentimiento, el horror de la
infamia cometida, la vergüenza de
enfrentarse con su hijo injuriado, el pensar constantemente en ello le trastornaron de tal modo que hoy es el
pobre diablo enfermo que usted conoce. Pensamos que padecía una depresión reactiva cronificada, y como tal iniciamos
el tratamiento, con gran desesperanzas
de recuperarlo. Pero el paciente no mejoró. ¡Lo suyo no era una neurosis!—¿No
era una neurosis? ¡Merecía serlo, porque la bellaquería que cometió contra su
hijo... era como para traumatizar a
cualquiera!—No cometió infamia alguna...—¿No considera una canallada, una
bribonada incalificable lo que...?—No.
Por la sencilla razón de que es mentira...—No entiendo.—El no tuvo nunca amores
con su futura nuera; no le hizo un crío; no engañó a su hijo. La niña que todos consideran que es su
nieta... ¡es su nieta en efecto! ¿Me comprende usted ahora...?—¡Ahhh...! —dijo
Alice Gould; y volvió a exclamar "¡ahhh...!", y, al final—: No. No lo
entiendo.—Toda esa historia que él nos contó, puesto que ingresó aquí
voluntariamente y no por solicitud de
ningún familiar... ¡es falsa! El cree que es verdadera. Lo cree a pie
juntillas. Pero es una idea delirante.
De haber sido cierta, su diagnóstico sería: neurosis, y en su caso neurastenia.
Al ser falsa, su diagnóstico es
psicosis y, en su caso, psicosis depresiva endógena.”
Pàg 101-102. A vegades juga una mica amb el doble sentit. En
aquest cas vidents ho són per oposició a la ceguesa i per poder veure més enllà.
L’home vestit de blau, havia tingut una visió en que li ordenaven assassinar a
dos separatistes bascs:
“¿Ve usted —le dijo— al hombre vestido de
azul, que habla con "el Astrólogo" y con el ciego?
—¿El que lleva corbata?
—El mismo.
(…)
Ya era tarde. Habían llegado cerca de ellos.
Y los dos videntes los contemplaban, con ademán de saludarlos, mientras el
ciego de la buena voz mordía desesperadamente el puño de su bastón.”
Pàg 124:
“No se apure por lo que ha dicho. Todos
sabemos que mi madre hace notables esfuerzos, ¡y todos con éxito!, para ocultar
su innata bondad.”
En 146 tenim l’explicació de la diferència entre oligofrènia i demència:
“¿Está segura de que no quiere una pastilla?
—Creo que no voy a necesitarla, ¡salvo que
vuelva esa mujer a acercarse por aquí! ¿Quién es?¿Qué tiene? ¿Es oligofrénica?
—No. Es una demente.
—Pero ¿no significa lo mismo?—En absoluto. El
oligofrénico padece una insuficiencia en el desarrollo de la inteligencia, mientras
que el demente sufre un debilitamiento psíquico profundo, global y progresivo.
Esta que acaba usted de conocer está en su estado terminal, absolutamente
deteriorada. Se nos había escapado. Aún no sabemos cómo.”
En la pàgina 170, el director del manicomi planteja ,amb cert aire
objectiu, tot un reguitzell d’explicacions fora de context. D’alguna manera sembla
com si, aquesta exposició fos de caire oficial, com si fos presentada per l’autor
motivant una sensació d’injustícia en el lector . (o el lector ja comença a
dubtar de tot...)
Pàg. 192. Sols una nota sobre vocabulari. Diria que Ripalda es una
forma de parlar del seu “catecisme”, del seu procediment ja establert:
“Para intentar sanarla (cosa que no siempre se consigue) hemos de
someterla al tratamiento que indica nuestro Ripalda.”
Tot seguit una referència a dues de les més terribles pràctiques psiquiàtriques,
el xoc insulínic i l’electroshock dels que es parla, junt a la leucotomia, dins
el documental “Monos como Becky”:
“Una de esas terapias es el choque
insulínico: llevarla al borde mismo de la muerte provocándole una hipoglucemia
progresiva hasta que entre usted en coma. Cuando esté ya a las puertas de la
agonía, la reviviremos suministrándole dosis masivas de glucosa. Y a penas esté
usted repuesta repetiremos el tratamiento cuarenta o cincuenta veces... en tres
o cuatro meses. Si al final sigue usted considerándose detective y negándose a
reconocer que la verdadera razón de su ingreso es un trastorno mental que la
predispuso a envenenar a su marido, probaremos otro tratamiento: haremos pasar
por su cerebro una corriente eléctrica hasta de 130 voltios que sea capaz de
provocar convulsiones, pérdida de conciencia y amnesia.”
Pàg 212:
“La duermevela no es el momento más propicio
para la fijación de las ideas. Se diría que todos los recuerdos del día hacen
cola ante la memoria para desear a uno las buenas noches y que no están
dispuestos a alejarse sin cumplir este incómodo trámite de cortesía.”
Un moment delirant, en una sortida al camp, que signaria Eduardo
Mendoza (pàg. 219). Es també interessant fixar-se en el us reflexiu d’alguns
verbs: “despidiéronse”, “estrechósela”…
"Despidiéronse los guardias tras
informarse, y al ver Rómulo que el enfermero les estrechaba la mano,
estréchósela él también, y creyendo todos que esta cortesía era obligada con la
autoridad —y que de no hacerlo podían ser perseguidos o encarcelados— se formó
una fila, de la que nadie quiso salirse, y tuvieron los guardias que estrechar
trescientas manos pues no eran pocos los que se reenganchaban dos, tres y hasta
cinco veces. Había quienes se limitaban a saludarlos, pero no faltaban los que iniciaban
largas pláticas.—¿Cómo está usted, señor guardia? —dijo a uno "la Gran
Duquesa"—. ¡Bienvenidos a mis tierras! ¿Y su señora madre, sigue bien? Y
su esposa, ¡siempre tan dulce y cariñosa!, ¿cómo se encuentra? Sí, señor, sí,
Aquí me tiene dando un paseíto con los siervos de la gleba."El
Albaricoque", que hacía cola, le dio un empujón:—Yo soy muy güeno, doztór
civil, y usté es el corregidor de Salamanca y también la rosa de Jericó. Había
quien les felicitaba por sus ascensos, quienes decían: "Yo no fui el que
la mató", o "Voy a presidio por culpa de una mala mujer", o se
cuadraban y les saludaban militarmente, o les daban el pésame por la muerte,
tan inesperada, de su abuelita."
En el capítol V (corresponent a la ve baixa, no al cinc) apareix
un nou personatge: Maria Luisa Fernández. En notes a peu de pàgina es fa referència
a una altra novel·la de Luca de Tena: “Señor ex ministro”·
En la pàgina 311 la situació recorda a El Procès de Kafka:
“—No se equivoca, María Luisa. ¡Lo que deseo
es una respuesta congruente! Lo que no puedo sufrir es mantenerme en la
ignorancia de por qué estoy aquí. Si Heliodoro me ha estado expoliando toda su
vida, habría una lógica respecto a un expolio mayor, a una felonía monstruosa
acorde con su falta de escrúpulos y su abisal amoralidad. Y lo que necesito es entender,
conocer los porqués, saber en definitiva, ¡¡sa-ber!.”
Interesant reflexió en la pàgina 321:
“Créeme que lamento mostrarme tan duro
contigo, máxime en vísperas de tu despedida. Pero considero que la justicia
pertenece a un rango moral superior a la cortesía.”
Pàg. 333:
“César Arellano la escuchaba sin intervenir.
Alicia estaba en plena descarga emocional. Y el médico pensaba que eso era
bueno para su equilibrio. Los extravertidos, como Alicia, que echan fuera el
lastre de sus emociones, tienen menos riesgo de enloquecer que los
introvertidos que se guardan para sí las toxinas emotivas con las que acaban
envenenándose por no saber o no querer eliminarlas.”
Una darrera juguesca. Es planteja una pregunta amb una resposta
incoherent. Al girar pàgina, en la trama, s’ha exigit unanimitat. El lector
veu, per la forma del text, sense arribar a llegir, que no hi ha aquesta
unanimitat, però tot seguit la resposta díscola s’explica amb l’atribució d’error
per part del metge que ha respost correctament. Recorda els experiments de conformitat
de Salomon Asch (1907-1996). Pàg. 349-350:
“-(…) Espero que todos comprendan que para
tomar cualquier decisión exija la unanimidad. ¿Retiramos o no retiramos a Alice
Gould la declaración de sanidad que ya le hemos dado? Los qué crean que puede
marcharse libremente, deben escribir simplemente SÍ. Quienes crean que debemos
retenerla en el hospital, deben escribir NO.
Repartió unas cuartillas y ordenó que se
retirasen por orden a una mesa auxiliar apartada; que no firmasen la papeleta,
y que se la devolviesen bien doblada. El primero que se aprestó a cumplir la
orden fue Rosellini. Iba ya a hacerlo cuando se oyeron unos pasos precipitados
por el pasillo y la puerta se abrió bruscamente. Alice Gould, llorosos los
ojos, se detuvo sorprendida.
—¡Oh, perdón! —exclamó, disculpándose—. Ignoraba
que estuviesen ustedes reunidos...
—¿Deseaba usted algo, Alicia? —preguntó, algo
incómoda, la doctora Bernardos.
—Sólo decirle que mi tocaya, "la Niña
Oscilante", ha vuelto a sonreír. ¡Y esta vez abiertamente, sin que pueda
caber ninguna duda. ¡Es emocionante mirarla!
—Ahora no puedo atenderla, Alicia. Más tarde
bajaré.
—No deje de ir a verla. ¡Le digo que es
conmovedor!
Se disculpó Alicia brevemente, y salió.
La directora, una vez votado ella misma y
recibidos los papeles, comenzó el singular escrutinio. Desdoblaba y leía:
-Sí.
-Sí.
-Sí.
-Sí.
-No.
-Sí.
Todos los rostros menos uno se volvieron
severos hacia Ruipérez. Olvidaban que éste no participaba nunca en batallas que
creía perdidas. El voto negativo no era el suyo.
Don José Muescas, muy alterado, exclamó:—¡No
entiendo nada! ¿No hay más que un NO? He debido de equivocarme. Ese NO es mío; pero
lo que he querido decir es que NO se le retire el documento que se le ha
entregado ya... ¡y que quede en libertad! ¡Eso es lo que quería decir!.”
En el darrer capítol, el Z, tenim alguns apunts descriptius de la
planicie castellana:
“Hacía mucho frío, en efecto. La meseta alta
era una pura desolación. En primavera, la verdura la alegra. En verano, el
amarillo de los cereales que piden ser segados convierte a la vieja Castilla en
modelo para pintores como Zuloaga o Benjamín Palencia, o en paisajes que exigen
para describirlos la pluma de un Azorín: gentes foráneas, cuyas pupilas, por no
estar acostumbradas a este gran mar sólido, son más sensibles para descubrir
sus secretos ocultos. Más, en este tiempo híbrido entre el otoño y el invierno,
el paisaje carecía de toda belleza. Las lluvias otoñales no habían sido
bastantes para devolverle su primitivo verdor, pero sí lo suficientes para
privarle de su exultante amarillo.
La visión de la tierra era siniestra. Gran
parte de la España central es como un cadáver en descomposición al que ya se le
ven los huesos. Las rocas emergen entre la poca tierra cultivable como la
armadura ósea en un cuerpo cuya carne se ha podrido. La época indecisa de la
estación—muy próxima ya al invierno— dejaba a Castilla descolorida. ¿Era esto
realmente así, o era la interpretación personal, acorde con el ánimo deprimido
de Alice Gould?
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