Título original: La vieja sirena
Año: 1990
Páginas: 582
Editorial: Círculo de lectores
Ilustración de portada: Serpientes de mar, 1904 de Gustav Klimt
ISBN: 84-226-4861-X
Trilogía: Los círculos del tiempo II
Mu pesao... He oido conferencias de José Luis Sampedro y me parece una persona interesantísima, casi deliciosa, pero se me ha hecho muy pesado.
Siguiendo el consejo de mi admirado Pococurante (Je ne lis que pour moi, je n'aime que ce qui est à mon usage), debería haberlo dejado, pero reconozco que la trama se impone y te obliga a seguir.
Recomendable? Pues no sé. Me lo he pasado bien pero ha sido un poco tostón y tampoco me arrepiento.
Finalmente, recordar que pertenece a una trilogía (Octubre, Octubre + La vieja sirena + Los círculos del tiempo) pero que se puede leer independientemente.
Un par de perlas:
"¡Me enamoré como un loco, es decir, como un niño; la hice mi diosa! Jugaba conmigo, me hizo su capricho, otro objeto nuevo para sus veleidades. Provocaba mi deseo para negarse riendo... De pronto se dio cuenta de que yo realmente la adoraba, de que no me limitaba a desearla...Aún ahora me asombra comprender que el verse idealizada le produjo repugnancia, rechazo, como si yo con eso despreciase lo que ella era realmente, como si yo le presentase un espejo en el que le obligaba a ver su mezquindad, su incapacidad de amar de verdad... Su burla se convirtió en odio; un odio insondable. Necesitó vengarse de mi adoración y con ayuda de sus cómplices del vicio y de unas cuantas amigas extrañamente asociadas a ella me puso públicamente en una situación tan ridícula para mí que me convertí en la rechifla de la ciudad. Fui el protagonista de los más hirientes murales y libelos, de los más feroces epígramas." pág.450
"La verdad es esto: el vino, la riquísima sandía, la mara que es la libertad. Los tronos no flotan, se hunden. Ahora soy más libre que lo he sido nunca, desde que no quiero mandar. Y el mundo más luminoso, quizá porque he vuelto a él desde la orilla de la muerte. Me creía colmado en mi mansión, mandando a hombres y buques, pero me sobraban cosas. Eran tantas que no podía paladearlas despacio, como ahora esta sandía." pág. 560
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