Mamading
por Laura Freixas
La
Vanguardia 17/07/2014
El
mamading está de moda. Lo contaba el lunes pasado Núria Felip, en un reportaje
titulado “Magaluf, punto negro del turismo balear”. Para quien no lo sepa, ese
bello neologismo designa las felaciones que chicas jóvenes hacen a los clientes
de un pub a cambio de copas gratis. Una práctica denunciada, con razón, por el
Instituto de la Mujer como denigrante. Denigrante por ser “sexo basura” –así
titulaba su columna Joana Bonet el lunes comentando este caso–, algo tan ajeno
al erotismo como el turismo basura al turismo inteligente. Pero también, y eso
es lo que distingue el mamading heterosexual del de algunos clubs gais, por un
hecho sintomático: no hay reciprocidad.
Todo el protagonismo
corresponde al sexo masculino, en la doble acepción de la palabra: parte del
cuerpo, y mitad de la población.
En este sentido, la nueva
moda de nueva tiene poco. No es sino un ejemplo más de la visión de las mujeres
como cuerpos al servicio de otros. En La Contra del 10 de julio, una sexóloga explicaba que un cliente suyo discapacitado
exclamó: “¡Hoy es el día más feliz de mi vida!” al salir de un burdel al que
ella le había acompañado. ¿Y qué sintió, se quedaba una preguntándose, la
prostituta? Eso, por lo visto, no importa. Mismo principio en cuanto a los
llamados vientres de alquiler: en los reportajes sobre el tema, las parejas que recurren
a ellos nos son siempre presentadas con sus nombres, problemas, deseos…, pero
apenas se nos dice una palabra de las mujeres que se ganan la vida gestando
hijos para (seamos claros) venderlos. ¿Qué sienten? Tampoco importa. No son
personas, son recipientes. La reforma del aborto propuesta por el ministro
Gallardón responde a la misma filosofía.
El verdadero misterio del mamading radica, claro está, en por qué hay chicas que lo hacen. No es,
evidentemente, por las copas. Es porque han crecido viendo una pornografía (hoy
el porno es lo que educa a la gente joven, nos guste o no) donde el sexo
masculino es el protagonista absoluto, y las mujeres una boca, una vagina, o una
cara sobre la que el hombre eyacula (¡qué simbólico es esto último!: como
borrar la cara, lo que una persona tiene de más humano). Estas pobres chicas
sólo quieren ser apreciadas por los que mandan, compartir un poquito el
protagonismo, tener su cuartito de hora de gloria prestada. Cosas del
patriarcado.
En
bastants aspectes no ho entenc, però interessant sí que ho és. Per cert, tot i
que fora del tema : “turismo basura”? i encara més “turismo inteligente”???
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