Títol: Por qué leer los clásicos
Título original: Perché leggere i classici
Autor: Italo Calvino
Traductora de l’italià: Aurora Bernárdez
Nota preliminar: Esther Calvino
Colección: Biblioteca Calvino (nº 19)
Any: 2002
Editorial: Ediciones Siruela
ISBN: 978-84-16465-62-0
DIBA: 80.3 Cal
Contingut
Nota preliminar de Esther Calvino
Por qué leer los clásicos (1981)
Las Odiseas en la Odisea (1983)
Jenofonte, Anábasis (1978)
Ovidio y la contigüidad universal (1979)
El cielo, el hombre, el elefante (1982)
Las siete princesas de Nezāmi (1982)
Tirant lo Blanc (1985)
La estructura del Orlando (1974)
Pequeña antología de octavas (1975)
Gerolamo Cardano (1976)
El libro de la naturaleza en Galileo (1985)
Cyrano en la Luna (1982)
RobinsonCrusoe, el diario de las virtudes mercantiles (1955)
Cándido o la velocidad (1974)
Denis Diderot, Jacques el fatalista (1984)
Giammaria Ortes (1984)
El conocimiento pulviscular en Stendhal (1980)
Guía de La cartuja destinada a los nuevos lectores (1982)
La ciudad-novela en Balzac (1973)
Dickens, Our mutual friend (1982)
Gustave Flaubert, Tres cuentos (1980)
Lev Tolstói, Dos húsares (1973)
Mark Twain, El hombre que corrompió a Hadleyburg (1972)
Henry James, Daisy Miller (1971)
Robert Louis Stevenson, El pabellón en las dunas (1973)
Los capitanes de Conrad (1954)
Pasternak y la revolución (1958)
El mundo es una alcachofa (1963)
Carlo Emilio Gadda, El zafarrancho (1984)
Eugenio Montale, «Forse un mattino andando» (1976)
El escollo de Montale (1981)
Hemingway y nosotros (1954)
Francis Ponge (1979)
Jorge Luis Borges (1984)
La filosofía de Raymond Queneau (1981)
Pavese y los sacrificios humanos (1966)
Bibliografía
Índice onomástico
Com es pot deduir pel contingut, es tracta d’un llibre recopilatori
d’articles publicats entre 1950 i 1980.
Com tot el que estic llegint darrerament, és irregular
(pot ser l’irregular soc jo). Alterna moments fantàstics i deliciosos amb
paràgrafs tan tècnics com abstractes. Així, per exemple, l’article sobre Ovidi
segur que ha provocat més d’un abandonament degut a uns tecnicismes molt
llunyans del lector no professional.
Hi ha coses semblants en castellà signades per Francisco
Rico o Rafael Reig, però trobo que seria un gran llibre pel lector ibèric i
encara no ho he trobat.
No sols és recomanable, si no que, fins i tot, es un d’aquells
que mereix un lloc en la biblioteca física personal.
A
destacar:
Jenofonte, Anábasis (1978):
Ètica del agresor:
“El hombre puede verse reducido a ser una langosta y
aplicar sin embargo a su situación de langosta un código de disciplina y de
decoro –en una palabra, un «estilo»– y confesarse satisfecho, no discutir ni
mucho ni poco el hecho de ser langosta sino sólo el mejor modo de serlo. (…)
Jenofonte tiene el gran mérito, en el plano moral, de no
mistificar, de no idealizar la posición de su bando. Si a menudo manifiesta
hacia las costumbres de los «bárbaros» la distancia y la aversión del «hombre
civilizado», debe decirse sin embargo que la hipocresía «colonialista» le es
ajena. Sabe que encabeza una horda de bandoleros en tierra extranjera, sabe que
la razón no está del lado de los suyos sino del lado de los bárbaros invadidos.
En sus exhortaciones a los soldados no deja de recordar las razones de los
enemigos: «Otras consideraciones habréis de tener en cuenta. Los enemigos
tendrán tiempo de saquearnos y no les faltan razones para acecharnos con
insidias, ya que ocupamos sus tierras...». En el intento de dar un estilo, una
norma, a ese movimiento biológico de hombres ávidos y violentos entre las
montañas y las llanuras de Anatolia, reside toda su dignidad: dignidad
limitada, no trágica, en el fondo burguesa. Sabemos que se puede muy bien
llegar a dar apariencia de estilo y dignidad a las peores acciones, aunque no
sean dictadas como éstas por la necesidad. El ejército de los helenos, que
serpentea por las gargantas de las montañas y los desfiladeros, entre continuas
emboscadas y saqueos, sin distinguir ya hasta dónde es víctima y hasta dónde
opresor, rodeado aún en la frialdad de las masacres por la suprema hostilidad
de la indiferencia y del azar, inspira una angustia simbólica que tal vez sólo
nosotros seamos capaces de entender.”
Pág. 33-34
El cielo, el hombre, el elefante (1982)
En aquest article el protagonista és Plini el Vell i la
seva Història Natural. Es recomana especialment els llibre II (cosmografia) ,
VII (l’home) i VIII (els animals terrestres).
Evidentment estem condemnats a no gaudir de la seva
musicalitat llatina; per exemple, quan parla de la lluna:
“novissimum sidus, terris familiarissimum, et in tenebrarum
remedium”
Gaudir de la ciència:
“El racionalismo de Plinio exalta la lógica de la causa y
de los efectos, pero al mismo tiempo la minimiza: no porque encuentres la
explicación de los hechos, éstos dejan de ser maravillosos.” Pàg. 49
Respecte a la mort:
“Plinio comparte la opinión de que después de la muerte
empieza una no existencia equivalente a la que precede al nacimiento y
simétrica respecto a ella.” Pàg 53
Contra la superstisció però dins:
"Y sin embargo Plinio limpia el terreno de muchas
patrañas, como los presagios de los cometas (por ejemplo, refuta la creencia de
que la aparición de un cometa entre las partes pudendas de una constelación
—¡qué es lo que no veían en el cielo los hombres de la Antigüedad!— anuncia una
época de relajamiento de las costumbres: : «obscenis autem moribus in verendis
partibus signorum»", II, 93), pero todo prodigio se le presenta como un
problema de la naturaleza, en cuanto es la otra cara de la norma. Plinio se
defiende de las supersticiones, aunque no siempre sabe reconocerlas, y esto es
particularmente verdadero en el libro VII, donde habla de la naturaleza humana:
aun sobre hechos fácilmente observables transmite las creencias más abstrusas.
Es típico el capítulo sobre la menstruación (VII, 63-66), pero hay que señalar
que las noticias de Plinio siguen siempre la tendencia de los tabúes religiosos
más antiguos acerca de la sangre menstrual. Hay una red de analogías y de
valores tradicionales que no se opone a la racionalidad de Plinio, como si ésta
también asentara sus cimientos en el mismo terreno. Así se inclina a veces a
construir explicaciones analógicas de tipo poético o psicológico: «Los
cadáveres de los hombres flotan boca arriba, los de las mujeres boca abajo,
como si la naturaleza quisiera respetar el pudor de las mujeres muertas» (VII,
77).
La seva experiència personal:
Plinio transmite rara vez hechos testimoniados por su
propia experiencia directa: «he visto de noche, durante los turnos de los
centinelas, delante de las trincheras, brillar luces en forma de estrella en
las lanzas de los soldados» (II, 101); «durante su principado, Claudio hizo venir de Egipto a un centauro, que
vimos conservado en miel» (VII, 35); «yo mismo vi en África a un ciudadano de
Tisdro, transformado de mujer en hombre el día de su boda» (VII, 36).” Pàg. 50
Las siete princesas de Nezāmi (1982)
Definitivament, la nostra mentalitat occidental
limita la nostra imaginació.
“Pertenecer a una civilización poligámica y no monogámica
seguramente cambia muchas cosas. Por lo menos en la estructura narrativa (único
campo en el que creo poder opinar) se abren muchas posibilidades que Occidente
ignora.
Por ejemplo, un motivo muy
difundido en los cuentos populares occidentales: el héroe que ve un retrato de
la bella, e instantáneamente se enamora, lo encontramos también en Oriente,
pero multiplicado. En un poema persa del siglo XII el rey Bahram ve siete
retratos de siete princesas y se enamora de las siete a la vez. Cada una de
ellas es hija de un soberano de uno de los siete continentes; Bahram les pide a
uno por uno la mano de sus hijas. Después manda levantar siete pabellones, cada
uno de un color diferente y «construidos según la naturaleza de los siete
planetas».” Pàg. 58
En qualsevol cas, per
llegir aquest llibre de Nezāmi (1141-1204)
ho tenim cru com a lectors de la nostra Ibèria. Front a l’excel·lent traducció
italiana:
“...si es cierto lo que
dice la bibliografía del volumen: que la única traducción inglesa completa de
1924 es incorrecta, la alemana un arreglo parcial y libre, y la francesa no
existe. “ pàg.60
La potència metafòrica es
considerable:
“(Recordaré entre estas
últimas la visión de Mahoma subiendo al cielo montado en un caballo ángel,
hasta el punto en que las tres dimensiones desaparecen y «el Profeta vio a Dios
sin espacio, oyó palabras sin labios y sin sonido»,) pàg,
62
Tirant lo Blanc (1985)
Sobre el tempo de la
novel·la de cavalleries:
“En los países de origen, Francia e Inglaterra, la
tradición literaria caballeresca se había extinguido antes (en Inglaterra en
1470, siendo su forma definitiva la novela de Thomas Malory, con una nueva
encarnación en Spencer y sus hadas isabelinas; en Francia declinó lentamente
después de haber conocido la consagración poética más precoz en el siglo XII
con las obras maestras de Chrétien de Troyes). El caballeresco del siglo XVI
interesa sobre todo a Italia y España. Cuando Bernal Díaz del Castillo, para
expresar la maravilla de los conquistadores frente a las visiones de un mundo
inimaginable como el del México de Moctezuma, escribe: «Decíamos que parecía a
las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís», tenemos la
impresión de que compara la realidad más nueva con las tradiciones de textos
antiquísimos. Pero si nos fijamos en las fechas, vemos que Díaz del Castillo
cuenta hechos sucedidos en 1519, cuando el Amadís aún podía considerarse casi
una novedad editorial... Comprendemos así que el descubrimiento del Nuevo Mundo
y la Conquista van acompañados, en el imaginario colectivo, de aquellas
historias de gigantes y encantamientos de las que el mercado editorial de la
época ofrecía un vasto surtido, así como la primera difusión europea de las
aventuras del ciclo francés había acompañado unos siglos antes la movilización
propagandista de las cruzadas.” Pág. 68-69
Metaliteratura en la seva
fase inicial:
“El milenio que está a
punto de terminar ha sido el milenio de la novela. En los siglos XI, XII y XIII
las novelas de caballería fueron los primeros libros profanos cuya difusión
marcó profundamente la vida de las personas comunes, y no sólo de los doctos.
Da testimonio Dante, cuando nos cuenta de Francesca, el primer personaje de la
literatura mundial que ve su vida cambiada por la lectura de novelas, antes de
don Quijote, antes de Emma Bovary. En la novela francesa Lancelot el caballero
Galehaut convence a Ginebra de que bese a Lancelote; en la Divina Comedia el
libro Lancelot asume la función que Galehaut tenía en la novela, convenciendo a
Francesca de que se deje besar por Paolo. Operando una identificación entre el
personaje del libro en cuanto actúa sobre los otros personajes, y el libro en
cuanto actúa sobre sus lectores («Galeotto fue el libro y quien lo escribió»),
Dante cumple una primera vertiginosa operación de metaliteratura. En versos de una concentración y
sobriedad insuperables, seguimos a Francesca y Paolo que «sin sospecha alguna»
se dejan poseer por la emoción de la lectura, y de vez en cuando se miran a los
ojos, palidecen, y cuando llegan al punto en que Lancelote besa la boca de
Ginebra («el deseado rostro») el deseo escrito en el libro vuelve manifiesto el
deseo experimentado en la vida, y la vida cobra la forma representada en el
libro: «la bocca mi bacciò tutto tremante[…].».” Pàg. 69
El libro de la naturaleza
en Galileo (1985)
Crítica de Galileu al
immobilisme dels aristotèlics fent servir l’exemple d’Archimboldo:
«Los que todavía me
contradicen son algunos defensores severos de todas las minucias peripatéticas,
quienes, por lo que puedo entender, han sido educados y alimentados desde la
primera infancia de sus estudios en la opinión de que filosofar no es ni puede
ser sino una gran práctica de los textos de Aristóteles, de modo que puedan
juntarse muchos rápidamente aquí y allá y ensamblarlos para probar cualquier
problema que se plantee, y no quieren alzar los ojos de esas páginas, como si
el gran libro del mundo no hubiera sido escrito por la naturaleza para que lo
lean otras personas además de Aristóteles, cuyos ojos habrían visto por toda la
posteridad. Los que se inclinan ante esas leyes tan estrictas me recuerdan
ciertas constricciones a que se someten a veces por juego los pintores
caprichosos cuando quieren representar un rostro humano, u otras figuras,
ensamblando ya únicamente herramientas agrícolas, ya frutos, ya flores de una u
otra estación, extravagancias que, propuestas como juego, son bellas y
agradables y demuestran el gran talento del artista; pero que si alguien, tal
vez por haber dedicado todos sus estudios a esta manera de pintar, quisiera
sacar de ello una conclusión universal diciendo que cualquier otra manera de
imitar es imperfecta y criticable, seguramente el señor Cigoli y los otros
pintores ilustres se reirían de él.» pàg. 95
Elogi de l’alfabet:
«Pero entre todas esas
invenciones asombrosas, ¿cuán eminente no habrá sido el espíritu del que
imaginó el modo de comunicar sus más recónditos pensamientos a cualquier otra
persona, aunque estuviera separada por un gran lapso de tiempo o por una
larguísima distancia, de hablar con los que están en las Indias, con los que
todavía no han nacido y no nacerán antes de mil años, o diez mil? ¡Y con qué
facilidad! ¡Mediante la combinación de veinte caracteres sobre una página! Que
la invención del alfabeto sea pues el sello de todas las admirables invenciones
humanas. » pàg. 97
Cyrano en la Luna (1982)
L’extinció del Sol
coincident amb les actuals teories per Cyrano de Bergera a mitjans del XVII:
«Cada día el Sol se
descarga y purga de los restos de la materia que alimenta su fuego. Pero cuando
haya consumido enteramente la materia de que está compuesto, se expandirá por
todas partes para buscar otro alimento, y se propagará a todos los mundos que
ya había construido en una ocasión, y en particular a los que estén más cerca.
Entonces ese fuego, fundiendo otra vez todos los cuerpos, volverá como antes a
lanzarlos a granel por todas partes, y purificado poco a poco, empezará a
servir de Sol a los otros planetas que generará proyectándolos fuera de su
esfera.» pàg. 102-103
El paradís terrenal i l’orígen del penis:
“La Luna alberga entre
otras cosas el Paraíso impropiamente llamado terrenal, y Cyrano cae justo sobre
el Árbol de la Vida, embadurnándose la cara con una de las famosas manzanas. En
cuanto a la serpiente, después del pecado original Dios la relegó al cuerpo del
hombre: es el intestino, serpiente enrollada sobre sí misma, animal insaciable
que domina al hombre, lo somete a sus deseos y lo desgarra con sus dientes
invisibles. Esta explicación la da el profeta Elias a Cyrano, que no puede
contener una variación salaz sobre el tema: la serpiente es también la que
asoma del vientre del hombre y se proyecta hacia la mujer para inyectarle su
veneno, provocando una hinchazón que dura nueve meses. Pero Elias no aprueba
estas bromas de Cyrano, y a una impertinencia mayor que las otras lo expulsa
del Edén.” Pàg. 104
Robinson Crusoe, el diario
de las virtudes mercantiles (1955)
Dafoe augmenta la
perspectiva i, amb Montaigne, compren els canibals:
“Incluso a las orillas de
la isla desierta, junto a la desembocadura del gran río Orinoco, llegan las
corrientes de ideas, de pasiones y de cultura de la época. Sin duda, aun cuando
en su tentativa de narrador de aventuras Defoe apunte al horror de las descripciones
de canibalismo, no le eran ajenas las reflexiones de Montaigne sobre los
antropófagos (las mismas que ya habían dejado su huella en Shakespeare, en la
historia de otra isla misteriosa, la de La tempestad), sin las cuales quizá
Robinson no hubiera llegado a la conclusión de que aquellas personas no eran
asesinos sino hombres de una civilización diferente, que obedecían a sus leyes,
no peores que las usanzas guerreras del mundo cristiano.” Pàg. 113
Cándido o la velocidad
(1974)
Per Italo Calvino, una de
les majors aportacions del Càndid és el seu dinamisme.
“Personajes filiformes,
animados por una bulliciosa movilidad, se alargan, se retuercen en una
zarabanda de una ligereza punzante: así ilustraba Paul Klee el Cándido en 1911,
dando forma visual —y casi diría musical— a la alegría energética que este
libro —más allá de su espesa envoltura de referencias a una época y a una
cultura— sigue comunicando al lector de nuestro siglo.
Hoy lo que más nos encanta
en el Cándido no es el «cuento filosófico», no es la sátira, no es el
espectáculo de una moral o de una visión del mundo que va tomando forma: es el
ritmo.” Pàg. 114
Podríem dir que els
personatges de Voltaire són els precedents de Mortadelo y Filemón?
“Sin duda los personajes
de Cándido parecen hechos de goma: Pangloss se pudre de sífilis, lo cuelgan, lo
encadenan al remo de una galera, y lo encontramos siempre vivo y robusto.” Pàg.
116
Això no li perdono a
Italo: Criticar al meu heroi Pococurante:
“Si este torneo de desastres
puede ser contemplado con una sonrisa a flor de labios es porque la vida humana
es rápida y limitada; siempre hay alguien que puede considerarse más
desafortunado que nosotros; y suponiendo que no tuviera nada de qué quejarse,
que dispusiera de todo lo que la vida puede dar de bueno, terminaría como el
señor Pococurante, senador veneciano, siempre con su aire de disgusto,
encontrando defectos donde no debería hallar más que motivos de satisfacción y
de admiración. El verdadero personaje negativo del libro es él, el aburrido
Pococurante; en el fondo Pangloss y Martín, aun dando a preguntas vanas
respuestas insensatas, se debaten entre las aflicciones y los riesgos que son
la sustancia de la vida.
La humilde vena de
sabiduría que aflora en el libro a través de portavoces marginales como el
anabaptista Jacques, el anciano inca, y ese parisiense que se parece mucho al
autor, se expresa al final por boca del derviche en la famosa moral de
«cultivar nuestro jardín».” Pàg. 117
Denis Diderot, Jacques el
fatalista (1984)
Aquí em perdo…Mai hagués
lligat a DIderot i Kundera
“La libre escritura de
Diderot se opone tanto a la «filosofía» como a la «literatura», pero hoy la que
reconocemos como verdadera escritura literaria es justamente la suya. No es un
azar que Jacques y su amo haya sido «rehecho» en forma teatral y moderna por un
escritor inteligente como Milan Kundera. Y que la novela de Kundera, La
insoportable levedad del ser lo revele como el más diderotiano de los
escritores contemporáneos por su arte para mezclar novela de sentimientos,
novela existencial, filosofía, ironía.” Pàg. 124
Giammaria Ortes (1984)
D’aquest bon senyor no
havia sentit a parlar mai.
“ «Toda diversión consiste en un
movimiento diferente que se recibe en el órgano del sentido. El placer nace de
esa diversidad de movimiento, como el tedio de su continuación. Así, quien se
proponga proporcionar un placer que sobrepase las tres horas puede estar seguro
de aburrir.» pàg. 130
El conocimiento
pulviscular en Stendhal (1980)
La petite vérole:
“«Aun los pequeños
defectos de su rostro, una marca de viruela, por ejemplo, enternecen al hombre
que ama, y lo sumen en un ensueño profundo cuando los ve en otra mujer.”
Pàg. 136
Aquí trobaríem un punt de coincidència amb
Racionero en El Mediterràneo y los bárbaros del Norte:
“«El pobre italiano harapiento está mucho más cerca de la
felicidad. Tiene tiempo de hacer el amor, se entrega ochenta o cien días al año
a una religión tanto más divertida cuanto que le da un poco de miedo [...]. El
trabajo exorbitante y abrumador del obrero inglés nos venga de Waterloo.» pàg.
145
Gustave Flaubert, Tres
cuentos (1980)
Sobre la crisis de la
visualitat:
“De Madame de Lafayette
hasta Constant, la novela explora el alma humana con una acuidad prodigiosa,
pero las páginas son como persianas cerradas que no dejan ver nada. La
visualidad novelesca comienza con Stendhal y Balzac y llega con Flaubert a la
relación perfecta entre palabra e imagen (el máximo de economía con el máximo
de rendimiento). La crisis de la visualidad novelesca empezará medio siglo
después, contemporáneamente al advenimiento del cine.” Pàg. 167
Mark Twain, El hombre que corrompió a Hadleyburg (1972)
Aquesta postura de Twain
front a la censura es exactament la mateixa que hom comenta sobre els autors
durant el franquisme:
“Algunos biógrafos cuentan
que Mark Twain estaba sometido a una severa censura previa por parte de su
mujer, Olivia, quien ejercía sobre sus escritos un derecho de supervisión
moralizadora. (Se dice que a veces él llenaba la primera versión de un escrito
de expresiones desbocadas o blasfemas, a fin de que el rigor de su mujer
encontrara un blanco fácil para desahogarse y no atacara la sustancia del
texto.) Pero se puede estar seguro de que más severa que la censura conyugal
fuera una autocensura tan hermética que se parecía a la inocencia.” Pàg
177-178
El mundo es una alcachofa (1963)
Gadda és, novament, un escriptor desconegut pels no
italians.
En su vastísima obra
editada e inédita, formada en gran parte por textos de diez o veinte páginas
entre las cuales figuran algunas de sus páginas más bellas, recordaré una prosa
escrita para la radio en la que el ingeniero Gadda habla de la edificación
moderna. Empieza con la clásica compostura de la prosa de Bacon o de Galileo describiendo
cómo se construyen las casas modernas de cemento armado; su exactitud técnica
se vuelve cada vez más nerviosa y colorida cuando explica cómo las paredes de
las casas modernas no consiguen aislar del ruido; después pasa al tratamiento
fisiológico acerca de cómo los ruidos actúan en el encéfalo y en el sistema
nervioso; y termina en una pirotecnia verbal que expresa la exasperación del
neurótico víctima de los ruidos en un gran inmueble urbano.
Eugenio Montale, «Forse un mattino andando» (1976)
No es que sigui massa rellevant,
però és curiós com la tecnologia modifica el llenguatge, El nostre disc dur
abans era el tocadiscos mental. El que sí que és rellevant és com elaborem els
nostres records. Un trist avantatge és el de pertànyer a una generació que va
desterrar la memorització de poemes clàssics. Fins i tot això ens van robar com
a precursors de la des culturització:
“Escogeré pues «Forse un
mattino andando in un’aria di vetro» [«Tal vez una mañana caminando en un aire
de vidrio»], uno de los poemas que ha seguido girando más a menudo en mi
tocadiscos mental, y que vuelve a presentarse sin ninguna vibración nostálgica,
cada vez como un poema que leo por primera vez.” Pàg 224-225
Un
altre desconegut (com a mínim per a mi), però estic segur que, més d’una
vegada, quan a partir d’ara miri pel retrovisor pensaré en Wisconsin i en
Borges.
“La misma problemática, en
positivo (o en negativo, en una palabra, con el signo cambiado), la encuentro
en una leyenda de los leñadores de Wisconsin y de Minnesota que Borges cuenta
en su Zoología fantástica) Hay un animal que se llama hide-behind y que está
siempre detrás de ti, te sigue por todas partes en el bosque, cuando vas a
buscar leña; te vuelves, pero por muy rápido que seas, el hide-behind es
todavía más rápido y se ha desplazado detrás de ti; nunca sabrás cómo es pero
está siempre ahí. Borges no cita sus fuentes y es posible que él haya inventado
esta leyenda, pero eso no quitaría nada a su fuerza de hipótesis que yo
calificaría de genética, categorial. Podríamos decir que el hombre de Montale
es el que ha conseguido volverse y ver cómo es el hide-behind y es más
espantoso que cualquier animal, es la nada.
Continúo divagando sin
freno. Se puede objetar que toda esta disquisición se sitúa antes de una
revolución antropológica fundamental de nuestro siglo: la adopción del espejo
retrovisor del automóvil. El hombre motorizado debería tener la garantía de la
existencia del mundo que está detrás de él, por cuanto dispone de un ojo que
mira hacia atrás. Hablo del espejo de los automóviles y no del espejo en
general, porque en el espejo el mundo situado a nuestras espaldas es visto como
contorno y complemento de nuestra persona. Lo que el espejo confirma es la
presencia del sujeto que observa, del cual el mundo es un fondo accesorio. Lo
que el espejo provoca es una operación de objetivación del yo, con el peligro
amenazador, que el mito de Narciso siempre nos recuerda, del anegamiento del yo
y la consiguiente pérdida del yo y del mundo. En cambio el gran acontecimiento
de nuestro siglo es el uso constante de un espejo situado de manera de excluir
al yo de la visión del mundo. El hombre puede ser considerado una especie
biológicamente nueva por obra del espejo retrovisor más aún que por el
automóvil mismo, porque sus ojos miran una calle que se acorta delante de él y
se alarga detrás, es decir puede abarcar con una sola mirada dos campos
visuales contrapuestos sin el estorbo de la imagen de sí mismo, como si fuese
sólo un ojo suspendido sobre la totalidad del mundo.” Pàg 230-231
Francis Ponge
(1979)
Tampoc l’havia sentit anomenar mai, però aquestes línies
sobre les portes són memorables:
“Los reyes no tocan las
puertas,
No conocen esa felicidad:
empujar hacia adelante con suavidad o bruscamente uno de esos grandes paneles
familiares, volverse hacia él para devolverlo a su lugar —tener en los brazos
una puerta.
[...] La felicidad de
empuñar a la altura del vientre por su nudo de porcelana uno de esos altos
obstáculos de una habitación; ese rápido cuerpo a cuerpo en el cual, reteniendo
el paso, el ojo se abre y el cuerpo entero se acomoda a su nueva vivienda.
Con mano amistosa la
retiene un instante antes de empujarla resueltamente y encerrarse —de lo que el
chasquido del resorte poderoso pero bien aceitado agradablemente le asegura.
Este breve texto se titula
«Los placeres de la puerta» y es un buen ejemplo de la poesía de Francis Ponge:
tomar el objeto más humilde, el gesto más cotidiano, y tratar de considerarlo
fuera de todo hábito de la percepción, de describirlo fuera de cualquier
mecanismo verbal gastado por el uso. Y así una cosa indiferente y casi amorfa
como una puerta revela una riqueza inesperada; de pronto estamos todos
contentos de encontrarnos en un mundo lleno de puertas que se abren y se
cierran.” Pàg. 247
La filosofía de Raymond Queneau (1981)
També es el primer cop que sento a parlar d’aquest senyor:
“Otro blanco recurrente en
las colaboraciones de Volontés (y aquí las cuentas han de ajustarse con el
futuro enciclopedista): la masa interminable de conocimientos que le caen
encima al hombre contemporáneo sin que pasen a formar parte de su persona, sin
identificarse con una necesidad esencial. («Identidad entre lo que se es y lo
que se sabe verdaderamente, realmente [...] diferencia entre lo que se es y lo
que se cree saber y en realidad no se sabe.») “.
Pàg 269
Pavese y los sacrificios humanos (1966)
Pavese sí que és, evidentment conegut, però reconec
haver-ho rebutjat en les primeres pàgines de El bell estiu. En qualsevol cas,
la referencia és a Frazer:
“No era un interés del
momento. Vincular la etnología y la mitología grecorromana con su autobiografía
existencial y su construcción literaria había sido el programa constante de
Pavese. En la base de su dedicación a los estudios de los etnólogos estaban las
sugestiones de una lectura juvenil: La rama dorada de Frazer, una obra que ya
había sido fundamental para Freud, para Lawrence, para Eliot. La rama dorada es
una especie de vuelta al mundo en busca de los orígenes de los sacrificios
humanos y de las fiestas del fuego. Temas que volverán en las evocaciones mitológicas
de los Dialoghi con Leucó [Diálogos con Leuco],
cuyas páginas sobre los ritos agrícolas y sobre las muertes rituales preparan
La luna y las hogueras. Con esta novela concluye la exploración de Pavese:
escrita entre septiembre y noviembre de 1949, se publicó en abril de 1950,
cuatro meses antes de que el autor se quitase la vida, tras recordar en una
carta los sacrificios humanos de los aztecas.”
Pàg. 279-280
Finalment, un llistat
incomplet de les moltes referències ordenat per ordre cronològic.
Autor
|
Any
|
Títol
|
Jenofonte
|
-370
|
Anábasis
|
Ovidio
|
8
|
Metamorfosis
|
Plinio el Viejo
|
79
|
Historia Natural
|
Chretien de Troyes
|
1180
|
Lancelot, el caballero de la carreta
|
Chretien de Troyes
|
1190
|
Percival, el cuento del Grial
|
Nezami
|
1200
|
Las siete princesas
|
Dante
|
1304
|
La divina comedia
|
Malory
|
1485
|
La muerte de Arturo
|
Martorell
|
1490
|
Tirant lo blanc
|
Montalvo(?)
|
1508
|
Amadís de Gaula
|
Ariosto
|
1516
|
Orlando furioso
|
Shakespeare
|
1599
|
Hamlet
|
Cervantes
|
1605
|
El Quijote
|
Shakespeare
|
1612
|
La tempestad
|
Cyrano
|
1662
|
El otro mundo
|
Defoe
|
1719
|
Robinson Crusoe
|
Prevost
|
1731
|
Manon Lescaut
|
Voltaire
|
1752
|
Micromegas
|
Voltaire
|
1759
|
Candido
|
Rousseau
|
1761
|
La nueva Eloisa
|
Diderot
|
1796
|
Jacques el fatalista
|
Stendhal
|
1817
|
Roma, Nápoles y Florencia
|
Stendhal
|
1822
|
Sobre el amor
|
Stendhal
|
1830
|
Rojo y negro
|
Balzac
|
1834
|
Eugenia Grandet
|
Balzac
|
1834
|
Papa Goriot
|
Balzac
|
1835
|
La muchacha de los ojos de oro
|
Balzac
|
1836
|
La duquesa de Langeais
|
Stendhal
|
1836
|
Vida de Henry Brulard
|
Dickens
|
1837
|
Papeles póstumos del Club Pickwick
|
Dickens
|
1839
|
Oliver Twist
|
Stendhal
|
1839
|
La cartuja de Parma
|
Balzac
|
1845
|
La comedia humana (incluye Historia de los trece que
incluye Ferragus)
|
Balzac
|
1847
|
Esplendor y miseria de las cortesanas
|
Dickens
|
1849
|
Cuento de Navidad
|
Dickens
|
1850
|
David Copperfield
|
Baudelaire
|
1857
|
Las flores del mal
|
Flaubert
|
1857
|
Madame Bovary
|
Dickens
|
1859
|
Historia de dos ciudades
|
Dickens
|
1861
|
Grandes esperanzas
|
Flaubert
|
1862
|
Salambó
|
Dickens
|
1865
|
Nuestro amigo común
|
Dostoievski
|
1866
|
Crimen y castigo
|
Tolstoi
|
1866
|
Dos husares
|
Twain
|
1867
|
La célebre rana saltarina
|
Baudelaire
|
1869
|
El spleen de París
|
Flaubert
|
1869
|
La educación sentimental
|
Tolstoi
|
1869
|
Guerra y paz
|
Twain
|
1876
|
Las aventuras de Tom Sawyer
|
Twain
|
1876
|
Viejos tiempos en el Mississippi
|
Flaubert
|
1877
|
Tres cuentos
|
Tolstoi
|
1877
|
Anna Karenina
|
James
|
1878
|
Daisy Miller
|
Stevenson
|
1880
|
El pabellón en las dunas
|
Stevenson
|
1883
|
La isla del tesoro
|
Twain
|
1885
|
Las aventuras de Huckleberry Finn
|
Stevenson
|
1886
|
El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde
|
Tolstoi
|
1886
|
La muerte de Ivan Ilich
|
Twain
|
1889
|
Un yanki en la corte del Rey Arturo
|
Stendhal
|
1893
|
Recuerdos de egotismo
|
Twain
|
1893
|
Él billete de un millón de libras
|
Stendhal
|
1894
|
Luciano Leuwen
|
Conrad
|
1899
|
El corazón de las tinieblas
|
Twain
|
1900
|
El corruptor de Hadleyburg
|
Conrad
|
1906
|
El espejo del mar
|
Twain
|
1906
|
Un legado de 30.000 dolares
|
Hemingway
|
1929
|
Adios a las armas
|
Borges
|
1935
|
Historia universal de la infamia
|
Conrad
|
1940
|
Victoria
|
Hemingway
|
1940
|
Por quién doblan las campanas
|
Borges
|
1949
|
El Aleph
|
Pavese
|
1949
|
El bello verano
|
Pavese
|
1950
|
La luna y las hogueras
|
Hemingway
|
1952
|
El viejo y el mar
|
Pasternak
|
1957
|
Doctor Zhivago
|
Hemingway
|
1964
|
París era una fiesta
|
Borges
|
1975
|
El libro de arena
|
La incorporació de les
cites ha estat facilitada per la pàgina web: