Unes quantes perles de UN PUEBLO TRAICIONADO de Paul Preston:
El rígido control de los medios
de comunicación y del sistema educativo había creado lo que se denominó «el
franquismo sociológico». Con el apoyo sustancial de los bancos, la formación de
Fraga, Alianza Popular, se había fundado ya en la segunda mitad de septiembre
de 1976. Parte de su financiación provenía ilegalmente de la Unión Social Cristiana
de Franz Josef Strauss. Hans Hoffmann, un destacado miembro de la comunidad
nazi exiliada en España y factótum de Girón en Málaga, creó la Fundación Hanns
Seidel en dicha ciudad, a través de la cual se canalizaba dinero hacia Alianza
Popular.
La UCD era, por tanto, el instrumento
ideal para garantizar que, en la transición de un régimen dictatorial a un
régimen democrático, el verdadero poder del Gobierno quedara en manos, si no de
las mismas personas que antes, al menos de individuos suficientemente
conservadores como para garantizar la estructura existente de poder económico y
social.
El aparato de propaganda de la
UCD trabajó con denuedo para atraer a las mujeres, aprovechando el aspecto de galán
de cine de Suárez y creando una imagen de hombre de familia devoto y católico
practicante.
A cambio del restablecimiento de
la Generalitat, mediante una adaptación del Estatuto de 1932, Tarradellas
prometió la lealtad de Cataluña a la monarquía, la aceptación de la unidad de
España y el respeto a las fuerzas armadas.
La trayectoria de éxito de Suárez
tocó a su fin en el transcurso de 1978. El aumento de la delincuencia callejera
a consecuencia del paro desbocado fue explotado por la prensa para fomentar el
pánico de la clase media ante el colapso de la ley y el orden. La ultraderecha
afirmó que los delincuentes eran izquierdistas que habían salido de la cárcel
gracias a la amnistía. La izquierda argumentó que la policía estaba tratando de
erosionar la democracia permitiendo que los delitos se descontrolaran. Desde
luego, existía un contraste notable entre la brutal eficacia de la policía bajo
el franquismo y su aparente impotencia en el régimen democrático.
La convicción general en Euskadi
de que Martín Villa aprobaba la brutalidad de la policía y la Guardia Civil
impulsó el apoyo a ETA. El 11 de enero de 1978, un policía y dos etarras
murieron en un tiroteo en Pamplona. Cuando los periodistas le pidieron su
opinión, Martín Villa hizo este desafortunado comentario: «Van dos a uno. A
nuestro favor».
Su impotencia ante los actos de
brutalidad confirmó la idea muy extendida en el País Vasco de que las fuerzas
del orden españolas eran un ejército extranjero de ocupación ante el cual las
acciones de ETA constituían una legítima defensa. El Gobierno parecía
paralizado ante los asesinatos casi semanales de policías o guardias civiles por
parte del grupo. Los actos de terrorismo indiscriminado comenzaron a restar
apoyo popular a ETA, aunque no lo suficiente como para ayudar a Suárez. La ola
de asesinatos llevó al Gobierno a efectuar varias tentativas de negociación de
una tregua.
Así, el referéndum del texto constitucional
se celebró el 6 de diciembre en un clima de tensión. Sin embargo, a pesar de
una abstención a escala nacional del 32,3 por ciento, el resultado fue un claro
aval popular a la Constitución. La abstención fue un síntoma del creciente desencanto
con la política. El Gobierno se mostró preocupado por los resultados en
Euskadi, donde la abstención alcanzó el 51,1 por ciento del electorado y el
«no» supuso un 23,54 por ciento de los sufragios.
Tejero deseaba que una junta al
estilo Pinochet aplastara a la izquierda y revocara las autonomías regionales,
por lo que rechazó airadamente la idea de un Gobierno de coalición con Felipe González
como vicepresidente e incluso un comunista, Jordi Solé Tura, como ministro de
Trabajo, lo que sugiere que Tejero no estaba al tanto de las intenciones de
Armada.
Desde principios de mayo, 48
personas, entre ellas varios niños, habían muerto a causa de una misteriosa
enfermedad diagnosticada como «neumonía atípica». Más de ocho mil más estaban
hospitalizadas y padecían síntomas terriblemente dolorosos. La causa de la
epidemia era el aceite de colza desnaturalizado, que había sido adulterado con
aceite industrial y varios productos químicos para que pareciese aceite de oliva
y pudiesen venderlo en puestos callejeros.
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