divendres, 21 de juliol del 2023

Un pueblo traicionado de Paul Preston

Unes quantes perles de UN PUEBLO TRAICIONADO de Paul Preston:

El rígido control de los medios de comunicación y del sistema educativo había creado lo que se denominó «el franquismo sociológico». Con el apoyo sustancial de los bancos, la formación de Fraga, Alianza Popular, se había fundado ya en la segunda mitad de septiembre de 1976. Parte de su financiación provenía ilegalmente de la Unión Social Cristiana de Franz Josef Strauss. Hans Hoffmann, un destacado miembro de la comunidad nazi exiliada en España y factótum de Girón en Málaga, creó la Fundación Hanns Seidel en dicha ciudad, a través de la cual se canalizaba dinero hacia Alianza Popular.

 

La UCD era, por tanto, el instrumento ideal para garantizar que, en la transición de un régimen dictatorial a un régimen democrático, el verdadero poder del Gobierno quedara en manos, si no de las mismas personas que antes, al menos de individuos suficientemente conservadores como para garantizar la estructura existente de poder económico y social.

 

El aparato de propaganda de la UCD trabajó con denuedo para atraer a las mujeres, aprovechando el aspecto de galán de cine de Suárez y creando una imagen de hombre de familia devoto y católico practicante.

 

A cambio del restablecimiento de la Generalitat, mediante una adaptación del Estatuto de 1932, Tarradellas prometió la lealtad de Cataluña a la monarquía, la aceptación de la unidad de España y el respeto a las fuerzas armadas.

 

La trayectoria de éxito de Suárez tocó a su fin en el transcurso de 1978. El aumento de la delincuencia callejera a consecuencia del paro desbocado fue explotado por la prensa para fomentar el pánico de la clase media ante el colapso de la ley y el orden. La ultraderecha afirmó que los delincuentes eran izquierdistas que habían salido de la cárcel gracias a la amnistía. La izquierda argumentó que la policía estaba tratando de erosionar la democracia permitiendo que los delitos se descontrolaran. Desde luego, existía un contraste notable entre la brutal eficacia de la policía bajo el franquismo y su aparente impotencia en el régimen democrático.

 

La convicción general en Euskadi de que Martín Villa aprobaba la brutalidad de la policía y la Guardia Civil impulsó el apoyo a ETA. El 11 de enero de 1978, un policía y dos etarras murieron en un tiroteo en Pamplona. Cuando los periodistas le pidieron su opinión, Martín Villa hizo este desafortunado comentario: «Van dos a uno. A nuestro favor».

 

Su impotencia ante los actos de brutalidad confirmó la idea muy extendida en el País Vasco de que las fuerzas del orden españolas eran un ejército extranjero de ocupación ante el cual las acciones de ETA constituían una legítima defensa. El Gobierno parecía paralizado ante los asesinatos casi semanales de policías o guardias civiles por parte del grupo. Los actos de terrorismo indiscriminado comenzaron a restar apoyo popular a ETA, aunque no lo suficiente como para ayudar a Suárez. La ola de asesinatos llevó al Gobierno a efectuar varias tentativas de negociación de una tregua.

 

Así, el referéndum del texto constitucional se celebró el 6 de diciembre en un clima de tensión. Sin embargo, a pesar de una abstención a escala nacional del 32,3 por ciento, el resultado fue un claro aval popular a la Constitución. La abstención fue un síntoma del creciente desencanto con la política. El Gobierno se mostró preocupado por los resultados en Euskadi, donde la abstención alcanzó el 51,1 por ciento del electorado y el «no» supuso un 23,54 por ciento de los sufragios.

 

Tejero deseaba que una junta al estilo Pinochet aplastara a la izquierda y revocara las autonomías regionales, por lo que rechazó airadamente la idea de un Gobierno de coalición con Felipe González como vicepresidente e incluso un comunista, Jordi Solé Tura, como ministro de Trabajo, lo que sugiere que Tejero no estaba al tanto de las intenciones de Armada.

 

Desde principios de mayo, 48 personas, entre ellas varios niños, habían muerto a causa de una misteriosa enfermedad diagnosticada como «neumonía atípica». Más de ocho mil más estaban hospitalizadas y padecían síntomas terriblemente dolorosos. La causa de la epidemia era el aceite de colza desnaturalizado, que había sido adulterado con aceite industrial y varios productos químicos para que pareciese aceite de oliva y pudiesen venderlo en puestos callejeros.

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