"Sucede cuando nos preguntan, seamos estudiantes o maestros, que lo primero que se experimenta es un sobresalto, una especie de sentirse sorprendido “in fraganti”, como si hubiésemos descuidado algo, o dejado en olvido, por lo menos. Y aun puede ocurrir que tratándose de una pregunta para la cual disponemos de adecuada respuesta, al sobresalto suceda un vacío en la mente. Nada hay más contrario para salir de esta situación que el esforzarse para salir de ella. Por el contrario, hay que sostenerse en ese vacío de la mente con un corazón firme. Y entonces, sólo entonces, es cuando aflora la respuesta: una respuesta todavía más precisa de la que creíamos tener. Entre la pregunta y la respuesta debe existir, de mediar, un vacío, una detención de la mente, una cierta suspensión del tiempo." [Maria Zambrano] 238
Dice Kant en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres que lo que distingue a los seres racionales de las cosas es que los primeros tienen "dignidad", mientras que las segundas solo tienen "precio". 241
Lo importante ahora es subrayar que todos los ejemplares del mismo libro son idénticos y, en cambio, cada uno es distinto en función de su lector, porque lo que hace del libro una cosa singular es la «relación» que ha establecido con su lector. 244
Los profesores que educan desde las disciplinas no aman los libros, aman una lógica correctiva que expulsa determinadas obras porque no forman parte del canon de la materia, de la asignatura impartida o de la guía docente. En cambio, los que se atreven a educar desde los libros no tienen miedo a romper con el régimen disciplinario, y situarse en una perspectiva «mestiza». Pero esos profesores son peligrosos porque ponen en cuestión el orden discursivo imperante, y no tienen la protección que ofrece el sistema pedagógico, no tienen la red de seguridad de la lógica disciplinaria. No hay que olvidar este aspecto, a saber, que el régimen disciplinario es siempre, en mayor o menor medida, un régimen protector. 363
El autor es una presencia ausente. Y aunque el autor esté físicamente presente, en una presentación o una conferencia, por ejemplo, en un encuentro o un curso, si se trata de la lectura filosófica o literaria, la del autor no es «la» lectura autorizada, sino una más, de las muchas, de las infinitas lecturas posibles. Toda lectura es lectura de ausencias. El libro, es verdad, es un maestro, pero uno distinto al que estamos acostumbrados; es un «maestro ausente». Si mis dudas acerca del texto que estoy leyendo persisten tampoco puedo preguntar a un experto, porque éstos me responderán con toda seguridad al modo erudito, y no es eso lo que ando buscando. Nada tiene que ver el erudito con el lector. 372
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