Cuando el viernes supe
que, con motivo del estreno de Segon origen, varios periodistas han pedido los
últimos días entrevistas con Bigas Luna –promotor y guionista de esta
película–, lejos de caérseme el alma a los pies decidí volver a beber, puse un
par de cubitos en un vaso de boca ancha y abrí una botella de Tullamore Dew que
tenía a punto para el día que tirase la toalla.
La colega Astrid Meseguer lo
explica en este diario: “Con motivo del estreno de Segon origen, una agencia de
comunicación ha recibido recientemente varias peticiones de periodistas para
entrevistar a Bigas Luna, muerto en abril del 2013. Un tuit publicado por la
responsable de prensa de la película en el que pedía a los periodistas que, por
favor, pensasen antes de llamarles, ha causado revuelo en las redes, con más de
un centenar de retuits y mensajes de estupor ante la ignorancia de ciertos
profesionales”.
Acabado el primer vaso de whisky recordé el caso de aquel
periodista de Catalunya Ràdio a quien, hará una década, le pidieron una pieza
sobre Adolfo Marsillach y no sabía quién era. Eso puede ser hasta cierto punto
comprensible porque las generaciones se suceden y los actores y directores de
una época, en la época siguiente son a veces ignorados. Mis padres me cantaban
la excelencia de intérpretes que para ellos eran importantísimos y yo no sabía
quiénes eran. Más grave es el caso de los estudiantes de periodismo –¡de
periodismo!– a los que les hablas de Oriana Fallaci y no saben quién fue. O el
de aquel alto cargo del Patrimoni Escrit i Documental del Departament de
Cultura de la Generalitat de Catalunya que, a principios de los años ochenta,
un día que iba a haber la presentación de una nueva edición de Tirant lo Blanc,
preguntó si el autor, Joanot Martorell, asistiría.
Un día, Jaume Vallcorba, que
había visitado asiduamente a J. V. Foix durante los años en los que preparó su
Obra poètica, me explicó que le había comentado el caso de un periodista que
una tarde fue a su casa, en la calle Major de Sarrià, a hacerle una entrevista.
La primera pregunta que le hizo fue: –¿Qué libros ha escrito usted, se ñor
Foix? El señor Foix le contestó que unos cuantos metros más abajo, en aquella
misma calle Major, había una librería. Le aconsejó que fuese, que comprase sus
libros, que los leyese y que luego volviese. ¿Cómo iba a entrevistar a Foix un
periodista que no sabía ni siquiera qué libros había escrito? ¿Cómo habrían
podido entrevistar ahora a Bigas Luna periodistas tan poco interesados en él y
en su obra que ni siquiera saben que murió hace dos años y medio? Vierto a la
pila los restos aguados de los cubitos, pongo dos más en el vaso y añado un
nuevo chorro de Tullamore Dew
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