diumenge, 23 d’octubre del 2016

Manual de literatura para caníbales de Rafael Reig

Títol:  Manual de literatura para caníbales
Autor: Rafael Reig
Editorial: Debate
Col·lecció: Referencias
Edició: Primera, abril 2006
Pàgines: 311
ISBN: 84-8306-655-6



El proper 8 de novembre (avui es 03 de novembre de 2016) sortirá el mateix llibre amb un nom diferent. Es dirà La cadena trófica. Manual de literatura para caníbales II i serà editat per Tusquets.

La meva edició va ser el primer llibre que vaig comprar a Wallapop. Em va costat 3 €.











CONTENIDO

Introducción
Tema 1. La sublevación de los ornitorrincos
        Encima de la mesa
        La controversia del ornitorrinco
        Debajo de la mesa
        Carrera de relevos
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 2. La paciencia de los paquidermos
        Son pláticas de familia
        Fonsito Relinchón
        Crecimiento y desarrollo de los plantígrados
        La lentitud de los paquidermos
        Lo hacedero
        Otra visita al cuarto estado
        Los amores recreativos
        Los nenúfares gilipollas
        Fuego amigo
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 3. El albatros a pie 
        El poeta descuartizado
        Por una cabeza
        Los amores imprudentes
        La sombra de la ceiba
        Degeneración
        El científico social
        Otras platicas de familia
        El amor improvisado
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 4. La estrategia de las termitas 
        El hombre que no quiso ser Pepe Martínez
        La digestión de la celulosa
        El conocimiento de causa
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 5. La brevedad del alción 
        El alcionismo
        El arte deportivo
        La corporación
        El alción
        Egregios y vulgares
        Días de llamas
        El cholo Vallejo
        Si España cae
        En representación de todo el mundo
        La guerra ha terminado
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 6. Cernícalos de rapiña 
        Años de humo
        Especies protegidas, aves rapaces y pájaros solitarios
        Un cáncer secreto
        Reunión de pastores
        Horacio en España
        Ejercicios prácticos
        Para saber mas
Tema 7. El abrazo de las anacondas 
        Ejercicios prácticos
        Para saber más
Tema 8. Las criaturas monstruosas 
        El soliloquio del marino
        Una segunda oportunidad sobre el mar
        La guerra de las Dos Marías
        La fatiga de los materiales

El plantejament inicial del llibre és intentar superar la limitació de que haguent tanta documentació sobre caníbals, no hagi res sobre les seves aficions literàries. La bibliografia d'altres aspectes és abundant:

Jesús Paniagua: Digestión y trascendencia
Violeta Fernández: Cariño caníbal: el amor y la masticación
Marisol de Mateo: Cocina caníbal: recetas para principiantes
Carmen de Eusebio: Vajilla y ajuar doméstico de los caníbales de Samoa
Muhisim Alramli: Reason, Sense and subjectivity in Cannibalism
(no confondre al famòs antropòleg -en la foto-amb el poeta iraquí, resident a Espanya, Muhsin Al-Ramli)

I es curiós perquè els escriptors no es que es llegeixin entre ells, es que es mengen els uns als altres. Per tant, l'objectiu final del llibre és:"ofrecer al profano y al estudiante un resumen divulgativo del panorama histórico de la literatura caníbal entre 1808 y 2008." (pàg. 16)



Tema 1 La sublevación de los ornitorrincos

El ornitorrinco es un animal que, cuando se descubre, rompe con los esquemas de Linneo. Al poco tiempo, la zoología lo enmarca en los monotremas y queda perfectamente catalogado. Pasará lo mismo con Espronceda, Cadalso, Lord Byron, Walter Scott y el resto de románticos que aparecerán frente a la Ilustración pero pronto se consolidarán como movimiento.

Espronceda busca el escándalo. Consigue que la censura le haga publicar su periódico El Siglo totalmente en blanco.  Larra lo plasmará en un artículo.

Agustín Belinchón, el protagonista de esté capítulo de la novela (?) es un ilustrado. Sobre el romanticismo: 
“-¿El Romanticismo? Eso no cuajará, no le interesa a nadie. Aún digo más; los ciudadanos lo van a rechazar de pano.” (pág. 26)

¿Cómo veía el Romanticismo el entorno de Belinchón?
“-Si quieres, me puedes palpar por encima de la ropa –sugirió Esperancita.
Belinchón pasó la mano por su escote. 
-Empuja corazón –recomendó la joven.
Apretó uno de aquellos hemisferios contra las líneas de su destino, en la palma de la mano, y tuvo miedo de que se las borrase o se las torciera.
Esperancita, a través del pantalón, cerró la mano alrededor del miembro de Agustín. Cuando este quiso darse cuenta, le había desabotonado y lo había expuesto a la intemperie. Luego lo apretó en su puño. 
-¿Te escurriste ya? -preguntó Esperancita. -No es eso. Qué va. Una pequeña emulsión involuntaria. -Muy romántico. Como quien vuelca el alma en unos versos... ¡Psssst! -se entusiasmó la joven.” (pág. 28)

Después de un atraco consentido, Belinchón cae en una fisura del tiempo y se va a encontrar con los escritores del futuro: César Vallejo, Juan Benet, Javier Marías, Juan García Hortelano, Pérez Galdós, Rubén Darío, García Márquez, Juan Carlos Onetti, Antonio Muñoz Molina, Camilo José Cela, Luis García Montero, Almudena Grandes.

Una buena definición del Romanticismo
“Durante buena parte del siglo xix, los románticos formularon una sola pregunta a los ilustrados: «¿De qué se trata, que me opongo?».” (pág. 38) Reig propone que la ruptura de la tradición forma parte de la tradición. Así lo defendía Octavio Paz en “Los hijos del limo” o -digo yo- Thomas S.Khun en “La estructura de las revoluciones científicas” para la ciencia.

A las 18:00 del 13 de febrero de 1837 (que imagino que ahora serían las siete de la tarde y por tanto ya oscurito) , en la calle Santa Clara  3 segundo piso, el pobrecito hablador (que según algunos cálculos el año anterior a su muerte habría ganado unos 100.000 € de 2006), Mariano José de Larra se pega un tiro frente al espejo. En su entierro, Zorrilla, en la primera operación de marketing de la literatura hispana, lee unos versos y alcanza, repentinamente, la fama.

“Al fin y al cabo, la literatura no es más que un tipo que está en su casa y se pone a escribir en pijama. Este individuo obstinado escribe y escribe, sin parar, hasta que consigue terminar un libro. Después otro sujeto lo imprime, otro lo distribuye y, al final del recorrido, siempre aparece otro, también en su casa, que se pone a leer sin zapatos, con los pies encima de la mesa. Esto es el fenómeno literario. Pare usted de contar. Tipos cansados, con ojeras, que escriben en pijama. Mujeres adormiladas en un vagón de tren. Hombres que se descalzan para leer más cómodos. Niños absortos en un rincón del patio durante todo el recreo". (pág. 47)

La aparición de los movimientos está vinculada al fenómeno de las modas. Algunos llegan a tener líderes con el maillot amarillo como Larra en la Generación del 27 y además excelentes directores técnicos como Ortega y Gasset. En el 27, el pelotón estará formado por Altolaguirre, Villalón, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén…  Como comentará Reig en Señales de humo, los movimientos no son nuevos. Ya Berceo surgió con su Mester de Clerecía frente al Mester de Juglaría; Erasmo sería el director técnico del Humanismo y Lope de Vega plantearía el “arte nuevo de hacer comedia”. Pero desde el Romanticismo, la cosa se profesionaliza.

Victor Hugo llega España en 1811. Se carga de tópicos (tópicos ahora, novedades entonces) y los cocina en Francia. Un buen día anuncia la buena nueva: Hay que liberarse de las imposiciones del Neoclasicismo ilustrado.  Otros chefs plantean lo mismo por toda Europa: Heine, Byron, Schiller, Leopardi,….

El Romanticismo es un movimiento, de una generación y con una estética en forma de uniforme. El poder está encantado. Mientras acumula capital unos pardillos les “ponían la música de fondo, los versos sonoros que les ayudaban a convencerse de que ellos también se encontraban en la posesión de un alma sensible.” (pág. 52)

Tema 2 La paciencia de los paquidermos

Agustín Belinchón ya ha abandonado todo interés por la literatura. Ahora, su hijo Alfonso toma el relevo y es plenamente romántico. Galdós es uno de sus amigos.

Castelar publica un par de artículos antimonárquicos y Narváez lo quiere expulsar de la Universidad. El rector, que vive en el mismo edificio en que murió Larra, se niega y los estudiantes montan una serenata en honor suyo. Tres días más tarde, la Veterana, una sección urbana de la Guardia Civil, carga contra los manifestantes. Como es habitual dispara al aire pero, algunos obreros, con la funesta manía de volar,  son abatidos. Alfonso ve a una lavandera muerta y, en un acto romántico quiere besarla pero no se atreve.

Quiere ser romántico pero le fastidia que le llamen Fonsito. Igual le pasa a Juanito Valera, (novela introspectiva: Pepita Jiménez. Un cura intenta autoconvencerse de que no tiene sentimientos eróticos hacia una viuda).

En 1868 sale Isabel II. En diciembre de 1870 Muere Prim y llega Amadeo. Son los años de esplendor del café tertulia. Tras la disolución de la I República, en diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclamará a Alfonso XII rey de España. La burguesía ya está en el poder y ya no necesita al Romanticismo.

Galdós y Cía. inventan la literatura realista y las lentas novelas paquidérmicas. La burguesía ya tiene todo lo que puede tener pero aún le falta una imagen. La novela realista le hace el trabajo. Es necesario saber qué es lo natural, qué se ha de pensar, qué se ha de decir. El realismo plantea que la cotidianeidad material dice más que la introspección. De ahí su observación, su búsqueda del detalle.

Belinchón practica con la oui-ja pero en lugar de manifestarse Espronceda, Garcilaso o Calderón, se le presentan Benet, Neruda y Baroja que, claro está aún no han nacido. Para superarlo continua leyendo a Espronceda, Bécquer o Núñez de Arce. 

Un amigo de Alfonso deja embarazada a una chica pobre. Galdós aprovechará el incidente para dar forma a su Fortunata. 

Zorrilla y Núñez de Arce, ya mayores, evolucionan hacia el patriotismo y el conservadurismo.  Hacia 1879 la mayoría ya había muerto por diferentes causas.. Los α-como Byron- los β por tisis o los más estrictos como Larra. Sea como fuere, morían jóvenes. 

Campoamor es el único que contradice el entusiasmo de Zorrilla –que escupía al hablar- respecto a la supervivencia del Romanticismo. Echegaray sugería no confiarse. El campo temático de los románticos era muy limitado. “Nenúfares gilipollas” fue la contestación de Unamuno a un poeta romántico que preguntaba el nombre de la flor que aparecía en todas sus composiciones (del romántico). 

Pero hay novedades. Se reúnen Galdós, Jose María Pereda, Perico Alarcón, Marcelino Menéndez y Pelayo, Juan Varela, Alas Clarín y la Condesa de Pardo Bazán.

“…A las 05.45 pm comparece la señora condesa de Pardo Bazán…
-¡La hipopótama! ¡Menudos hemisferios boreales! –comentó Moncho Campoamor, simulando con las manos unos pechos abultados.
-Pues de australes también va servida –añadió Núñez de Arce.
-Esa misma –prosiguió Arsenio Vargas- Por cima del velador de mármol, todo era circunspección, pero ¿a que no adivinan ustedes lo que pasaba por debajo de la mesa, a hurto de miradas indiscretas? Pues … ¡telégrafos secretos a pie descalzo, señores! ¡Ni más ni menos! ¡Y con dos a la vez! Con el pie izquierdo, sin bota, eh, sin bota, ¡ojo al dato!, doña Emilia le acariciaba las pantorrillas a don Marcelino Menéndez y Pelayo, académico de la Española…
-¡Un saltimbanqui!
-…y el pie izquierdo, también desnudo, lo depositó entre los muslos de Pérez Galdós, y allí se puso a mecerlo en un vaivén. ¿Se hacen ustedes cargo?
-Sí, hombre, Arsenio, sí, que se la cascó al canario sin sacarle el pajarito de la jaula. Nada del otro jueves: llevan liados la intemerata, lo sabe todo el mundo.” (pág. 91) Parece ser que así consta en Cartas a Galdós de la Editoral Turner, Madrid, 1975

Los realistas eran realmente descriptivos:

“…Tomó la palabra entonces el señor Valera y refirió algunos detalles de una enamorada suya…
-Serían detalles sutiles –se chanceó Campoamor-. Juanito Valera analiza el alma, no en vano ha escrito ya unas cuantas novelas psicológicas.
-Pues no sé qué decirle –confesó el cándido Arsenio consultando sus notas-. Refirió textualmente que su enamorada «es coñiancha», dijo que «su chomino es de la primera magnitud».
-Qué gran príncipe de nuestras Letras.” (pág. 92)

Bartrina presenta una poesía novedosa con un gran componente científico. 

Alfonso Belinchón se entera que el alter ego de Fortunata ha muerto abandonada. Le dispara un tiro al causante, su amigo. Besa el cadáver, abandona Madrid y se va a América.

En “Para saber más” leemos:  “Fortunata y Jacinta es la mejor novela española de todos los tiempos (sí, a pesar de Cervantes). Léase de inmediato. Después debe leerse La regenta, de Leopoldo Alas. La lectura de los Episodios Nacionales, de Galdós, requiere unas largas vacaciones, una prolongada enfermedad o un estancia penitenciaria de cierta duración. Merece la pena en cualquiera de los casos. Galdós siempre sorprenderá al caníbal curioso. Evítese durante un tiempo la lectura de Miau, Trafalgar y otros clásicos escolares; léase, en cambio, al azar entres sus obras: Lo prohibido asombrará al caníbal; Tristana le dará energía; Misericordia le enternecerá a su pesar.” (pág. 98)


Tema 3 El albatros a pie.

Comienza el tema con la autopsia de Rubén Dario en 1916 y continua con la pelea en la calle por su cerebro,(perfectamente relatada en RNE por Nieves Compostrina). Por su hígado, totalmente cirrotizado, nadie se peleó. Hay quien dice que el cerebro se lo comió el dictador Somoza, hay quien dice que está en un burdel...

Como en 100 años de soledad, Alfonso Belinchón se hace mucho más fuerte físicamente cuando se marcha y cambia su vida, cuando lo abandona todo. En La Habana conoce a Cipriano Alberola, amigo de Weyler: “Valeriano Weyler (1838-1930), militar español. Fue enviado a Cuba para «resolver» el problema (insurrecciones independentistas). Asolo la isla. Creó campos de concentración, destruyó viviendas, prohibió la zafra, etcétera. También estuvo en Filipinas y en Barcelona durante la Semana Trágica y más adelante, en lucha contra el terrorismo urbano. (..) Se dice que Weyler era muy tacaño, hasta el punto de que en una ocasión sus hijos le suplicaron que les comprara pijamas. «¿Pijamas? ¿Para qué queréis pijamas?», dicen que dijo don Valeriano. «Para dormir», le explicaron. «¿Para dormir lo único que hace falta es sueño!» rugió el militar.” (Nota 2 pág. 104-105).

Cipriano, que define la burguesía española como “un atajo de mariconzones” (pág. 105) es el padre de la niña Griselda que vive en la misma casa donde vivirá, años más tarde, José Lezama Lima  “empedernido fumador, obeso, asmático, homosexual y autor de Paradiso (1936)” (Nota 3 pág. 106) . 
La niña Griselda se parece mucho a “La niña Chola” de Valle Inclán en Féminas (1895) y en Sonatas de estío (1903) donde se explica la vida del Marqués de Bradomín. 

Belinchón, en un rito yoruba ve a centauros y a Melquíades. Ha bebido estramonio. “El coronel le explicó que había bebido la legendaria Datura estramonium de Linneo, también conocida como higuera loca, berenjena del diablo, tapate o chamico, la misma flor en forma de trompeta que las brujas medievales usaban para volar en escoba y fornicar con el Maligno” (pág. 112).

Más tarde, nace su hijo José Nepomuceno. Belinchón acude a otra ceremonia yoruba. Su mujer y su suegro llevan pintado el Ouróboros. Griselda, como Salomé, pide a su padre la cabeza de Belinchón y su padre se la concede.

José Nepomuceno ve a Rubén Darío totalmente borracho. Eso le decide a escribir novelas con líneas acabadas, nunca poesías. 

En 1884 Rubén trabaja en la Biblioteca Nacional. Se dice que ha leído toda la Biblioteca de Autores Españoles Ryvadeneira.  En 1888 publica Azul, punto de arranque del Modernismo. No se puede casar con Rosario Emelina Murillo porque no es virgen y se casa con Rafaela Contreras.  Cuando muere Rafaela, la garza morena –Emelina- con ayuda de su hermano, un cura y un revólver, se casa con Rubén. El hermano de Emelina luchará por el cerebro de Rubén. 

Viaja a París y, por mediación de Sawa (que será el Max Estrella de Valle Inclán) conoce a Verlaine. Rubén está lleno de whisky; Verlaine de ajenjo. 

A Rubén, a Verlaine, a Clarín se les ha calificado de locos, de enfermos. Son como albatros que vuelan perfectamente pero no saben caminar por el mundo normal. Decía Baudelaire de los  albatros: “Ses ailes de géant l’empêchent de marcher” (pág. 126).

Rubén conoce a Unamuno que no le da la mano por miedo a que le contagie algo. Tampoco le da la mano a Valle-Inclán aunque le reconoce la mitad de riesgo por ser manco. 

Junto a Valle y un poeta cursi (el de los nenúfares, gilipollas!) conoce a Paca Sánchez, la hija del guarda de la Casa de Campo y se enamora. Vivirá con ella hasta el final de su vida. 

1905 José Nepomuceno está en España y ha decidido dedicarse a la literatura. Es como Zola un naturalista. Los realistas, Valera, Pardo Bazán, Pereda, Alarcón, están indignados con el avance del Naturalismo. 

Zola ha muerto en 1903. Hay quien dice que por accidente, hay quien dice que asesinad ya que fue quien proclamó el J’accuse del caso Dreyfus. 

El modernismo español, Valle-Inclán, Manuel Machado, Salvador Rueda o Alejandro Sawa, eran fieles acompañantes de Rubén.

En “Para saber más” las instrucciones son: “Léase la poesía de Manuel Machado. Memorícense algunos de sus versos para garantizar la diversión y sorpresa en boda, banquetes y comuniones. Vuelva a leer la poesía de Antonio Machado, a pesar de todo.
Léase la obra de Juan Ramón Jiménez (evitando en todo caso el contacto con el infecto Platero y yo).” (pág. 149)

Tema 4 La estrategia de las termitas.


Los paquidermos realistas –Galdós y cía.- están ya en la cumbre. Se habla del Nóbel para Galdós. 

Pepe Martínez no lo soporta y se une a Pio Baroja y Ramiro de Maeztu llegando a cambiar su nombre. Será Azorín. Vicente Climent intenta convencerle que no lo haga y le dice que ese nombre es una mariconada. Pepe insiste. Será Azorín, un azor pequeño.

“En realidad, el reciente Azorín había tomado en secreto otra decisión más importante aún: escribir siempre igual, siempre, siempre, siempre, tratara de lo que tratara. Se haría famoso por su cabezonería y, al final, ya lo verían, ya: aquel tic, aquella monomanía, esa martingala, acabaría convertida en lo que no habría más remedio que calificar como “un personalísimo estilo literario”. El que la sigue la consigue, ¿se apostaba algo Vicente?
Comenzó a expresarse de una forma que resultaba francamente irritante.
- Va, te convido a un café –le ofrecían, por ejemplo.
- Venga. Lo ansío. Lo apetezco. Lo voliciono.
- ¿Solo o con leche?
- Yo, el café, lácteo, enjalbegado, albicante.
- Tú estás gilipollas, Pepito.
- Yo sé quién soy –replicaba, quisquilloso y quijotesco–. Y sé qué puedo ser, si me da la gana, no solo Azorín, sino también el mejor descriptor del planeta Tierra y, por supuesto, los doce pares de Francia.
A partir de entonces todo lo repite tres veces con distintas palabras y comienza a utilizar expresiones indescifrables, que él llama “terruñeras”. Dice sin parar cosas como “artesa”, “heñir”, “chotacabras” o “lamelibranquio”. Nadie sabe nunca a qué narices se refiere. Sus amigos ya casi no le soportan. Oscilan entre la lástima y la ira, entre la compasión y el odio, entre el desdén y el vituperio. De vez en cuando le propinan sonoros palmetazos en el colodrillo, a ver si aún reacciona, porque piensan que se ha encasquillado.” (pág. 154-155)

Y monta la Generación del 96, no la del 97, no la del 98. Es la época de los últimos descubrimientos: átomo, subconsciente, Pavlov, Joyce, el ADN, el australophitecus, Fleming, el yogur, el supositorio, Admunsen, Einstein, la higiene, las huellas dactilares, el automóvil,…

El 98 es un termitero que se come todo lo anterior: “poesía (Machado), teatro (Valle-Inclán), ensayo y filosofía (Unamuno), novela (Baroja) y paisajismo (Azorín).” (pág. 160)

José Nepomuceno Belinchón se da cuenta de que el Naturalismo ya no tiene sentido. Ve, cuando se le acerca la muerte, que lo que se necesita es un realismo mágico.

Federico, su hijo lo encuentra muerto bajo la mesa, como Larra. 

En “Para saber más” tenemos: “Lea a Unamuno con moderación. Empiece por los ensayos. A pesar del título, El sentimiento trágico de la vida es quizá su obra más hilarante. Después lea alguna de sus novelas e intente corregir los obvios fallos del argumento (por ejemplo en La tía Tula).
No pierda el tiempo leyendo a Maeztu.” (pág. 170)

Tema 5 La brevedad del alción

Cuando Federico Belinchón llega a Madrid sabe que hay otro Federico. Se lo presenta Buñuel. Federico García Lorca es un andaluz profesional.

Buñuel quiere que vayan de putas.  Belinchón dice que no puede porque está enamorado. Pero ¿de quién? ¿de alguna intelectual como Maria Zambrano, Concha Méndez, Maruja Mallo, Ernestina de Champourcin?  “Entonces, ¿cómo sería? ¿Cómo le gustaban a él las mujeres?
Con el segundo dry Martini, Federico se interrogó a sí mismo.
Con las tetas muy gordas.
Esa fue la primera respuesta que le vino a la cabeza.
Debía de ser una asociación libre; se lo había explicado Dalí, el catalán. Al parecer, en Viena, un tal Segismundo Freud se había inventado el subconsciente ese, …” (pág. 174)

Buñuel le explica que se está gestando –de modo profesional- una generación con Ortega y Gasset.

“Ortega era un tipo muy bajito, con la cabeza muy gorda, y muy presumido. Hablaba levantando la barbilla y manoteando. Llevaba pajarita, traje a rayas y zapatos de dos colores. A menudo incluso fumaba con boquilla. Las chicas le miraban con éxtasis, pestañeaban, se llevaban las manos al escote, apretaban las rodillas y rozaban un muslo contra el otro. Eran las flappers del Lyceum club Femenino” (pág. 175)

En el Lyceum Club Femenino de Victoria Kent, Zenobia Camprubí, o Carmena Baroja adoraban a Ortega. Benavente –premio Nóbel en 1922- se negó a dar un discurso ya que no lo había preparado y no le gustaba “hablar a tontas y a locas”. (pag. 176). Alberti montó un pollo. A Ortega lo adoraban. Se las había tirado a casi todas, pero “A Pepe lo que de verdad le perdía eran las marquesas, a ser posible algo jamonas. Eran su especialidad, su afición recreativa o su «hobby», como había empezado a decir, porque ahora estaba aprendiendo inglés. A las marquesas, Ortega les hablaba de la filosofía y el golf, del dharma y la tortilla de patatas, y a la media hora las tenía en el bote. Se las llevaba a una habitación del hotel Victoria, donde les pedía que se la chuparan.
 -Hoy día copular es de albañiles -aseguraba-. Yo soy un egregio.” (pág. 176-177)

“Ortega apoyó las palmas de la mano en la mesa y clavó la vista en los senos de María Zambrano:
-Muchachos, hay que hacer un arte artístico. Sois la vanguardia. He dicho.
Se puso el sombrero, cogió el bastón y abandonó la sala disculpándose: llegaba tarde.
Salió a la calle caminando con la deliberada rotundidad de los bajitos.” (pág. 179)

Reig propone la existencia de una corporación de poder real que ha encargado a Ortega la creación de una Generación. El objetivo es crear un rentable –a futuro- “arte impopular”.

En el período de entreguerras, en los días del alción, la Vanguardia vacía el contenido humano de la literatura llenándolo de poesía pura.

“La marquesa de Tamariz acabó agotada. Aplacar la rabia del primer filósofo español no era tarea fácil. Pepe Ortega llegó al palacio de Alicia fuera de sí, iracundo, erecto, insolente y con las orejas rojas como ascuas.
Cuando se fue, satisfecho, a la marquesa le dolían las mandíbulas y más de un esfínter.
De camino, Ortega se tomó una copa de anís en una taberna. No solía hacerlo, pero esa noche la necesitaba.
El local estaba lleno de plebe, de vulgo, de masas: esa España invertebrada que acudía a contemplar ejecuciones y nunca había leído  a Husserl.
De pronto, al fondo, reconoció al pequeño de los Machado, Antonio. Cambió de sitio para que no le viera, no quería saludarle. Era un boicoteador, un trasnochado: sus poesías seguían tratando de la vida. Se negaba a hacer deporte.
Antonio golpeaba con los dedos en el mármol para ir contando las sílabas de alguno de sus poemas:
¡Sólo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche oscura!
¡Y en la tersa arena,
cerca de la mar,
tu carne rosa y morena,
súbitamente, Guiomar!

¿Cómo podía, el muy cabrón, escribir así, con esa pinta de mendigo harapiento? Ortega observó que tenía unos fideos colgando de la solapa de la chaqueta. ¿Serían de la comida? ¿De la cena de ayer? ¿Del cocido del jueves? ¿Llevarían allí pegados y resecos una semana? Antonio era capaz de todo: dejaba caer la ceniza sobre la ropa, tomaba apuntes en los puños de la camisa y salía del baño sin abrocharse la bragueta. Le daba lo mismo ocho que ochenta.” (pág. 189)

Días de llamas, de Iturralde, tal vez sea la novela más interesante sobre la guerra civil. Con el conflicto español se acaban los días del alción.

“Pepe Ortega permanecía en París, preguntando sin cesar que decía Unamuno. Le conocía bien y dudaba de que fuera capaz de mantener la misma opinión durante un período prolongado de tiempo.
Tenía razón. Como rector, Unamuno debía recibir los informes de la Comisión Provincial. Si en el informe se denunciaba que un maestro de Izquierda Republicana no iba a misa, Unamuno escribía al margen «Yo tampoco».” (pág. 208) Fue en aquella época cuando Carmen Polo evitó que Millán Astray y sus secuaces acribillasen a tiros al filósofo salmantino. Al poco tiempo, a las seis de la tarde, del 31 de diciembre de 1936, el profesor Aragón está charlando con él. Unamuno se queda silencioso y Aragón huele algo quemado. Se le están quemando las zapatillas en el brasero porque acaba de morir.

Nace Fernando Belinchón.

En “Para saber más”: "Para acercarse a la guerra civil de 1936, el estudiante debe leer La forja de un rebelde, de Arturo Barea, La plaza del diamante, de Mercè Rodoreda, y Días de llamas de José Iturralde. Se evitará la lectura de San Camilo 1936. Es indispensable, en cambio, el libro de Robert Fraser ya citado” (pág. 216). El libro ya citado es Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Una historia de la guerra civil, Editorial Crítica, 1979.

Tema 6 Cernícalos de rapiña

Cela ha publicado en 1942 La familia de Pascual Duarte. Ha sido apadrinado por Juan Aparicio, el periodista que inventó el símbolo del yugo y las flechas.

Celas se ofreció como delator a los nacionales. Lo descartan por ser demasiado joven ya que tenía solamente 20 años.

Cuando acaba la guerra, como no puede ser delator,  se hace censor. Consigue que la censura prohíba la segunda edición de su Pascual Duarte. Escribe: “La guerra no es triste porque da salud -que no se me lleven las manos a la cabeza los timoratos-  [...] la guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste, porque nos enseña que, fuera de la bandera, nada, ni aún la vida, importa.” (pág. 222-223).

“Tenía un humor bronco y cuartelero, decía tacos, se tiraba pedos, se reía de los paralíticos y de los lisiados, se comía doce huevos seguidos, se iba de putas para ahorrar dinero, porque aseguraba entre risotadas que, echando cuentas, eran las mujeres que salían más baratas, y hablaba sin parar de caca, culo, pedo, pis, del cipote de Archidona y de izas, rabizas y colipoterras. Insultaba a quien se le pusiera por delante, pero, como buen «lejía», sentía un respeto reverencial por las instituciones y las abstracciones: incluso ya de anciano, cuando se hablaba del rey, de la Constitución o del Nobel, se cuadraba con la misma emoción marcial que un legionario al que le mencionan la patria, su santa madre o la Virgen María." (pág. 223).

Nota ampliatòria: Segons la Senyora Rius, famosa madame de Barcelona, Cela, quan anava amb les seves noies, no els hi feia res; sols trencava plats. Li agradava trencar plats. Es pot consultar en Il•lustres execrables de Rac1 del 22 d’octubre de 2016.

“… consiguió que la censura no le dejara publicar en España la primera edición de La colmena, que apareció en 1951 en Buenos Aires,…” (pág. 225)

En 1963 se ofrece a Fraga como delator de comunistas. Funda la Editorial Alfaguara.

Con la llegada de la monarquía se hace senador y furibundo y ferviente juancarlista. JuanCa le nombra marqués.

En 1989 gana el Nobel y en 1994 el Planeta probablemente plagiando.

“El paso de la fase de amaestramiento por hambre, fuerza y miedo al adiestramiento mediante la creación de necesidades aumentadas se puede señalar en España hacia 1962, cuando el miembro del Opus Dei Laureano López Rodó se hace cargo de la Comisaría del Plan de Desarrollo.” (Nota 7 pág. 231)

Los principales cernícalos de rapiña “ a menudo melancólicos” (pág. 231) eran Carmen Laforet, Cela o Gironella.

En ocasiones los entrenaban con otras aves: “Atrapa a Manhattan Transfer, de John Dos Passos  -le decían a Cela, por ejemplo.
Y Cela se cernía sobre la novela norteamericana, se lanzaba en vertical para clavarle el pico en la cabeza, la atrapaba y la entregaba malherida al adiestrador.” (pág 232)

Federico Belinchón muere en Bahía Cochinos. Su hijo Fernando quiere escribir novela de vanguardia como Azorín o Gómez de la Serna. Se reúne con Sánchez Ferlosio, Martín Gaite, Ana María Matute, Ignacio Aldecoa, García Hortelano, Carles Barral, López Pacheco, López Salinas, Antonio Ferres, Alfonso Grosso, Fernández Santos y Juan Goytisolo. Son realistas sociales. Falta Carmen Laforet, que siempre llega tarde.

Aparecen Martín Santos y Juan Benet. Goytisolo casi les muerde, pero pocos años después se les unirá en la superación del realismo social.

Las anacondas americanas empiezan a moverse. Devorarán a todos los cernícalos de rapiña.

Juan Benet e Isaac Montero casi llegan a las manos discutiendo sobre los planteamientos de Horacio respecto a la literatura:

Ars versus Ingenium
Res versus Verba
Docere versus Delectare

O se es domine (ARD) o se es médium (IVD)

Tema 7 El abrazo de las anacondas

Gabo encuentra la inspiración en la carretera. Carlos fuentes en una tienda de la carretera en forma de caja con libros de Faulkner. Gabo piensa en la matanza de la estación de la Ciénaga de diciembre de 1928, año de su nacimiento.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_las_Bananeras)

Juan Carlos Onetti se queda sin tabaco y escribe El pozo. Gabo llega a México el mismo día en que Hemingway se había disparado un tiro (02/07/1961)

Álvaro Mutis sabe que Gabo está sin inspiración y le trae Pedro Páramo de Juan Rulfo.

“Sin duda era su amigo Álvaro Mutis que subía, como siempre al trote, los siete pisos.
Gabo le recibió con el gesto desesperado de escritor incapaz de escribir.
Álvaro traía un paquete de libros. Separó el más pequeño y lo catapultó contra el pecho de Gabo.
-¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!
Era Pedro Páramo, y esa misma noche lo leyó dos veces. Luego leyó toda la obra de Juan Rulfo y admitió:
-Su obra completa no son más de trescientas páginas. Pero son casi tantas y tan perdurables como las que conocemos de Sófocles.” (pág. 262)

Carlos Fuentes va usando a Faulkner. Coincide en su hipocondría con Gabo.  Reprocha al colombiano que haya leído a Kafka pero no a Borges, no a Onetti, no a Lezama Lima.

José Donoso, que ha vivido un retiro en Calaceite (Teruel) también es un hipocondríaco. Igual que Vargas Llosa, Borges, Alejo Carpentier, Onetti, Rulfo, Cortázar, Cabrera Infante o Ernesto Sábato.

Fernando Belinchón odia el realismo mágico. El quiere escribir como Azorín.

Gabo ha de pagar el envío de Cien años de soledad. Cuesta 82 pesos y solo tiene 53. Empeña un calentador y una batidora. Había tardado 18 meses en escribirlo vestido con su mono de obrero:  “Gabriel escribía con un mono de obrero porque decía que era un invento diábolico del capitalismo: te lo pones y te entran ganas de trabajar.
- El de Gabo será un mono de Yves Saint-Laurent -comentó Alfredo Bryce Echenique cuando se enteró.” (pág. 267)

"En primavera a Gabo le salieron de nuevo los torturantes golondrinos, hasta que un día dijo:
-Voy a joder a uno de los Buendía: le van a salir a él los golondrinos en Macondo. A ver qué pasa.
Por increíble que parezca, lo que pasó fue que Gabriel García Márquez no volvió a tener golondrinos. Su personaje, en cambio, aún sigue sintiendo el dolor agudo de los abscesos cada vez que alguien lee la novela, hasta el fin de los tiempos.
Una noche Gabriel se metió llorando a la cama y le dijo a Mercedes:
-Acabo de matar al coronel Buendía.
Estuvo despierto hasta el amanecer, sollozando despacio, sin hacer ruido, sin oleaje, como los ríos más  profundos." (pág. 267)

Gabo le entrega a su mujer el paquete de Cien años de soledad. Ella le entrega el paquete de facturas. El cheque por los derechos de autor llega tres días antes del pacto con el casero.

Rulfo muere en 1986 sin escribir Cordillera, su obra pendiente. Su obra consistía en argumentar porqué no la escribía.

Gabo recibe el Nobel y pronuncia su discurso empezando con la «crónica rigurosa» de Pigafetta.

Para saber más: “Comience el caníbal por leer (o releer) Cien años de soledad. De inmediato lea Pedro Páramo y El llano en llamas. Relea alguno de los cuentos de este último libro en voz alta.
A continuación debe leer El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, así como los cuentos del mismo autor contenidos en el volumen Guerra del tiempo.
Leídos estos relatos, es el momento de releer a Borges y Cortázar. Lea Los cachorros, La ciudad y los perros y La tía Júlia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa. De este mismo autor, devórese el libro La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary. Evite en lo posible la obra de Carlos Fuentes.” (pág. 273-274)

Tema 8 Las criaturas monstruosas

El realismo social se ha mezclado con el realismo mágico y ha conseguido el desinterés de los lectores.

Belinchón, después de unas aventuras marítimas escribe un libro. El editor le dice que ya no se escribe; ahora, equipos de escritores producen los libros. Ve a Javier Sierra, Leopoldo Panero, Lucía Echevarría o Matilde Asensi y se entera de que, en realidad, son actores.

La literatura había terminado con la guerra de las dos Marías: Javier y Fernando. Javier Marías era el heredero de Juan Benet, el novelista más influyente de los últimos 50 años. ¿Algún ejemplo? Solo Javier Marías.

Javier Marías, respetado pero no leído se autoproclama rey.  Su corte: Almodovar, Eduardo Mendoza, Francisco Rico, Savater, Luis Antonio de Villena,.. Mariscal le diseña la bandera.

Fernando Marías tenía lectores pero no reconocimiento. Juan Bas le apoya ante las primeras hostilidades.  Los monárquicos eran anti-argumento. Los republicanos exigían que pasara algo.

Armamento y mandos:

Monárquicos: Benet, Vila-Matas, Herralde, Editorial Anagrama, Julián Ríos, Javier Cercas, Bolaño, Gándara, Guelbenzu, Goytisolo

Republicanos: Galdós, Baroja, Marsé, Kronen, Ruiz Zafón, Jesus Ferrero, Juan Madrid, Lorenzo Silva, Aramburu.

Tras la guerra, en que todos pierden, los escritores de la productora de libros son innumerables.

Belinchón se acuesta con su hermana y tienen un hijo que nace con cola de cerdo. En ese momento es capaz de leer los manuscritos de Melquiades.

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