dimecres, 30 de març del 2016

Gargantua y Pantagruel de François Rabelais

                        Gargantua y Pantagruel de François Rabelais

Título: Gargantúa y Pantagruel
Título original: Gargantua et Pantagruel
Autor: François Rabelais
Año: En torno a 1534 para Gargantua y 1531 o 1532 para Pantagruel
Edición: Quinta, revisada por el autor y editada por Pierre de Tours en 1542
Contenido: Prólogo + 58 capítulos para Gargantua y Prólogo + 34 capítulos para Pantagruel

Editorial: Acantilado
Traducción y notas: Gabriel Hormaechea
Prefacio: Guy Demerson
Páginas: 75-353 (279 páginas) Gargantua y 357-570 (214 páginas) Pantagruel
ISBN: 978-84-15277-43-9
Primera edición: Noviembre 2011

El Gargantua es una plasta. El Pantagruel sale bastante mejor parado, supongo que por comparación. El problema básico no es la calidad, es la desactualidad. Las referencias son a hechos vinculados a la época del autor, a su cotidianeidad que, a nuestros ojos, carece de sentido. Se salva por su procacidad que sorprende a primera vista pero no tanto si se ha leído a otros autores de un tránsito del Medioevo a la Modernidad mucho menos gazmoño que nuestros supuestos libertinos XX-XXI.

Por otra parte, la complejidad del idioma que siempre da que pensar hasta que punto nos podemos aproximar al verdadero mensaje del autor fuera de su idioma. Y de rebote, la poco reconocida labor del traductor.

Para mí, era uno de aquellos libros míticos que hay que leer y, por tanto, la decepción ha sido aún mayor. Leer a Luciano de Samósata, referente indiscutible de Rabelais, es mucho más gratificante pese a su milenio de diferencia.

El Pantagruel se salva bastante mejor pero, lamento decirlo, es perfectamente prescindible. De hecho, si no fuera por las notas introductorias en cada capítulo de Gabriel Hormaechea, el nivel de entendimiento para el lector medio actual sería –creo- mucho menor.

La edición de Acantilado contiene los cinco libros y, pese a que en el último capítulo del Pantagruel contiene un cierto avance de los otros tres libros, honestamente, no me atrevo a perder el tiempo con todo lo que hay interesante para leer por ahí. Como siempre, gracias Prococurante.

Algo habrá que destacar, pero únicamente en el Pantagruel:

Referencias a la sífilis:
“..que engendró a Etión (el primero en contraer la sífilis por no haber bebido fresco en verano, como atestigua Bertachino).” Pág. 370 Etión era el Rey de Tebas que murió en la toma de Tebas por Aquiles. Esto sería un referente a la sífilis en épocas remotas que sostendría la tesis de que no fue importada por los descubridores pese a un repunte muy importante a principios del XVI.

“Pues decir Panta en griego es tanto como decir «todo», y Gruel, en lengua agarena, es tanto como decir «sediento», queriendo sugerir con ello que, en el momento de su nacimiento, el mundo estaba sediento.” Pág. 377

Capítulo III. Se trata de un capítulo en que Gargantua llora por la muerte de su mujer en el parto de Pantagruel y al tiempo se alegra por el nacimiento de su hijo. Interesante la nota a principio de capítulo:
“El sentido práctico y vital del pantagruelismo domina en este capítulo. Una pasajera alusión a la posibilidad de que exista algo mejor que el cielo que promete la religión cristiana viene probablemente a insinuar que éste, sin vino, comida ni sexo, es un aburrimiento. Efectivamente, se había sostenido que la mitología cristiana no ofrece grandes cosas en la otra vida si se compara con el Jardín de Zeus. El propio San Ambrosio mantuvo que los santos estaban en el cielo esperando pasar a un lugar mejor.” Pág. 378

En las notas, alguna referencia a la sempiterna incompetencia en la nao Le Grande Françoise “(…) construida en Le Havre en 1527, que tuvo que ser desmantelada en 1535 porque nunca lograron sacarla del puerto;” pág. 382

Sobre la corte papal: “Y llegó a Aviñón, donde no pasaron tres días sin que cayese enamorado, pues las mujeres allí se abren de piernas con facilidad, porque es tierra papal.” Pág. 391

En las notas para la comprensión del capítulo XIV tenemos “ Para la buena comprensión del capítulo, hay que saber que había teólogos que defendían que los hombres fueron creados para cubrir las plazas dejadas libres por los ángeles rebeldes que apoyaron a Lucifer y se convirtieron en demonios, y que el teólogo Nicolás de Cusa (Cusanus) sostenía que el mundo acabaría treinta y cuatro jubileos (mil setecientos años) después de Cristo.” Pág. 444

El capítulo XV “DE CÓMO PANURGO ENSEÑA UNA NOVÍSIMA MANERA DE EDIFICAR LAS MURALLAS DE PARIS” según Gabriel Hormachea “Probablemente se trate del pasaje más escabroso de toda la obra de Rabelais” pág. 452 Efectivamente la naturaleza del material con que se propone construir las murallas de París, el material más barato, es un tanto sorprendente. Introduce también una curiosa fábula de un leñador, un león, un zorro y una vieja en que nos sorprende la filantropía del león y la aplicación del zorro.

En el capítulo XXIII se explica el porqué de que la legua francesa sea mucho menor que la de los países circundantes: “Durante el camino, al ver Pantagruel que las leguas de Francia eran muy pequeñas en comparación con las de otros países, preguntó a Panurgo cuál era la causa y razón de aquello, y éste le contó una historia que narra Marotus du Lac, monachus [monje], en las Gestas de los Reyes de Canarias, en donde dice que, antiguamente, los países no se dividían por leguas, millas, estadios ni pasarangas, hasta que los dividió el rey Faramundo, cosa que hizo de la manera que sigue: «Tomó en París cien guapos mozos, galantes y decididos, y cien hermosas jóvenes de Picardía, e hizo que los trataran y atendieran bien por espacio de ocho días. Luego los llamó, y a cada cual adjudicó su cadacuala con bastante dinero para los gastos, encomendándoles que fueran a diversos lugares, aquí y acullá, y que en todos los lugares en donde se cepillaran a sus mozas, pusiesen una piedra, y que eso sería una legua.
»Así partieron alegres los compadres y, como estaban frescos y tenían tiempo, trajinaban a cada vuelta del camino, y ésa es la razón de que las leguas de Francia sean tan pequeñas. Pero cuando ya habían recorrido un largo camino, estaban hechos polvo y no les quedaba aceite en el candil, no retozaban con tanta frecuencia y se contentaban (hablo de los hombres) con alguna miserable y esmirriada vez al día. Y esta es la razón por la cual las leguas de Bretaña, de Las Landas, de Alemania y de otros países más alejados son tan grandes (otros dan otras razones, pero ésta me parece a mí la mejor)» Pág. 503-504

Algunos casos de suerte o de maestría en la traducción:
“pues decía que sólo había un contrapié entre decir a una mujer «No salgas» y decirle «So nalgas» pág. 463

-Pero –dijo Panurgo-, haced un contrapié con «Una mujer que desea una dicha pura»
-No sabría –dijo ella
-Pues es «Una mujer que desea una picha dura». Pág. 495

“Entiendo el asunto. ¿Veis este diamante? Es un diamante falso. Así que el contenido de lo que la dama quiere decir es «Di, amante falso: ¿por qué me has abandonado?» pág. 509

Una sentencia “Tanto vale el hombre cuanto se estima.” Pág. 537

El capítulo XXX bebe directamente de la Odisea, de la Eneida y de obras de Luciano de Samosata como el Menipo o la Necromancia. Es un descenso a los infiernos donde se observa las profesiones que, una vez muertos, ejercen los hombres más famosos.

El capítulo XXXIII es una oda a la nanotecnología en que, aprovechando el enorme tamaño de Pantagruel (de hecho Alcofribas Nasier –anagrama de François Rabelais- en el capítulo anterior se perdió durante un tiempo en su boca) introduce a trabajadores para que curen su enfermedad aplicándose estrictamente en los puntos del dolor.


El último capítulo, además de constituir un “tráiler” de los libros siguientes concluye con la definición de lo que es ser un buen pantragruelista: “(…) vivir en paz, alegría, salud, comiendo siempre bien.”

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