Título: La montaña mágica
Título original: Der Zauberberg
Autor: Thomas Mann
Año: 1924
Traductora: Isabel García Adánez
Páginas: 1048
Editorial: Pocket Edhasa
Primera Reimpresión. Febrero 2006
ISBN: 84-350-1733-8
DIBA: N Man
Comentari:
Recomanable: NO. (bueno, un poco sí)
Totalment d’acord amb Rosa Montero en “Las páginas tediosas de ‘La montaña mágica’” (https://elpais.com/diario/2010/05/01/babelia/1272672752_850215.html) :
“En toda novela sobran cosas; y, por lo general, cuanto más gordo es el libro, más páginas habría que tirar. Y esto es especialmente verdad respecto a los clásicos. Axioma número uno: los autores clásicos, esos dioses de la palabra, también escriben fragmentos infumables.”
Settembrini i Naphta són uns plastes. El mateix Mann reconeix diverses vegades que es tracta de discursos caòtics i difícilment comprensibles. Racionero advoca per literatura o assaigs que et serveixin. Bé, Settembrini i Naphta, personalment, llevat d'algun gir inesperat, no m'han aportat res.
Respecte al comentari de Rosa Montero, sols plantejar que trobo molt difícil la tasca de triar que puc evitar llegir. Quan menys t'ho esperes salta la frase màgica però, globalment, dubto que pagui la pena. En resum, trobo que, en la pràctica literària cal evitar l'esforç. Hi ha tant per gaudir que quasi seria un pecat perdre el temps del plaer.
Una vegada, a la facultat d’Història, el professor va declarar a La montaña mágica com el llibre cabdal per comprendre perquè a Europa va esclatar la I Guerra Mundial. Com diria en Trapero: Bueno, pues molt bé.
Evidentment que, desprès de tantes pàgines es difícil que no sigui així, et deixa tota una vivencia i es com si haguesssis viscut tu mateix en el balneari. Aquesta és la part amb la que em quedo. En contra el tractament de personatges que apareixen de cop i desapareixen igualment de cop quan podrien aportar molt més que els dos plastes esmentats. També hi ha episodis que es podrien eludir sense cap afectació al conjunt.
Finalment, tot i que sembla que la traducció de Isabel García és la millor, recomano fugir de l’edició de Pocket Edhasa. No hi ha ni una nota a peu de pàgina. Això és greu, però pitjor encara és que en el capítol de la Nit de Walpurgis, si no saps francès, ja has begut oli. En un altre post d’aquest blog deixo una traducció bastant bona d’aquest passatge.
CONTINGUT
ÍNDICE
Intenciones del autor
CAPÍTULO I
La llegada
La número treinta y cuatro
En el restaurante
CAPÍTULO II
Sobre la jofaina baptismal y las dos caras del abuelo
En casa de los Tienappel y sobre el estado moral de Hans Castorp
CAPÍTULO III
Dignidad ofendida
Desayuno
Burla, viático, carcajadas interrumpidas
Satán
Lucidez
Una palabra de más
¡Una mujer, naturalmente!
El señor Albin
Satán hace proposiciones indecentes
CAPÍTULO IV
Una compra necesaria
Excurso sobre la conciencia del tiempo
Hans Castorp se estrena en francés
¡Políticamente sospechosa!
Hippe
Análisis
Dudas y reflexiones
Conversación de mesa
Angustia en aumento. Los dos abuelos y un paseo en barca a la caída de la tarde
El termómetro
CAPÍTULO V
Sopa, eternidad y claridad repentina
«¡Dios mío, lo veo!»
Libertad
Caprichos del mercurio
La enciclopedia
Humaniora
Investigaciones
Danza de la muerte
Noche de Walpurgis
CAPÍTULO VI
Cambios
Un nuevo personaje
Del reino de Dios y de la salvación
Cólera. Un momento realmente penoso
Asalto rechazado
Operationes spirituales
Nieve
Como un soldado y como un valiente
CAPÍTULO VII
Un paseo a la orilla del mar
Mynheer Peeperkorn
Ving-et-un
Mynheer Peeperkorn (continuación)
Mynheer Peeperkorn (final)
Anestesia de los sentidos
Un nuevo placer para los sentidos
Cuestiones harto cuestionables
Hipersensibilidad
Estalla la tempestad
PARÀGRAFS DESTACABLES (AMB ALGUNS COMENTARIS)
“También se dedicó a observar a los pacientes... La masa comenzaba a diferenciarse, y poco a poco iban perfilándose las individualidades” (pág. 100)
“También les contó que, aunque no pudieran creerlo, hacía unos días, al regresar de una breve salida para comprar únicamente un poco de polvo dentífrico, se había encontrado al enfermo sentado en la cama ¡ante un vaso de espesa cerveza negra, un salami, un trozo de tosco pan moreno y un pepinillo!” (pág. 156)
“(...); otra joven de origen desconocido, que guardaba un asombroso parecido con un tapir, el colegial tragón de las gruesas gafas, otro muchacho de quince o dieciséis años que llevaba un monóculo y que, mientras tosía, se llevaba a la boca la uña del dedo meñique, larga cual espátula, y que, sin duda, era un imbécil redomado.” (pág. 161)
“Mire, cada una de esas piezas musicales sin pretensiones durará unos siete minutos, ¿no es verdad? Pues bien, esos minutos tienen entidad propia, tienen un principio y un final, se destacan, en cierto modo, quedan a salvo de la rutina que lo arrastra todo sin darnos cuenta.” (pág. 165)
“Pero, en primer lugar, nada obligaba a dar un nombre a aquellos sentimientos cuando ni siquiera se planteaba que pudieran verbalizarse. En segundo lugar, un nombre implica — si no una relación crítica hacia el objeto designado— una definición, es decir, una clasificación dentro del orden de lo conocido y habitual, mientras que Hans Castorp estaba inconscientemente convencido de que algo tan íntimo como aquello debía guardarse de una vez por todas de las definiciones y las clasificaciones.” (pág. 175)
“(...); y, ante todo, había reivindicado la libertad de pensamiento y el placer de vivir en la tierra, pues —según él— el reino de los cielos era mejor dejárselo a los gorriones. ¡Prometeo! Ése fue el primer humanista, y era idéntico al Satán en homenaje al cual Carducci había compuesto su himno…” (pág. 228)
“(...) y el tiempo era un adversario fácil de vencer en cuanto se tuvieron unos cuantos pensamientos rondando en la cabeza y, además, todo un orbis pictus en la mesita de noche.” (pág. 276)
# Comenio -o Comenius- fou un teòleg i pedàgog txec que en 1658 publicà el seu Orbis Pictus, la primera “enciclopèdia infantil” amb imatges#
“Hace ya una semana cumplida que no se le ve el pelo. Supuse en verdad que se había marchado cuando vi que su sitio en el refectorio permanecía vacío. El teniente me dio la noticia… en fin, la mala noticia, no me crea descortés… En resumen: ¿Cómo está usted? ¿Qué hace? ¿Cómo se siente? ¡Espero que no estará demasiado abatido!
—¡Si es usted, señor Settembrini! ¡Qué amable por su parte! Ja, ja, ja… «refectorio»… Siempre con sus bromas… Siéntese, se lo ruego.” (pág. 279)
#No és que refectori sigui una paraula excessivament desconeguda, però es curiós com Mann va assenyalant la manca de llenguatge de la modernitat.#
“—Claro que lo recuerdo, señor Settembrini. Cuántas nuevas experiencias he vivido desde entonces. Pero me acuerdo como si fuese hoy. Tenía usted ganas de broma aquel día y nos presentó al doctor Behrens como a un juez de los infiernos… Radamés… No, no, espere, ése es otro…
—¿Radamante? Es posible que de pasada le llamase así. No recuerdo todo lo que se me pasa por la cabeza.
—¡Radamante, eso! ¡Minos y Radamante! Y también nos habló de Carducci aquella vez…” (pág. 280)
#Radamés és el capità de la guàrdia en la òpera Aida de Verdi. El garrulo -com és el meu cas- es pot apropar a aquesta dada en el Diccionario de nombres de personas de Josep Maria Albaigès. Radamantis fou un cretenc -germà de Minos- totalment íntegre. Es dedica a jutjar les ànimes dels orientals mentre Eac ho fa amb les dels occidentals. Minos té la darrera paraula#
“—¡Es fantástico! Cuenta usted las cosas tan bien, señor Settembrini… Cada una de sus palabras es tan plástica… A veces, me río yo solo recordando su historia de la muchacha que se bañaba en el lago y a la que tuvieron que dar la «enfermera muda».” (pág. 281)
#Una referència a la pròpia obra pàgines enrere…#
“(...), un matrimonio holandés, que fue colocado en la mesa de Settembrini, y un mexicano jorobado, que sembraba el pánico entre sus compañeros de mesa con horripilantes accesos de disnea: de repente se agarraba como un poseso a su vecino, hombre o mujer, lo sujetaba con sus largas manos como con unas tenazas y lo arrastraba consigo, a pesar de su resistencia llena de espanto y sus gritos de socorro, a los dominios de su propia angustia.” (pág. 293)
“Mientras Hans Castorp se quitaba la chaqueta, Behrens salió de la cabina y pasó a la parte más amplia del laboratorio.
—¡Hombre! —dijo—. He aquí a nuestros Dióscuros, Castorp y Pólux…”(pág. 310)
“—Ahí tiene usted al Gengis Khan —dijo—, ojos de lobo estepario, nieve y aguardiente, tiranía, casamatas y cristianismo. Habría que construirle un altar a Palas Atenea aquí, en el vestíbulo, como medida de defensa.” ( pág. 418)
#El llop estepari de Hermann Hesse és tres anys posterior, de 1927#
“Los ojos estaban cerrados de una manera poco natural, muy apretados: «Los han cerrado —pensó Hans Castorp—, no se han cerrado por sí solos: a eso se le llama el último tributo, aunque en realidad se hiciese más por consideración hacia los vivos que hacia el difunto». Además, había que hacerlo a tiempo, inmediatamente después de la muerte, pues una vez se forma la miosina en los músculos ya no se puede, y el muerto queda con los ojos abiertos para siempre y así resulta también imposible creer en la muerte como en un feliz «sueño». (pág.424)
“—Requiescat in pace —dijo—. Sit tibi terra levis. Requiem aeternam dona ei, Domine. Mira, cuando se trata de la muerte o cuando se habla a los muertos o de los muertos, el latín recobra su vigencia, es la lengua oficial en estos casos, hace ver que la muerte es algo muy especial. Pero no es por hacer gala de humanismo por lo que se habla latín en su honor, la lengua de los muertos no es el latín escolar, ¿entiendes lo que te quiero decir? Tiene otro espíritu, se puede decir que es justo lo contrario. Es un latín sacro, la lengua de los monjes, de la Edad Media, un canto apagado, monótono, como si viniera de las profundidades de la tierra…” (pág. 425)
“Karoline Stöhr era un ser espantoso. Si algo sacaba de quicio a Hans Castorp en sus bienintencionados esfuerzos espirituales era la manera de ser de aquella mujer. Sus continuas muestras de burricie disfrazada de cultura le bastaban. Decía, por ejemplo, «finiquitado» en lugar de «finado»; cuando quería reprocharle a alguien su desvergüenza le llamaba «insolvente», y su explicación de los fenómenos astronómicos que producen un eclipse de sol fue digna de figurar en alguna «antología del disparate». Las masas de nieve que bloqueaban los caminos eran un fastidio, una «verdadera capacidad», y un día provocó la estupefacción de Settembrini diciendo que estaba leyendo una obra sacada de la biblioteca del sanatorio que él seguro conocía y le interesaba, «Benedetto Cenelli, traducido por Schiller».” (pág. 432)
# The ignorant, foolish and eternally confused Frau Stohr mentions Schiller's translation of Benedetto Cenelli, by which she means Goethe's translation of Benvenuto Cellini.
Es curiós com es fa esment, sense anomenar-ho de Benvenuto Cellini. Fa molt poc vaig llegir Reconstrucción, de Orejudo, on es parla de la fabricació d’una medalla amb el text CLAUDUNTUR BELLI PORTAE. Cellini va fer una medalla amb aquesta inscripció el 1534 pel Papa Clement VII. A banda, tinc una especial estimació per l’anècdota de la salamandra de Benvenuto Cellini.#
“Un griego de la mesa de los rusos ordinarios —que, por cierto, tenía unas bonitas piernas— se paseaba en calzones de punto de color lila con una mantilla, una gola de papel y un bastón a modo de cetro disfrazado de Grande de España o de príncipe de cuento.” (pág. 473)
“Oh, enchantante beauté organique qui ne se compose ni de teinture à l’huile ni de pierre, mais de matière vivante et corruptible, pleine du secret fébrile de la vie et de la pourriture! Regarde la symétrie merveilleuse de l’édifice humain, les épaules et les hanches et les mamelons fleurissants de part et d’autre sur la poitrine, et les côtes arrangées par paires, et le nombril au milieu dans la mollesse du ventre, et le sexe obscur entre les cuisses! Regarde les omoplates se remuer sous la peau soyeuse du dos, et l’échine qui descend vers la luxuriance double et fraîche des fesses et les grandes branches des vases et des nerfs qui passent du tronc aux remeaux par les aisselles, et comme la structure des bras correspond à celle des jambes. Oh, les douces régions de la jointure intérieure au coude et du jarret avec leur abondance de délicatesses organiques sous leurs coussins de chair! Quelle fête immense de les caresser ces endroits délicieux du corps humain! Fête à mourir sans plainte après! Oui, mon Dieu, laisse-moi sentir l’odeur de la peau de ta rotule, sous laquelle l’ingénieuse capsule articulaire sécréte son huile glissante! Laisse-moi toucher dévotement de ma bouche l’arteria femoralis qui bat au front de la cuisse et qui se divise plus bas en les deux artères du tibia! Laisse-moi ressentir l’exhalation de tes pores et tâter ton duvet, image humaine d’eau et d’albumine, destinée pour l’anatomie du tombeau, et laisse-moi périr, més lèvres aux tiennes!” (pág. 496)
#Aquest és el fragment que recita Fernando Fernán Gómez en Belle Epoque, segons la llegenda fora de guió#
“—¡No me diga! —exclamó el doctor Behrens. Y (valga la breve referencia al pasado) era justo lo mismo que había contestado cuando Hans Castorp, antes de su primera consulta, le anunció que tenía un poco de fiebre.” (pág. 509)
#Novament l’autor ens parla com a vells companys de camí”
“¿Dios nos libre? Hablas como un civil. La guerra es necesaria. Sin guerras, el mundo no tardaría en corromperse, como dijo Moltke.” (pág. 538)
“—… creo que tiene miedo de muchas cosas que el pequeño Naphta no teme en absoluto, ¿sabes lo que te quiero decir? Y que sus conceptos de libertad y de valor son un tanto endebles. ¿Crees que tendría el valor de se perdre ou même de se laisser dépérir?
—¿A qué viene ahora hablar en francés?
—Como el ambiente es tan cosmopolita… No sé quién encontraría más adeptos, si Settembrini con su República universal burguesa, o Naphta con su cosmópolis jerarquizada. No he perdido detalle, como ves, y aun así, no he conseguido comprenderlo todo; por el contrario, me ha parecido que todo lo que han dicho daba pie a una gran confusión.” (pág. 558)
#D’acord amb el tinent, Encara estem patint la resaca de l’abús del francès en el capítol de Noche de Walpurgis. Es com una mena de petició de perdó per part de Mann. A banda del tema del francès ens reconforta com a lectors sabent que no som els únics que ens hem perdut en les discussions de Settembrini i Naptha#
“Usted ha hablado a esos jóvenes de ciertas atrocidades cometidas por la Iglesia, de su intolerancia y sus terribles castigos, y ahí no ha estado nada acertado, pues es obvio que el fervor religioso bien entendido nunca puede ser pacifista; y fue el papa Gregorio quien dijo: «Maldito sea el hombre que contenga su espada ante la sangre». Ya sabemos que el poder es malo. Pero, para que ese reino llegue, la dicotomía entre el bien y el mal, entre el más allá y el mundo en que vivimos, entre el espíritu y el poder, debe ser eliminada temporalmente en un principio que reúna el ascetismo y el poder. Eso es lo que yo llamo la necesidad del terror.” (pág. 582)
#Visca la tolerància religiosa#
“—Pero ¿quién lo encarnará? ¿Quién será?
—¿Me lo pregunta? ¿Acaso escapa a su escuela de Manchester la existencia de una doctrina social que signifique la victoria del hombre sobre el economismo y cuyos principios y objetivos coincidan exactamente con los del reino cristiano de Dios? Los padres de la Iglesia califican «mío» y «tuyo» de palabras funestas, y la propiedad privada de usurpación y robo. Han condenado la propiedad porque, según el derecho natural y divino, la tierra pertenece a todos los hombres y, por consiguiente, produce sus frutos para beneficio general de todos. Han enseñado que sólo la codicia, fruto del pecado original, invoca los derechos de posesión y ha creado la propiedad privada. Han sido lo bastante humanos y enemigos del mercantilismo para considerar la actividad económica en general como un peligro para la salvación del alma, es decir: para la humanidad. Han odiado el dinero y los negocios monetarios y han dicho de la riqueza capitalista que alimenta las llamas del infierno. El principio fundamental de la doctrina económica, a saber, que el precio es el resultado del equilibrio entre la oferta y la demanda, ha sido profundamente despreciado por ellos, como también han condenado el hecho de aprovecharse de la coyuntura para explotar con cinismo la miseria del prójimo. Y aún hay una forma de explotación más criminal a sus ojos: la explotación del tiempo, ese delito que consiste en cobrar una prima por el mero transcurso del tiempo, es decir: los intereses, y abusar así, para ventaja de unos y a costa de otros, de una institución divina y universal para todos como es el tiempo.
—Benissimo —exclamó Hans Castorp que, en su entusiasmo, adoptó directamente la expresión de aprobación de Settembrini—. El tiempo… una institución divina y universal… ¡Qué pensamiento tan crucial!
—En efecto —continuó Naphta—. El espíritu de esos hombres considera repugnante la idea de un aumento automático del dinero, han calificado de usura todos los negocios relacionados con la especulación o los intereses del capital y han declarado que todo rico era o bien un ladrón o el heredero de un ladrón. Han ido aún más lejos. Han llegado a sostener, como santo Tomás de Aquino, que el comercio en general, el mero negocio, o sea: la compra y la venta que proporciona un beneficio sin transformación ni mejora alguna del objeto de tales operaciones, es un oficio vergonzante. No se inclinaban a valorar el trabajo como tal, pues no es más que un asunto ético y no religioso, y se realiza en servicio de la vida y no en servicio de Dios. Así pues, en cuestiones que únicamente afectaban a la vida y a la economía, exigían que una actividad productiva fuese entendida como condición de toda ventaja económica y la medida de la honorabilidad. Eran honrosas a sus ojos las labores del campesino y del artesano, pero no la actividad del comerciante ni del industrial, pues querían que la producción se adaptase siempre a las necesidades y sentían horror por la producción a gran escala. Todos esos principios y esa escala de valores económicos han resucitado, después de siglos de marginación, en el moderno movimiento del comunismo. Coinciden por completo, hasta en la concepción de la soberanía, que reivindica el trabajo internacional frente al imperio del comercio y la especulación internacionales: el proletariado mundial, que ahora opone la humanidad y los criterios del Estado de Dios a la degeneración burguesa y al capitalismo. La dictadura del proletariado, esa condición de la salvación política y económica de nuestro tiempo, no tiene el sentido de una soberanía por la soberanía misma y de validez eterna, sino el de una solución provisional del conflicto entre el espíritu y el poder bajo el signo de la cruz, el sentido de una superación del mundo terrenal a través del poder sobre el mundo, el sentido de una transición, de la trascendencia, el sentido del reino de Dios. El proletariado ha hecho suya la doctrina de san Gregorio Magno, en él se ha renovado su fervor religioso y, como también dijera el santo, no podrá apartar sus manos de la sangre. Su misión es instituir el terror en aras del bien del mundo y de alcanzar la salvación última: la vida en Dios sin Estado ni clases sociales.” (pág. 582-584)
#Aquest discurs del nou personatge Naphta que uneix jesuitisme i comunisme es, com a mínm bocabadant.#
“La lógica es su forma, pero su esencia es la confusión.” (pág. 589)
#Novament el mateix Mann accepta que aquestes parrafades són una mica confuses.
“¡Cuanto más se confiesa esa panda de gamberros, más lasciva se vuelve! Yo abogo por las matemáticas. Mejor. Aquí ha desaparecido el ruido. Las matemáticas son el mejor remedio contra la concupiscencia. El procurador Paravant, por ejemplo, que sufría grandes tentaciones, se dio a las matemáticas, está ahora a vueltas con la cuadratura del círculo y se ha tranquilizado muchísimo. Claro que la mayoría de la gente es demasiado idiota o demasiado perezosa para eso, ¡que Dios se lo perdone…!” (pág. 603)
“Sin embargo, el cónsul tenía frío, tenía frío todo el tiempo, a pesar de que la cabeza le ardía, y pensó que, si la enfermera jefe efectivamente le hubiese ofrecido un termómetro, él lo habría rechazado, aunque después de todo habría hecho mal, porque era sabido que una persona civilizada no podía usar el termómetro de otra, por ejemplo, de su sobrino.” (pág. 632)
“Y, de hecho, no era más que una interna como todas las demás —morena y regordeta, para más señas—, no tan joven, con bastantes canas pero con una papada muy sugerente y vivos ojos castaños.” (pág. 634)
“Más tarde, durante la comida, el doctor pronunció una pequeña conferencia, animado a ello por James, quien, desde el otro extremo de la mesa, le preguntó qué le sucedía al cuerpo al descomponerse. Y añadió que, como el consejero habría estudiado cuanto se refería al cuerpo, como ésta era su especialidad y él era, en cierto modo, un príncipe del cuerpo, por así decirlo, podía contar en detalle lo que pasaba cuando el cuerpo se descomponía.
—Lo principal es que el vientre estalla —contestó el doctor, apoyando los codos en la mesa y la cabeza sobre las manos juntas—. Uno yace ahí, en su ataúd, entre la viruta y el serrín, y entonces los gases empiezan a inflarle y a inflarle, ¿me entiende?, como hacen los chiquillos gamberros con las ranas cuando las llenan de aire con una cañita, y al final acaba uno como un globo y, claro, el vientre no resiste tanta tensión y estalla. ¡Pardiez, menuda liberación! Se queda uno como Judas Iscariote cuando se cayó del árbol, se sacude toda la hojarasca de encima. Bueno, y después de eso ya vuelve a estar presentable. Si le dieran permiso, podría ir a hacer una visita a sus parientes vivos y no les causaría mala impresión. A eso se le llama «echar la peste». Vamos, que si se volviera a salir a pasear por el mundo, aun llegaría a ser un hombre respetable, como los ciudadanos de Palermo que tienen colgados en Porta Nuova, en las catacumbas del convento de los Capuchinos. Ahí están, todos secos y elegantes, y todo el mundo les profesa gran respeto. Lo fundamental es «echar la peste» antes de nada.” (pág. 635-636)
“En segundo lugar, la tortura sólo había sido el resultado del progreso racional.
Obviamente, Naphta no debía de estar en su sano juicio.
Pero no, sabía muy bien lo que decía. Settembrini era un humanista, y estaba claro que, en aquel instante, no tenía muy presente la historia del ejercicio de la justicia durante la Edad Media. De hecho, tal historia daba fe de un proceso de progresiva racionalización en el que, poco a poco, los criterios racionales habían eliminado a Dios de la jurisprudencia. El juicio de Dios había caído en desuso porque la gente se dio cuenta de que quien triunfaba era el más fuerte, fuera eso justo o no. Esta observación la había hecho gente como Settembrini, críticos, escépticos, etcétera, y el resultado había sido que, en lugar de los ingenuos procedimientos judiciales de antes,se instituyeran los procesos de la Inquisición, que ya no confiaban en la intervención de Dios en favor de la verdad, sino que apuntaban a obtener la confesión de la verdad por parte del condenado. No había condena sin confesión. Hoy todavía persiste esa opinión entre el pueblo, ese instinto está profundamente arraigado. Por evidentes que fuesen las pruebas, la condena no se consideraba legítima si faltaba la confesión. ¿Cómo obtenerla? ¿Cómo determinar la verdad más allá de lo meramente aparente, más allá de la mera sospecha? ¿Cómo penetrar en la mente, en el corazón de un hombre que ocultaba la verdad, que se negaba a revelarla? Si el espíritu se mostraba reacio a hacerlo, no quedaba más remedio que dirigirse al cuerpo, al que era mucho más fácil acceder. La tortura como medio de obtener la indispensable confesión constituía una exigencia de la razón. Ahora bien, era la gente como el señor Settembrini la que había reclamado e introducido tal recurso para obtener la confesión; por consiguiente, también era la autora de la tortura.” (pág. 665-666)
“¡Por supuesto! El criminal era tan consciente de su culpa como de sí mismo. Pues cada cual era como era y no podía ni quería ser diferente; en eso precisamente consiste la culpa. Naphta trasladaba la idea de culpa y de merecido castigo del terreno empírico al metafísico. En las acciones de cada uno, en su actuación, reinaba el determinismo, eso era evidente: ahí no había libertad posible; en el ser de cada uno, en cambio, sí que la había. El hombre era como había querido ser y como seguiría queriendo ser hasta su aniquilación; si mataba porque «se moría de deseos de matar», tampoco era un precio tan alto que le costase la vida. Pagaba, pues, con ella el haber experimentado el placer más profundo.” (pág. 669)
“Sin embargo, nada se ordenaba ni se aclaraba, pues todo eran contradicciones y paradojas irresolubles. Los duelistas se contradecían mutuamente y a sí mismos. Settembrini, que tantas veces había defendido la crítica, ahora se manifestaba contrario a ella y presentaba el arte como principio noble; mientras que Naphta, (...) “pág. 676)
“—Vaya con cuidado, ondina —le dijo él al oído en el ascensor, y a ella se le puso la carne de gallina—. ¡Usted me pagará sus miradas seductoras!” (pág. 681)
#Si jo fos una senyora i un home em digues “vaya con cuidado, ondina” estic segur que la meva resposta seria “¿lo cualo?” #
“No se sueña únicamente con la propia alma, creo yo; los sueños son anónimos y colectivos, aunque cada cual sueña a su propia manera. El alma superior de la que cada uno no es más que una partícula sueña a veces a través de uno, a su manera particular, cosas que sueña en secreto una y otra vez: con su juventud, con su esperanza, con su felicidad, con su paz… y con su sacrificio de sangre” (pág. 721)
#Jo diria que la influència de Jung es bastant forta”
“Conozco la muerte, soy uno de sus viejos empleados; créame, se la sobreestima. Le puedo asegurar que apenas se siente nada. Pues todas las cosas desagradables que en ciertas circunstancias preceden al instante en cuestión no pueden considerarse como parte de la muerte; son cosas de la vida, exclusivas de la vida, y pueden conducir a la vida y a la curación. Sin embargo, de la muerte nadie que volviese de ella podría decir que vale la pena, pues no se tiene vivencia alguna de la muerte. Salimos de las tinieblas y entramos en las tinieblas. Entre esos dos instantes hay muchas experiencias, vivencias, pero no vivimos ni el principio ni el fin, ni el nacimiento ni la muerte; ninguno de los dos tiene carácter subjetivo; en tanto procesos, caen enteramente en el terreno de lo objetivo. Así es.” (pág. 784)
“La señora Stöhr lloró entusiasmada al volver a ver a Joachim como era antes.
—¡Un héroe, un héroe! —exclamó repetidas veces, y propuso que, en sus funerales, tocasen la sinfonía «Erótica» de Beethoven.
—¡Cállese, por el amor de Dios! —bufó Settembrini a su lado. “ (pág. 788)
“Dejamos caer el telón por penúltima vez. No obstante, mientras baja con suave rumor, acompañamos mentalmente a Hans Castorp, que ahora se ha quedado solo en su alta montaña, e imaginamos la escena en un húmedo cementerio del mundo de allá abajo, de allá lejos, donde, por un instante, se enciende y vuelve a apagarse el resplandor de una espada, se escuchan voces de mando y tres salvas, tres románticas salvas de honor retumban sobre el sepulcro, abrazado por la maleza, del soldado Joachim Ziemssen.” (pág. 790)
#Es impactant tant la conversa entre autor i lector com la sensació de cinema o, millor, obra de teatre. Està acomiadant el penúltim capítol,#
“Se conocen, por ejemplo, anotaciones de fumadores de opio que, en el breve período bajo los efectos del estupefaciente, han vivido sueños que se extienden sobre diez, treinta o sesenta años, y que incluso rebasan todos los límites posibles de una experiencia humana del tiempo; sueños, por consiguiente, en los que el contenido rebasa con creces su propia duración y en los que se experimenta una increíble compresión de la experiencia del tiempo, una aceleración de imágenes tal que, como dice un consumidor de hachís, se tiene la sensación de que «el cerebro del hombre drogado funciona como un reloj al que se le dispara un resorte».(pág. 792 - 793)
“—¡Oh, en España! ¿Cómo es España?
—Según se mire…, se viaja mal. Las gentes son medio moras. Castilla es muy seca y dura. El Kremlin es mucho más bonito que ese castillo o convento que hay al pie de una montaña…
—¿El Escorial?
—Eso, el castillo del rey Felipe. Un castillo «inhumanóo». Me gustó mucho más el baile popular de Cataluña, la sardana, acompañada de la tenora. Yo también bailé. Todos se dan la mano y se baila en corro, en la plaza llena de gente. Es encantador, «es humanóo». Me compré un pequeño bonete azul, del estilo de los que llevan allí todos los hombres y muchachos del pueblo; se parece mucho a un fez, una boina. Me la pongo para la cura de reposo y en otras ocasiones. Monsieur dirá si me queda bien.” (pág. 819)
“La vida, joven, es una mujer tumbada, con los pechos llenos y prietos, con un gran vientre liso y blanco entre las caderas robustas, con los brazos frágiles, los muslos carnosos y los ojos entornados, que, en su provocación magnífica y burlona, exige nuestro más alto valor, toda la fuerza de nuestro deseo masculino que le haga frente o que se rinda vencido…, vencido, joven, ¿comprende lo que esto significaría? La derrota del sentimiento ante la vida, ésa es la debilidad para la cual no hay perdón, no hay piedad, no hay dignidad, sino que se maldice despiadada y sardónicamente. ¡Punto redondo, joven! Asunto zanjado… Vergonzante y deshonroso son calificativos débiles para indicar esa ruina y esa quiebra, para ese espantoso ridículo. Es lo último, la desesperación infernal, el fin del mundo.” (pág. 829-830)
“No obstante, desde tiempos inmemoriales, el hombre ávido de sentir ha recurrido a un medio, a una sustancia que le embriaga y le entusiasma y que, de hecho, incluso forma parte de los dones clásicos de la vida, de esos dones sencillos y sagrados y, en consecuencia, no viciosos ni pecaminosos; un remedio de categoría, si se me permite expresarlo así: el vino, un regalo de los dioses a los hombres, como ya afirmaban los antiguos pueblos humanistas, el invento filantrópico de un dios que incluso se relaciona con el nacimiento de la civilización, si se me permite recordarlo. ¿No se dice que, gracias al arte de plantar las viñas y exprimir los racimos, el hombre salió de su estado salvaje y conquistó la civilización? Incluso en nuestros días, los pueblos que producen buen vino se consideran más civilizados que aquellos que no tienen viñas. ¿No es esto digno de mención? Porque viene a decir que la civilización no tiene tanto que ver con la razón y con la cordura perfectamente articulada, sino con el entusiasmo, la embriaguez y el placer de los sentidos.” (pág. 833)
“—El vino… —decía—. Las mujeres… Eso es…, en el fondo… Permítanme… El fin del mundo… Getsemaní…” (pág. 839)
#Es impressionant com es pot recorrer a l’episodi de Getsemaní per justificar que la festa ha de continuar. Que diria Salzillo…#
“Con mordaces y frías palabras, Naphta se esforzó entonces en demostrar —y, en efecto, lo demostró con una evidencia cegadora—, que la Iglesia, encarnación del principio del ascetismo religioso, estaba sustancialmente muy lejos de defender y apoyar lo que tenía afán de persistir, es decir: la cultura mundana y los principios jurídicos del Estado; por el contrario, la Iglesia había suscrito desde siempre el principio revolucionario más radical; todo aquello que se habían empeñado en conservar los tibios, los cobardes y los reaccionarios —a saber, el Estado y la familia, el arte y la ciencia mundanos— había sido, consciente o inconscientemente, contrario a la Iglesia desde siempre, pues la tendencia natural y el inquebrantable objetivo de ésta era la supresión de todas las formas de orden mundano existentes, así como la reestructuración de la sociedad de acuerdo con el modelo del Estado de Dios ideal, comunista.” (pág. 861-862)
“—Eso me tranquiliza completamente —dijo ella, soltando el humo de su cigarrillo—, me tranquiliza oír que no es un hombre apasionado. Si fuese apasionado, no podría ser lo que es. La pasión significa vivir por amor a la vida. Y ya sabemos que usted vive por las meras experiencias que la vida pueda proporcionarle. La pasión es el olvido de uno mismo y usted no tiene otra preocupación que la de enriquecer su espíritu. C’est ça. Ni se le pasa por la cabeza que ésa es una abominable forma de egoísmo, y que, un buen día, se convertirá usted en un enemigo de la humanidad.” (pág. 872-873)
“Repito: de ahí nuestro deber para con el sentimiento. Nuestros sentimientos son la fuerza viril que despierta a la vida. La vida duerme. Quiere ser despertada para desposarse en la embriaguez con el divino sentimiento. Porque el sentimiento, joven, es divino. El hombre es divino en la medida en que es capaz de sentir. Es el sentimiento de Dios. Dios le ha creado para sentir a través de él. El hombre no es más que el órgano mediante el cual Dios se desposa con la vida, despierta y embriagada. Si el hombre no está a la altura del sentimiento, cae en la blasfemia; es la derrota de la fuerza viril de Dios, constituye una catástrofe cósmica, un horror inimaginable…
Y apuró el vaso.” (pág. 885-886)
“No hay mucho que amar en mí.” (pág. 893)
“Su campo de investigación siempre había sido ese oscuro y vastísimo territorio del alma humana que denominamos «subconsciente», aunque en realidad haríamos mejor en llamarlo «supraconsciencia», en tanto esa esfera suele proporcionarnos unos conocimientos que rebasan en mucho el saber consciente del individuo y sugieren la idea de que podría existir alguna relación o vínculo entre estas regiones tan profundas y oscuras del alma individual y un alma universal y omnisciente.” (pág. 959-960)
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