dimarts, 25 d’agost del 2020

El objetivo de Uber

John Naughton, en su columna The Networker en The Guardian, publicaba el pasado sábado 22/08/2020 un artículo sobra la gig economy. En cuatro párrafos resumía su punto de vista sobre la viabilidad futura de empresas como Uber. Dejo aquí su traducción al castellano así como el link al artículo completo.

This “economy” is neoliberal because it embodies the idea that society consists only of markets and individuals. In the Uber/Lyft case, there is a market for rides and there are individuals who can drive. So a software platform is built to connect said individuals with those needing their services. The owner of the platform has no obligations to the atomised individuals who provide the service: they are free to work (or not) and are “managed” by an algorithm and drivers have none of those expensive rights that come from being a normal “employee”. Pricing of the services is decided algorithmically: when there’s a thunderstorm, the cost of a ride goes up; when there’s a lull, they go down. Truly the gig economy is a Hayekian wet dream.

Esta “economía” es neoliberal porque parte de la base de que la sociedad consiste únicamente en mercados e individuos. En el caso Uber/Lyft, hay un mercado para desplazamientos y hay individuos que pueden conducir. Así que se construye una plataforma de software para conectar esos individuos con aquello que necesitan de sus servicios. El propietario de la plataforma no tiene obligaciones respecto a los individuos atomizados que prestan el servicio: ellos son libres de trabajar (o no) y son ‘asesorados’ por un algoritmo; los conductores no tienen ninguno de esos costosos derechos que tienen los empleados normales. Los precios de los servicios se deciden de forma algorítmica: cuando hay una tormenta, el precio del desplazamiento aumenta; cuando la situación es de calma chicha, el precio baja. Realmente, la gig economy es el sueño húmedo de F. A. Hayek

The lengths to which gig economy companies go in order to pretend they’re not employers are comical. A while back, the Financial Times got hold of a Deliveroo internal manual. Never say “We pay you every two weeks”, it advises; instead, it’s “Rider invoices are processed fortnightly”. Never say “Yesterday, you were late to start your shift”; instead, it’s “Yesterday, you logged in later than you agreed to be available”. And of course never mention “uniforms”: they’re “branded clothing”.

Los extremos a los que las compañias de la gig economy llega para pretender que no tienen empleados son cómicas. Hace poco, el Financial Times accedió a un manual interno de Deliveroo: Nunca dicen: “Le pagaremos cada dos semanas” en su lugar dicen “Se abonarán las facturas cada quincena”. Nunca dicen “Ayer llegaste tarde a tu turno”, en su lugar dicen “Ayer, su conexión a la plataforma se produjo más tarde de lo que usted indicó que era su momento disponible”. Y, evidentemente, ninguna mención a uniformes; se trata de ropa de marca.

So much for the neoliberal lexicon. But the gig economy is also a racket because it’s based on a dodgy business model. Many of the companies burn money like it’s going out of fashion. Uber lost $8.5bn in 2019, for example. “We have incurred significant losses since inception, including in the United States and other major markets,” the company wrote in its SEC filing. “We expect our operating expenses to increase significantly in the foreseeable future and we may not achieve profitability.”

Esto por cuanto hace al léxico neoliberal. Pero la gig economy es también un escándalo porque se basa en un modelo de negocio deshonesto. Muchas de las compañías despilfarran el dinero como si hubiera pasado de moda. Uber, por ejemplo, perdió 8.500 millones de dólares en 2019. “Hemos incurrido en pérdidas significativas desde el principio, incluyendo Estados Unidos y otros grandes mercados”, escribió la compañía en su informe de la Comisión de Bolsa y Valores. “Esperamos que nuestros gastos de operación aumenten significativamente en un futuro próximo y, probablemente, sin conseguir beneficios.”

The reason Uber isn’t profitable is because its rides are cheaper than those of conventional taxi firms. And that’s a feature, not a bug: it’s a strategy to drive conventional firms out of business. The money it’s burning belongs to investors (such as the Saudi sovereign wealth fund) who are betting that once the company is the only one left standing, they will have a monopolistic asset on their hands. This is “creative destruction” at its most vicious.

La razón por la que Uber no obtiene beneficios es porque sus desplazamientos son más baratos que los de los taxis convencionales. Y esto es una característica, no un error: es una estrategia para sacar a los taxis convencionales del mercado. El dinero que se derrocha pertenece a inversores (como el fondo soberano saudí) que está esperando que una vez que la compañía sea la única que opere, accederán a un monopolio. Esto es “destrucción creativa” en su forma más cruel.

All hail the California court that put the brakes on Uber and co
John Naughton
Sat 22 Aug 2020 16.00 BST
“Courtesy of Guardian News & Media Ltd”.

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