divendres, 29 de maig del 2020

The Spanish Flu Didn’t Wreck the Global Economy by Walter Scheidel (traducción al castellano)

The Spanish Flu Didn’t Wreck the Global Economy
What Is Different About the Coronavirus Pandemic?
By Walter Scheidel
May 28, 2020

In October 1918, the Spanish flu descended on Stanford University. Residents donned facemasks, football games were canceled, and students were asked to quarantine on campus. But classes and assemblies continued to meet. And in addition to fulfilling their regular academic obligations, male students trained to combat German machine guns and poison gas in World War I. Over a tenth of all students fell ill, and a dozen died—roughly in line with the 45,000 cases and 3,000 fatalities recorded in nearby San Francisco. Yet faculty and students started to abandon face coverings just a month after the initial outbreak. Football returned to campus shortly thereafter, even as the disease lingered throughout the winter.
En octubre de 1918, la gripe española cayó sobre la Universidad de Stanford. Los residentes llevaban mascarillas, el fútbol se canceló y se pidió a los estudiantes que se mantuvieran en cuarentena. No obstante, las clases y las reuniones se mantuvieron. Además, para cumplir con sus obligaciones académicas, los estudiantes masculinos se entrenaron para combatir contra las ametralladoras y el gas venenoso de los alemanes. Alrededor de un 10% de los estudiantes enfermó y una docena murieron –muy en líneas con los 45.000 afectados y 3.000 muertos registrados en la cercana San Francisco. Pero la facultad y los estudiantes empezaron a abandonar las mascarillas justo un mes después de estallido inicial. El fútbol volvió a los campos muy poco después, incluso teniendo en cuenta que la enfermedad se volvió a manifestar durante el invierno.

The contrast with the current coronavirus pandemic is striking. I cannot enter my office at Stanford without special permission from the dean. Almost all undergraduates have left campus, and everyone who can is required to work online. The university hospital, recently rebuilt to the tune of $2 billion, had to cut pay by a fifth for all of its 14,000 employees as anxious patients put off treatment. San Francisco County, now almost twice as populous as a century ago, has reported 2,400 infections and 40 deaths—a per capita fatality rate 99.2 percent lower than that of the 1918–19 pandemic. But two full months after California Governor Gavin Newsom ordered residents to “shelter in place,” the prospect of even a gradual return to normalcy remains elusive at best.
El contraste con la actual pandemia de coronavirus es sorprendente. Yo no puedo entrar en mi oficina de Stanford sin un permiso especial del decano. Casi todos los estudiantes han abandonado el campus y todo aquél que puede tiene que hacer tele-trabajo. El hospital universitario, recientemente reconstruido con un coste de 2.000 millones de dólares, ha tenido que reducir un 20% el salario a sus 14.000 empleados puesto que algunos enfermos angustiados han abandonado sus tratamientos. El Condado de San Francisco, con una población actual de, más o menos, el doble que hace cien años, ha declarado 2.400 infecciones y 40 muertos –una tasa de mortalidad 99,2% menor que en la pandemia de 1918-19. Pero dos meses después de que el gobernador Gavin Newsom ordenó a los residentes “refugiarse en casa”, la perspectiva de un retorno gradual a la normalidad permanece, en el mejor de los casos, poco probable.

Scaling up California’s experience by several orders of magnitude gives a good sense of the state of the world right now. Several hundred million workers have lost their jobs. Global GDP is set to decline by a greater percentage than at any time since the Great Depression. One and a half billion students—some 90 percent of the world’s total—have been affected by school shutdowns. Most societies now face a prolonged economic slump that will derail and blight countless lives.
Escalando mucho la experiencia de California nos da una buena aproximación al estado actual del mundo. Muchos cientos de millones de trabajadores han perdido su trabajo. El PIB mundial se orienta a un descenso porcentual mayor que nunca desde la Gran Depresión. 1.500 millones de estudiantes –en torno al 90% del total mundial- ha sido afectado por cierres escolares. La mayor parte de las sociedades afrontan actualmente una prolongada recesión economía que arruinará innumerables vidas.

The economic fallout from the Spanish flu was far less dramatic. In the United States, industrial output fell sharply but rebounded within a few months. Retail was barely affected, and businesses did not declare bankruptcy at higher rates than usual. According to the latest econometric analysis, the pandemic of 1918–19 cut the United States’ real GDP and consumption by no more than two percent. The same appears to have been true for most advanced Western economies.
Las pérdidas económicas por la gripe española fueron mucho menos dramáticas. En Estados Unidos, el declive industrial cayó abruptamente pero remontó en muy pocos meses. El pequeño comercio apenas quedó afectado y los negocios no declararon bancarrotas más allá de las tasas normales. De acuerdo con los más recientes análisis económicos, la pandemia de 1918-1919 recortó el PIB estadounidense y el consumo menos del 2%. Lo mismo parece ser cierto para las más avanzadas economías occidentales.

Yet the Spanish flu may turn out to have been far deadlier than the novel coronavirus. It killed at least 550,000 Americans—0.5 percent of the population. Adjusted for population growth over the last century, this would work out to a little under two million deaths today, close to the number predicted in the worst-case, zero-distancing scenario for the coronavirus that Imperial College London published in March. Death rates in 1918–19 were far higher outside of the industrialized world. Worldwide, the Spanish flu carried off 40 million people, or two percent of humanity, equivalent to more than 150 million people today. Even worse, it stalked not only the elderly and infirm but also infants and those in their twenties and thirties. This squeezed the workforce and snuffed out the lives of many who had just started families, leaving behind spouses and children to fend for themselves in a sink-or-swim society.
Pero la gripe española podría resultar haber sido bastante más mortal que el nuevo coronavirus. Mató, al menos, 550.000 estadounidenses, el 0,5% de la población. Ajustando el crecimiento poblacional de los últimos cien años, esto daría un poco menos de dos millones de muertos actualmente, cercano al número previsto en el peor de los casos en un escenario sin distanciamiento social que el Imperial College de Londres publicó en marzo. La tasa de muertes en 1918-19 fue mayor en el mundo no industrializado. A nivel mundial, la gripe española se llevó a 40 millones de personas o el 2% de la población humana, lo que equivaldría a más de 150 millones en la actualidad. Y aún peor, no se limitó a los ancianos y enfermos sino que afectó también a los niños y a los menores de 20 y 30 años. Esto estranguló la fuerza de trabajo y mató a muchos de los que acababan de iniciar una familia dejando esposas e hijos desamparados en una sociedad de sálvese quien pueda.

So why did this ferocious pandemic fail to wreck the economy? The answer is deceptively simple: for the most part, whether by necessity or choice, people barreled through.
¿Entonces por qué esta feroz pandemia no consiguió destruir la economía? La respuesta es lamentablemente simple: la mayor parte, por necesidad o elección, pasó de ella.

Authorities in many countries recommended hand washing and the use of handkerchiefs as face coverings. In the United States, measures varied widely from city to city and state to state, but across the country, local officials closed many schools and large public venues. For the most part, however, nonessential businesses remained open, and customer demand was sufficiently robust to keep them afloat without the help of costly stimulus packages.
La autoridad, en muchos países, recomendó la higiene de manos y el uso de pañuelos como cobertura facial. En Estados Unidos, las medidas variaron ampliamente entre ciudad y ciudad, entre estado y estado, pero a lo largo de todo el país, los responsables oficiales cerraron muchas escuelas y edificios públicos. Para la mayor parte , sin embargo, los negocios no esenciales permanecieron abiertos y la demanda de los clientes fue lo suficientemente robusta para mantenerlos a flote sin necesidad de costosos paquetes de estímulo.

Were the lives of Americans back then worth less than they are today? Only in the most technical sense. In recent years, various U.S. government agencies have set the value of a human life at around $10 million. Estimates in other high-income societies are not far behind. A century ago, no one would have thought of putting similarly hefty price tags on human beings. More to the point, life was shorter overall. In the mid-1910s, mean life expectancy at birth in the United States was only two-thirds of what it is now. Worldwide, it has doubled since.
¿Tenían las vidas de los americanos de entonces menos valor que las de los de ahora?  Solamente en términos técnicos. En años recientes, varias agencias del gobierno americano han cuantificado el valor de una vida humana en torno a los 10 millones de dólares. Las estimaciones en otras sociedades desarrolladas no están muy lejos de esa cifra. Hace cien años, a nadie se le hubiera ocurrido poner un precio de ese volumen a los seres humanos. Es más, la vida humana era mucho más corta. A principios del siglo XX, la esperanza de vida media en Estados Unidos era solo de dos tercios de lo que es ahora. En todo el mundo se ha duplicado.

What is more, a century ago Americans still inhabited a physical and mental universe that had not yet been sanitized by modern science. The older generation would have remembered catastrophic outbreaks of cholera and yellow fever. There were no vaccines for influenza, tuberculosis, tetanus, diphtheria, typhus, measles, or polio, no antibacterial sulfonamide drugs, no penicillin, no antiviral drugs, and no chemotherapy. Wealth offered limited protection at best: more often than not, the rich and poor were in it together.
Es más, hace cien años los americanos aún vivían en una concepción física y mental que aún no había sido higienizada por la ciencia moderna. Las generaciones más mayores aún recordaban estallidos catastróficos de cólera y fiebre amarilla. No había vacunas para la gripe ni para la tuberculosis ni para el tétano ni para la difteria ni el tifus ni la polio, ni había sulfamidas para las bacterias ni penicilina ni antivíricos ni quimioterapia. La riqueza ofrecía una limitada protección a los más ricos: muy frecuentemente ricos y pobres estaban juntos en aquello.

Over the last hundred years, peace, medicine, and prosperity have steered humanity toward greater comfort, safety, and predictability. For the first time in history, the residents of the developed world have good reason to expect science to shield and heal them. To varying degrees, these expectations have also taken hold in developing countries as income and education have expanded, hunger and premature death have receded, and conscription has gone out of fashion. People expect more from life and behave accordingly.
Durante la última centuria, la paz, la medicina y la prosperidad han dirigido la humanidad hacia un mayor confort, seguridad y predictibilidad. Por primera vez en la historia, los habitantes del mundo desarrollado tienen buenas razones para esperar que la ciencia les proteja y cuide. En diferente grado, estas expectativas también aplican a los países en desarrollo mientras los ingresos y la educación han aumentado, el hambre y la muerte prematura han descendido y el tema del servicio militar ya no es habitual. La gente espera más de la vida y se comportan de acuerdo a esas expectativas.

It may be tempting to take the collective embrace of lockdowns and social-distancing measures as signs that higher expectations have made people kinder, ready to shoulder economic burdens in order to protect the elderly, the immunocompromised, and the plain unlucky in their midst. But diligent citizens under lockdown ought to be wary of congratulating themselves for letting the better angels of their nature take flight. Empathy remains in short supply: if Americans really cared about refugees or those affected by their foreign wars, their politics would look quite different. Their kindness does not extend even to their fellow citizens—witness the endless plight of the un- or underinsured and those doomed in so many ways by their ZIP codes.
Es tentador considerar la afición general al confinamiento y las medidas de distancia social como signos de que las mejores expectativas han hecho a la gente más amable, más preparada para soportar las cargas  económicas para así proteger a los mayores, a los débiles y a los desafortunados de su entorno. Pero los diligentes ciudadanos bajo confinamiento deberían cuidarse de congratularse por manifestar así sus mejores atributos morales. La empatía permanece en horas bajas: si los americanos se preocupasen realmente por los refugiados o por aquello afectados por las guerras exteriores, su política sería muy diferente. Su amabilidad no se extiende ni a sus vecinos –siendo testigos de las penurias sin fin de unos- o de los que carecen de seguro médico o de aquellos condenados por su código postal.

Viewed against this unflattering background, the response of many Americans to the pandemic can be more plausibly explained by the fear—unfamiliar in these times of prosperity and science—that the next victim could be a vulnerable spouse, a devoted parent, or a beloved grandparent. It is these personal anxieties and tribal empathies that have sucked the oxygen out of the economy and put lives on hold.
Reconsiderando este entorno tan poco halagador, la respuesta de muchos americanos a la pandemia puede explicarse mejor por el miedo –poco habitual en estas épocas de ciencia y prosperidad- a que la siguiente víctima sea una esposa enfermiza, un pariente apreciado o un querido abuelo. Es esa ansiedad personal y esa empatía tribal la que ha hundido la economía y puesto las vidas en suspenso.

For the first time in history, many in the developed world can afford to give free rein to their anxieties. Even 20 years ago, hardly anybody could have worked or studied from home. Technology alone has made sustained distancing feasible, even tolerable. But not for all. The days when Stanford students braved the same risks to life and limb as today’s cops and cashiers are long gone. Expectations of life have grown across the board, yet more for some than for others.
Por primera vez en la historia, la mayoría del mundo desarrollado ha podido permitirse dar rienda suelta a su ansiedad. Incluso hace 20 años prácticamente nadie podía tele-trabajar o estudiar desde casa. La tecnología por si misma ha hecho el distanciamiento soportable e incluso tolerable. Pero no para todos. Aquellos días en que los estudiantes de Stanford se jugaban la vida como lo hacen hoy policías y cajeros ya han pasado. Las expectativas de vida han crecido en todos los ámbitos, pero más para unos que para otros.

Today, the selective empathy of privilege amplifies existing inequalities. Thanks to Social Security and Medicare, Americans have long been in the habit of transferring wealth from young to old. But now they have taken the more radical step of destroying resources—by shrinking the economy—to safeguard the often few remaining years of those most at risk from COVID-19, the disease caused by the novel coronavirus. Technology renders this gambit least painful for the most protected, those who can hope to ride out the storm from the relative security of their home offices and higher-paying work.
Hoy en día, la empatía selectiva del privilegio amplifica las desigualdades existentes. Gracias a la Seguridad Social y el ‘Medicare’ los americanos se han acostumbrado a transferir la riqueza de los jóvenes a los viejos. Pero ahora han dado un paso radical destruyendo recursos –por el hundimiento de la economía- para salvaguardar los pocos años que les quedan a aquellos con más riesgo por la COVID-19. La tecnología hace que éste movimiento sea menos doloroso para los más protegidos, aquellos que pueden esperar superar la tormenta desde la relativa seguridad de sus oficinas en casa y con un trabajo mejor pagado.

Meanwhile, a large part of society is left behind, mired in unemployment and precarity or stuck in face-to-face jobs that promise ongoing exposure. The young and the poor, already held down by inequality, debt, and fading prospects of social mobility, are bound to pay the heaviest price.
Mientras tanto, una gran parte de la sociedad se queda atrás, reflejándose en el desempleo y la pobreza o estancadas en trabajos cara a cara que llevan a una mayor exposición. Los jóvenes y los pobres, ya tocados por la desigualdad, las deudas y las falsas promesas de movilidad social, van a pagar el precio más alto.

Pundits have yet to tire of predicting how this crisis will change everything. But will the unnerving experience of this pandemic also inspire humanity to review some of the loftier expectations we have nurtured? We must face up to the tradeoffs we are rushing to accept with scant regard for those who can least afford them.
Los expertos aún se han de cansar de predecir cómo esta crisis lo va a cambiar todo. Pero ¿inspirará también la desesperante experiencia de esta pandemia a la humanidad a reconsiderar algunas de las grandes expectativas que hemos alimentado? Debemos reconsiderar esos compromisos que estamos adquiriendo tan rápidamente y con tan poco respeto para con aquellos que no se los pueden permitir.

WALTER SCHEIDEL is Professor of Classics and History at Stanford University.

dijous, 21 de maig del 2020

I've had enough of people clapping for me. The Guardian

I'm an NHS doctor – and I've had enough of people clapping for me
The health service is not a charity and it is not staffed by heroes. It has been run into the ground by successive governments

Anonymous         Thu 21 May 2020 09.31 BST

“Courtesy of Guardian News & Media Ltd”.

I work for the NHS as a doctor. I don’t work “on the frontline” because there isn’t one; I’m not in the army and we aren’t engaged in military combat. But I do work as a consultant on a ward where we have had Covid-19, and colleagues of mine have been very unwell. The requirement to be constantly vigilant and to manage the infection risk makes work more difficult, more stressful, and at times more tragic.

Obviously I carry on going to work – it is my job, one that I enjoy and am being well paid for. I am pleased to have a reason to leave the house. I have a very decent and secure income so count myself extremely lucky.

It would, however, be nice to have clarity about many things, from testing to isolation to proper use of personal protective equipment (PPE). It would also be nice to have worked for the past 10 years in an adequately funded NHS, staffed by people listened to by the government. It would be nice to see appropriate remuneration for the low-paid staff holding the service together, to see that the value of immigrants to the NHS is appreciated, and to have a health service integrated with a functioning social care service.

What I don’t find nice, and I really don’t need, is people clapping. I don’t need rainbows. I don’t care if people clap until their hands bleed with rainbows tattooed on their faces. I don’t even (whisper it) need Colonel Tom, lovely man as he clearly is.

I know many of my colleagues appreciate the clapping, saying that they feel moved and grateful, that the coming together of the community to support the NHS warms the heart. There are others, like me, whose response is that it is a sentimental distraction from the issues facing us.

Even those who liked it at the beginning are becoming wary of the creeping clapping fascism, the competition to make the most obvious and noisiest display, the shaming of non-clappers. Some argue that it unites us, that we’re all in this together. But when, for whatever complex reasons, we hear that poorer areas have double the death rate, with people from ethnic minorities disproportionately affected, I think: are we really in this together? Maybe people should clap a bit louder in inner-city Birmingham than in Surrey.

Are we still allowed to complain about poor resources and potentially unsafe working conditions now we’ve had clapping, rainbows, free doughnuts and a centenarian walking round his garden for us? How dare we?

The NHS is not a charity and it isn’t staffed by heroes. It has been run into the ground by successive governments and now we are reaping the rewards of that neglect, on the background of the public health impact of years of rampant inequality in the UK.

The coronavirus crisis has shone a light on lots of good and bad things in this country. It is of course to be welcomed that key workers, including those for the NHS and social care, are being increasingly valued. I hope the reality is dawning that immigrants and BAME staff are vital to the NHS and we couldn’t manage without them.

But don’t feel you need to clap. Enough with the rainbows. When this ends, people need to show their value of key-working staff in practical ways; pay them enough to be able to live in our cities, and recognise, support and welcome immigrant staff who prop this country up. Listen to the views of NHS workers when they raise concerns, address the culture of blame and bureaucracy. Even my colleagues who still appreciate the clapping will bang a saucepan to that.

dilluns, 18 de maig del 2020

Order of adjectives in English with Tim Dowling

A wonderful short old English learning article.

Order force: the old grammar rule we all obey without realising
Tim Dowling
Tue 13 Sep 2016 18.55 BST

“Courtesy of Guardian News & Media Ltd”.

I had no idea there was a specific order for adjectives until I read a viral post. It was a side-of-the-mallet moment

I regularly have cause to recall a scene from a novel called Madder Music, by Peter de Vries, in which the main character, a writer who specialises in polo, hears a match announcer telling newcomers to the ground that, contrary to popular belief, the ball is struck with the side of the mallet, rather than the end. The writer, having never realised this before, feels obliged to abandon his life’s work on the spot.

It’s a chillingly familiar feeling, although my side-of-the-mallet moments tend to be about writing itself, or at least about language. I was well into my second decade of journalism before I found out that “enormity” is a synonym for monstrosity or wickedness – not hugeness. In practice, you can almost always pretend you meant monstrosity, since huge things are often also monstrous. But that didn’t stop my ears going hot when it was first pointed out to me.

Matthew Anderson
@MattAndersonNYT
Things native English speakers know, bud don’t know we know:
“…adjectives in English absolutely have to be in this order: opinion-size-age-shape-colour-origin-material-purpose Noun. So you can have a lovely little old rectangular green French silver whittling knife. But if you mess with that word order in the slightest you’ll sound like a maniac. It’s an odd thing that every English speaker uses that list, but almost none of us could write it out. And as size comes before colour, green great dragons can’t exist.”

Last week it happened again, when a paragraph from a book called The Elements of Eloquence went viral on social media. The paragraph concerned the order of adjectives – if you’re using more than one adjective before a noun, they are subject to a certain hierarchy. You know it’s proper to say “silly old fool” and wrong to say “old silly fool”, but you might never have thought about why – or if you did you probably imagined it was just some time-honoured convention you picked up by rote. But it isn’t. There’s a rule.

The rule is that multiple adjectives are always ranked accordingly: opinion, size, age, shape, colour, origin, material, purpose. Unlike many laws of grammar or syntax, this one is virtually inviolable, even in informal speech. You simply can’t say My Greek Fat Big Wedding, or leather walking brown boots. And yet until last week, I had no idea such a rule existed.

 Note:
My          big          fat           Greek     wedding                                SIZE / SHAPE / ORIGIN
My          brown     leather   walking  boots                                      COLOUR / MATERIAL/PURPOSE

In this case my ignorance does not constitute a professional emergency, since I doubt I’ve ever put adjectives in the wrong order. If you’re a native speaker, the hierarchy is ingrained in you. Only people trying to learn English actually need to know the rule. But I’ve duly ordered a copy of the book, just in case there’s anything else in there I didn’t know.

Bosh bash bish
In a piece for the BBC, The Elements of Eloquence author Mark Forsyth examines a rare exception to the adjectival hierarchy: the Big Bad Wolf. Bad is opinion, and should therefore come first. However, as Forsyth points out, this phrase is too busy obeying another rule I’d never heard of: the rule of ablaut reduplication.

Other examples of the rule in action include chit-chat, singsong, flipflop and hip-hop. When you shift vowel sounds for effect this way, the vowels always follow a specific order: I, then A, then O. You’d think it was more complicated, that it depended on mood or context, but no, it’s that simple – bosh bash bish.

A needless four-letter word
The Dictionary of American Regional English is trying to encourage podcasters to employ endangered American words and expressions in the hope of preserving them. A list including “fleech” (to wheedle or flatter) and “to spin street yarn” (to gossip) has been drawn up. The problem with endangered words is that no one knows what they mean any more. You can’t chuck them into a conversation without stopping it.

This news comes as the Oxford English Dictionary welcomes the word yolo, among others, into its quarterly update. This strikes me as a little bit hasty – I don’t really fancy yolo’s chances in the long term. We put up with the expression “you only live once” for a long time without anybody deciding it required a dedicated acronym. It was never a terribly profound sentiment, and making it shorter doesn’t help much, unless you need to tattoo it on your knuckles. I think you’d regret the decision in any case – the days when yolo stops a conversation because nobody knows what you’re talking about are coming sooner than you think.

Samples:

Stupid little things
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Little old lady killer
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Little red riding hood
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Thin red line
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Little old fat dog
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Red Russian flag
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Young Russian boy
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Chinese silky dress
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Japanese wooden house
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Italian marble statue
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose
Wonderful new yellow Italian running shoes
Opinion
Size
Age
Shape
Colour
Origin
Material
Purpose

Exceptions:
Big bad wolf:  the rule of ablaut reduplication.

Questions:Italian red wine (Google 504.000 results) Red Italian wine (181.000 results)?

More:


dimarts, 12 de maig del 2020

Sweden’s Coronavirus Strategy Will Soon Be the World’s by N.Karlson, C. Stern & D.B. Klein. Traducción al castellano

Sweden’s Coronavirus Strategy Will Soon Be the World’s
Herd Immunity Is the Only Realistic Option—The Question Is How to Get There Safely
By Nils Karlson, Charlotta Stern, and Daniel B. Klein
May 12, 2020

https://www.foreignaffairs.com/articles/sweden/2020-05-12/swedens-coronavirus-strategy-will-soon-be-worlds

La estrategia sueca frente al coronavirus será pronto la estrategia de todo el planeta.
La inmunidad de rebaño es la única opción realista. La pregunta es cómo llegar a ella de una forma segura.

China placed 50 million people under quarantine in Wuhan Province in January. Since then, many liberal democracies have taken aggressive authoritarian measures of their own to fight the novel coronavirus. By mid-March, almost all Organization for Economic Cooperation and Development (OECD) countries had implemented some combination of school, university, workplace, and public transportation closures; restrictions on public events; and limits on domestic and international travel. One country, however, stands out as an exception in the West.
China puso en enero a 50 millones de personas bajo cuarentena en la provincial de Wuhan. Desde entonces, muchas democracias liberales han puesto en marcha, cada una por su cuenta, agresivas medidas autoritarias para combatir el nuevo coronavirus. Hacia mediados de marzo, casi todos los países miembros de la OCDE han impuesto algún tipo de cierre combinado de escuelas, universidades, lugares de trabajo y transportes públicos; restricciones en eventos públicos; y límites a los viajes internos e internacionales. Un país, sin embargo, se mantiene como excepción en Occidente.

Rather than declare a lockdown or a state of emergency, Sweden asked its citizens to practice social distancing on a mostly voluntary basis. Swedish authorities imposed some restrictions designed to flatten the curve: no public gatherings of more than 50 people, no bar service, distance learning in high schools and universities, and so on. But they eschewed harsh controls, fines, and policing. Swedes have changed their behavior, but not as profoundly as the citizens of other Western democracies. Many restaurants remain open, although they are lightly trafficked; young children are still in school. And in contrast to neighboring Norway (and some Asian countries), Sweden has not introduced location-tracing technologies or apps, thus avoiding threats to privacy and personal autonomy.
En lugar de declarar un confinamiento o un estado de emergencia, Suecia ha pedido a sus ciudadanos que, de forma voluntaria, mantengan un distanciamiento social. Las autoridades suecas impusieron algunas restricciones diseñadas para aplanar la curva: no a reuniones de más de 50 personas, no al servicio de bar, distancia personal en las escuelas superiores y universidades, etc. Pero evitaron duros controles, multas y el acoso policial. Los suecos han cambiado su comportamiento, pero no tan profundamente como los ciudadanos de otras democracias. Muchos restaurantes permanecen abiertos aunque con un trasiego ligeramente inferior; los niños aún siguen en clase. Y en contraste con la vecina Noruega, (y algunos países asíaticos), Suecia no ha introducido apps o tecnologías de seguimiento, y ha evitado, por tanto, la amenaza a la privacidad y autonomía de las personas.

Swedish authorities have not officially declared a goal of reaching herd immunity, which most scientists believe is achieved when more than 60 percent of the population has had the virus. But augmenting immunity is no doubt part of the government’s broader strategy—or at least a likely consequence of keeping schools, restaurants, and most businesses open. Anders Tegnell, the chief epidemiologist at Sweden’s Public Health Agency, has projected that the city of Stockholm could reach herd immunity as early as this month. Based on updated behavioral assumptions (social-distancing norms are changing how Swedes behave), the Stockholm University mathematician Tom Britton has calculated that 40 percent immunity in the capital could be enough to stop the virus’s spread there and that this could happen by mid-June.
Las autoridades suecas no han declarado oficialmente el propósito de alcanzar la inmunidad de grupo, la cual muchos científicos consideran que se obtiene cuando más del 60% de la población ha contraído el virus. Pero aumentar la inmunidad es, sin duda, parte de la amplia estrategia gubernamental –o cuando menos una muy probable consecuencia de mantener escuelas, restaurantes y muchos negocios abiertos. Anders Tegnell, el jefe de epidemiología en la Agencia de Salud Pública Sueca, ha hecho la proyección de que Estocolmo podría alcanzar la inmunidad tan pronto como este mes. Tom Britton, matemático de la Universidad de Estocolmo, basándose en evidencias de comportamiento actualizadas (las normas de distanciamiento social están cambiando el comportamiento de los suecos), ha calculado que, en el caso de  Estocolmo, un 40% de inmunidad sería suficiente para parar la expansión del virus y esto podría tener lugar a mediados de junio.

Sweden has won praise in some quarters for preserving at least some semblance of economic normalcy and keeping its per capita death rate lower than those of Belgium, France, Italy, the Netherlands, Spain, and the United Kingdom. But it has come in for criticism in other quarters for exceeding the per capita death rates of other Nordic countries and in particular, for failing to protect its elderly and immigrant populations. People receiving nursing and elder-care services account for upward of 50 percent of COVID-19 deaths in Sweden, according to Tegnell, in part because many facilities were grievously slow to implement basic protective measures such as mask wearing. Immigrants have also suffered disproportionately, mainly because they are poorer on average and tend to work in the service sector, where working remotely is usually impossible. But Swedish authorities have argued that the country’s higher death rate will appear comparatively lower in hindsight. Efforts to contain the virus are doomed to fail in many countries, and a large percentage of people will be infected in the end. When much of the world experiences a deadly second wave, Sweden will have the worst of the pandemic behind it.
Suecia ha recibido elogios en algunos lugares por preservar alguna semblanza de normalidad económica y mantener la tasa de mortalidad bastante por debajo de Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, España y Reino Unido. Pero otros la han criticado por exceder la tasa de otros países nórdicos y, sobre todo, por fallar en proteger a sus ancianos y los grupos de inmigrantes. La gente que estaba recibiendo cuidados médicos  y gerontológicos han supuesto más del 50% de las muertes por COVID-19 en Suecia, según Tegnell, en parte porque muchos equipamientos han sido extremadamente lentos en implementar medidas básicas de protección como llevar mascarilla. Los inmigrantes, además, han sufrido de forma desproporcionada, principalmente porque son más pobres y en general trabajan en el sector servicios donde el teletrabajo no es factible. Pero las autoridades suecas argumentan que, en perspectiva, esta elevada tasa de mortalidad se verá comparativamente menor cuando todo pase. Los esfuerzos para contener el virus están condenados al fracaso en muchos países y un alto porcentaje de la población se infectará al final. Cuando muchos países experimenten una segunda oleada mortal, Suecia habrá pasado ya lo peor de la pandemia.

Sweden’s response has not been perfect, but it has succeeded in bolstering immunity among the young and the healthy—those at the lowest risk of serious complications from COVID-19—while also flattening the curve. The country’s intensive care units have not been overrun, and hospital staffs, although under strain, have at least not had to juggle additional childcare responsibilities because daycares and lower schools continue to operate.   
La respuesta sueca no ha sido perfecta, pero ha tenido éxito en reforzar la inmunidad entre los jóvenes y los sanos –aquellos con menor riesgo de complicaciones serias con la COVID-19- al mismo tiempo que ha aplanado la curva. Las UCI del país no se han colapsado y las plantillas de los hospitales, aunque sometidas a estrés,  al menos no han tenido que preocuparse adicionalmente por sus responsabilidades familiares ya que las guarderías y las escuelas primarias han continuado abiertas.

Whether or not they have openly embraced the Swedish approach, many other countries are now trying to emulate aspects of it. Both Denmark and Finland have reopened schools for young children. Germany is allowing small shops to reopen. Italy will soon reopen parks, and France has a plan to allow some nonessential businesses to reopen, including farmers’ markets and small museums, as well as schools and daycare centers. In the United States, which has by far the highest absolute number of reported COVID-19 deaths, several states are easing restrictions at the urging of President Donald Trump, who despite bashing the Swedish model, is pushing the country toward something very similar.
Hayan acogido o no con los brazos abiertos el enfoque sueco, otros muchos países están ahora intentando emular algunos de sus aspectos. Tanto Dinamarca como Finlandia han reabierto los colegios de primaria. Alemania está permitiendo a las pequeñas tiendas que reabran. Italia pronto abrirá los parques y Francia tiene un plan para permitir abrir a los negocios no esenciales incluyendo mercados de productos de proximidad y pequeños museos, así como escuelas y guarderías. En Estados Unidos, que tiene de largo el mayor número de muertes declaradas por COVID-19, muchos estados están relajando las restricciones ante las peticiones del presidente Trump quien, pese a criticar el modelo sueco, está empujando al país a una situación muy parecida a la  sueca.

There are good reasons for countries to begin easing their restrictions. It will take several years to tally the total number of deaths, bankruptcies, layoffs, suicides, mental health problems, losses to GDP and investments, and other costs attributable not just to the virus but to the measures used to fight it. It should already be obvious, however, that the economic and social costs of lockdowns are enormous: estimates from the OECD suggest that every month of pandemic-related restrictions will shrink the economies of advanced countries by two percent. France, Germany, Italy, Spain, the United Kingdom, and the United States, according to the OECD, will see their economies shrink by more than 25 percent within a year. Unemployment is rising to levels unheard of since the 1930s—fueling political backlash and deepening social divisions.
Hay buenas razones para que los países empiecen a relajar sus restricciones. Llevará muchos años calcular el número total de muertes, quiebras, despidos, suicidios, problemas mentales, pérdidas en el PIB y en inversiones y muchos otros costes asociados no directamente al virus sino a las medidas empleadas para combatirlo. Debería ser obvio, sin embargo, que los costes económico-sociales del confinamiento son enormes: estimaciones de la OCDE sugieren que cada mes de restricciones por la pandemia hundirá las economías de los países avanzados en un 2%. Francia, Alemania, Italia, España, el Reino Unido y los Estados Unidos, de acuerdo con la OCDE, verán sus economías hundirse en torno a un 25% en un año. El desempleo está alcanzando niveles no vistos desde 1930, alimentando retrocesos políticos y aumentando las divisiones sociales.

Lockdowns are simply not sustainable for the amount of time that it will likely take to develop a vaccine. Letting up will reduce economic, social, and political pressures. It may also allow populations to build an immunity that will end up being the least bad way of fighting COVID-19 in the long run. Much about the disease remains poorly understood, but countries that are locked down now could very well face new and even more severe outbreaks down the road. If these countries follow the Swedish path to herd immunity, the total cost of the pandemic will decrease, and it will likely end sooner.
Simplemente, el confinamiento no es sostenible para todo el tiempo que probablemente se va a tardar en desarrollar una vacuna. Aminorar la marcha reducirá la presión económica, social y política. Puede también permitir a las poblaciones construir una inmunidad que acabará siendo la forma menos mala posible de luchar contra el COVID-19 a largo plazo. Muchos aspectos de la enfermedad aún no se comprenden, pero los países que siguen confinados pueden, muy probablemente, encontrarse frente a nuevos rebrotes  aún más severos. Si estos países siguen el modelo sueco hacia la inmunidad de rebaño, el coste de la pandemia podría reducirse y, probablemente, acabar antes.

Sweden’s approach to COVID-19 reflects the country’s distinctive culture, and aspects of it may not be easy to replicate elsewhere. In particular, reliance on official recommendations and individual responsibility may not travel well beyond Scandinavia. Sweden is a special country characterized by high levels of trust—not just between people but between people and government institutions. Swedes were primed to take voluntary recommendations seriously in a way that citizens of other nations may not be.
El enfoque sueco frente a la COVID-19 refleja una cultura específica, aspectos de la cual pueden no ser fácilmente replicados en otros lugares. Especialmente, la confianza en las recomendaciones oficiales y la responsabilidad individual puede que no vayan mucho más allá de Escandinavia. Suecia es un país muy especial caracterizado por altos niveles de confianza –no solo entre las personas, sino también entre las personas y las instituciones gubernamentales. Los suecos estaban preparados para tomar en serio y voluntariamente una serie de recomendaciones de un modo que, ciudadanos de otros países, podrían no ser capaces.

Swedes are also generally healthier than citizens of many other countries, so additional precautions may be necessary to protect the infirm in other parts of the world. Countries lifting restrictions should also learn from Sweden’s missteps when it comes to the elderly and immigrants: masks and other protective equipment should be made immediately available in nursing homes, and greater emphasis should be placed on protecting service-sector workers who are at higher risk because of age or infirmity. But the emphasis must be on helping at-risk people stay safe and out of harm’s way, not locking entire societies down.
El nivel de salud sueco es, en general, mejor que el de otros muchos países, así que serían necesarias precauciones adicionales para la protección de aquellos más debiluchos en otras partes del mundo. Los países que empiezan a levantar sus restricciones podría aprender de los errores suecos en lo tocante a ancianos e inmigrantes: máscaras y otros equipos de protección han de estar inmediatamente a disposición del personal sanitario y se ha de poner especial énfasis en proteger los obreros del sector servicios que están en riesgo por su edad o estado de salud. Pero el énfasis ha de estar en ayudar que los que están en riesgo queden sanos y salvos, no en confinar la sociedad en su totalidad.

As scientists learn more about the virus and authorities develop new and better ways to work around the contagion—altering the parameters for calculating herd immunity to account for behavioral changes, for instance—the justification for general lockdowns grows weaker and weaker. Even in places like the United States and the United Kingdom, where the pool of at-risk people is much larger, the cost of protecting these people is much lower than forcing everyone to stay home. Managing the path to herd immunity means, above all, protecting the vulnerable. Sweden learned that the hard way, but the situation there is now under control.
Mientras los científicos aprenden más sobre el virus y las autoridades desarrollan nuevas y mejores maneras de trabajar junto al contagio –alterando los parámetros de cálculo de la inmunidad de rebaño considerando los cambios de comportamiento, por ejemplo- la justificación de los confinamientos masivos deviene más y más débil. Incluso en lugares como los Estados Unidos o el Reino Unido, donde el grupo de personas en riesgo es mucho mayor, el coste de proteger a esas personas es mucho menor que forzar a todo el mundo a quedarse en casa. Gestionar la vía de la inmunidad de grupo significa, sobre todo, proteger a los vulnerables. Suecia lo ha aprendido de una manera dura pero la situación actual está bajo control.

As the pain of national lockdowns grows intolerable and countries realize that managing—rather than defeating—the pandemic is the only realistic option, more and more of them will begin to open up. Smart social distancing to keep health-care systems from being overwhelmed, improved therapies for the afflicted, and better protections for at-risk groups can help reduce the human toll. But at the end of the day, increased—and ultimately, herd—immunity may be the only viable defense against the disease, so long as vulnerable groups are protected along the way. Whatever marks Sweden deserves for managing the pandemic, other nations are beginning to see that it is ahead of the curve.
A medida que el sufrimiento por los confinamientos nacionales se vuelve intolerable y los países se dan cuenta que gestionar –más que intentar derrotar- la pandemia es la única opción realista, más y más de ellos empiezan a abrirse. Inteligentes distanciamientos sociales para mantener el sistema sanitario lejos de la saturación, mejora de las terapias para los afectados, y mejores protecciones para los grupos de riesgo puede reducir el peaje de vidas humanas. Pero, al final, por encima de todo, aumentar la inmunidad de rebaño puede ser la única defensa eficaz contra la enfermedad siempre y cuando los grupos vulnerables queden protegidos en el proceso. Cualquiera que sea la nota que Suecia merezca por gestionar la pandemia, las otras naciones están empezando a ver que está por delante de la curva.

AUTHOR BIO
NILS KARLSON is Professor of Political Science at Linköping University and President and CEO of the Ratio Institute.
CHARLOTTA STERN is Professor of Sociology in Work and Organization at Stockholm University and Deputy CEO of the Ratio Institute.
DANIEL B. KLEIN is Professor of Economics and JIN Chair at the Mercatus Center at George Mason University and Associate Fellow of the Ratio Institute.

dimecres, 6 de maig del 2020

Millions predicted to develop tuberculosis as result of Covid-19 lockdown by Liz Ford. Traducción al castellano.

Millions predicted to develop tuberculosis as result of Covid-19 lockdown
Se prevé que millones de personas desarrollarán la tuberculosis como resultado del confinamiento
By Liz Ford

“Courtesy of Guardian News & Media Ltd”.


With attention focused on coronavirus, undiagnosed and untreated TB cases will cause 1.4 million to die, research suggests
Una investigación plantea que, con la atención centrada en el coronavirus, los casos no diagnosticados y no tratados causarán 1,4 millones de muertes

The head of a global partnership to end tuberculosis (TB) said she is “sickened” by research that revealed millions more people are expected to contract the disease as a result of Covid-19 restrictions.
La directora de una alianza global para acabar con la tuberculosis ha dicho que le pone enferma lo revelado por  una investigación en el sentido de que se espera que millones de personas contraigan la enfermedad como resultado del confinamiento por COVID-19.

Up to 6.3 million more people are predicted to develop TB between now and 2025 and 1.4 million more people are expected to die as cases go undiagnosed and untreated during lockdown. This will set back global efforts to end TB by five to eight years.
Hasta 6,3 millones de personas se predice que desarrollarán la tuberculosis entre 2020 y 2025 y 1,4 millones más se espera que mueran por casos no diagnosticados y no tratados durante el confinamiento. Eso hará que los esfuerzos globales en la lucha contra la tuberculosis se retrasen entre cinco y ocho años.

“The fact that we’ve rolled back to 2013 figures and we have so many people dying, this for me is sickening,” said Lucica Ditiu, executive director of the Stop TB Partnership. “I am outraged that just by not being able to control what we do … and forgetting about programmes that exist we lose so much, starting with the loss of the lives of people.”
“Me pone enferma el hecho de que hayamos retrocedido a los números de 2013 y tengamos tanta gente muriendo” ha dicho Luica Ditiu, directora ejecutiva de la Alianza Stop Tuberculosis. “Estoy indignada por el hecho de que no pudiendo controlar lo que hacemos… y olvidándonos de los programas existentes vamos a perder mucho, empezando por la pérdida de vidas humanas.”

There is currently no TB vaccine for adults, only one for children.
Por el momento no hay vacuna anti-tuberculosis para adultos, solamente la hay para niños.

“I have to say we look from the TB community in a sort of puzzled way because TB has been around for thousands of years,” Ditiu said. “For 100 years we have had a vaccine and we have two or three potential vaccines in the pipeline. We need around half a billion [people] to get the vaccine by 2027 and we look in amazement on a disease that … is 120 days old and it has 100 vaccine candidates in the pipeline. So I think this world, sorry for my French, is really fucked up,” she said.
“Tengo que decir que, desde el punto de vista de los afectados por la tuberculosis, lo vemos todo con una gran confusión porque la tuberculosis ha estado ahí durante miles de años” dice Ditiu. En 100 años hemos desarrollado una vacuna y tenemos dos o tres en proyecto. Necesitamos alrededor de 500.000 personas para obtener la vacuna hacia 2027 y vemos con sorpresa una enfermedad que,…tiene 120 días y 100 proyectos de vacuna. Así que creo que este mundo, lo siento por mi francés, está realmente jodido”.

“The fear we have in the community is that researchers are heading towards just developing a vaccine for Covid. That’s on the agenda of everyone now and very few remain focused on the others [diseases]. We don’t have a vaccine for TB, we don’t have a vaccine for HIV, we don’t have a vaccine for malaria and out of all this, TB is the oldest. So why this reaction? I think because we are a world of idiots. What can I say?”
El miedo que tenemos es que los investigadores cambien su orientación hacia el desarrollo de vacunas para la COVID. Ahora esto está en la agenda de todos y muy pocos permanecen centrados en otras enfermedades. No tenemos una vacuna para la tuberculosis, ni para el SIDA, ni para la malaria y, de entre todas estas enfermedades, la tuberculosis es la más antigua. Así que, ¿por qué esta reacción? Creo que porque somos un mundo de idiotas. ¿Qué puedo decir?

The figures, published on Wednesday, are based on a three-month lockdown and a 10-month period of restoring services after lockdown is lifted.
Los datos, publicados el miércoles, están basados en un confinamiento de tres meses y considerando un período de recuperación de los servicios, una vez levantado el confinamiento, de diez meses.

The research was commissioned by the Stop TB Partnership in collaboration with Imperial College London, Avenir Health and Johns Hopkins University. It was modelled on data drawn from rapid assessments of the impact of the coronavirus on TB services in countries with some of the highest number of cases.
El análisis fue encargado por la Alianza Stop Tuberculosis en colaboración con el Imperial College de Londres, la Avenir Health y la Universidad Johns Hopkins. Fue diseñado a partir de datos esbozados a partir de las primeras impresiones del impacto del coronavirus sobre los servicios que tratan la tuberculosis en los países con mayor número de casos.

TB kills 1.5 million people a year, more than any other infectious disease.
La tuberculosis mata 1,5 millones de personas al año, más que cualquier otra enfermedad infecciosa

The past few years have seen a steady decline in cases as a result of more services to treat the disease and prevent its spread.
En los últimos años se había visto un importante descenso de los casos como resultado del aumento de servicios en el tratamiento y prevención del desarrollo de la enfermedad.

Five years ago, world leaders pledged to end the TB epidemic by 2030. At a high-level meeting in 2018, they promised to scale up their response, including doubling funding by 2022.
Hace cinco años, los líderes mundiales se comprometieron a acabar con la tuberculosis en 2020. En una reunión de alto nivel en 2018 prometieron aumentar la respuesta  de los países incluyendo duplicar los fondos en 2022