dimarts, 12 de maig del 2020

Sweden’s Coronavirus Strategy Will Soon Be the World’s by N.Karlson, C. Stern & D.B. Klein. Traducción al castellano

Sweden’s Coronavirus Strategy Will Soon Be the World’s
Herd Immunity Is the Only Realistic Option—The Question Is How to Get There Safely
By Nils Karlson, Charlotta Stern, and Daniel B. Klein
May 12, 2020

https://www.foreignaffairs.com/articles/sweden/2020-05-12/swedens-coronavirus-strategy-will-soon-be-worlds

La estrategia sueca frente al coronavirus será pronto la estrategia de todo el planeta.
La inmunidad de rebaño es la única opción realista. La pregunta es cómo llegar a ella de una forma segura.

China placed 50 million people under quarantine in Wuhan Province in January. Since then, many liberal democracies have taken aggressive authoritarian measures of their own to fight the novel coronavirus. By mid-March, almost all Organization for Economic Cooperation and Development (OECD) countries had implemented some combination of school, university, workplace, and public transportation closures; restrictions on public events; and limits on domestic and international travel. One country, however, stands out as an exception in the West.
China puso en enero a 50 millones de personas bajo cuarentena en la provincial de Wuhan. Desde entonces, muchas democracias liberales han puesto en marcha, cada una por su cuenta, agresivas medidas autoritarias para combatir el nuevo coronavirus. Hacia mediados de marzo, casi todos los países miembros de la OCDE han impuesto algún tipo de cierre combinado de escuelas, universidades, lugares de trabajo y transportes públicos; restricciones en eventos públicos; y límites a los viajes internos e internacionales. Un país, sin embargo, se mantiene como excepción en Occidente.

Rather than declare a lockdown or a state of emergency, Sweden asked its citizens to practice social distancing on a mostly voluntary basis. Swedish authorities imposed some restrictions designed to flatten the curve: no public gatherings of more than 50 people, no bar service, distance learning in high schools and universities, and so on. But they eschewed harsh controls, fines, and policing. Swedes have changed their behavior, but not as profoundly as the citizens of other Western democracies. Many restaurants remain open, although they are lightly trafficked; young children are still in school. And in contrast to neighboring Norway (and some Asian countries), Sweden has not introduced location-tracing technologies or apps, thus avoiding threats to privacy and personal autonomy.
En lugar de declarar un confinamiento o un estado de emergencia, Suecia ha pedido a sus ciudadanos que, de forma voluntaria, mantengan un distanciamiento social. Las autoridades suecas impusieron algunas restricciones diseñadas para aplanar la curva: no a reuniones de más de 50 personas, no al servicio de bar, distancia personal en las escuelas superiores y universidades, etc. Pero evitaron duros controles, multas y el acoso policial. Los suecos han cambiado su comportamiento, pero no tan profundamente como los ciudadanos de otras democracias. Muchos restaurantes permanecen abiertos aunque con un trasiego ligeramente inferior; los niños aún siguen en clase. Y en contraste con la vecina Noruega, (y algunos países asíaticos), Suecia no ha introducido apps o tecnologías de seguimiento, y ha evitado, por tanto, la amenaza a la privacidad y autonomía de las personas.

Swedish authorities have not officially declared a goal of reaching herd immunity, which most scientists believe is achieved when more than 60 percent of the population has had the virus. But augmenting immunity is no doubt part of the government’s broader strategy—or at least a likely consequence of keeping schools, restaurants, and most businesses open. Anders Tegnell, the chief epidemiologist at Sweden’s Public Health Agency, has projected that the city of Stockholm could reach herd immunity as early as this month. Based on updated behavioral assumptions (social-distancing norms are changing how Swedes behave), the Stockholm University mathematician Tom Britton has calculated that 40 percent immunity in the capital could be enough to stop the virus’s spread there and that this could happen by mid-June.
Las autoridades suecas no han declarado oficialmente el propósito de alcanzar la inmunidad de grupo, la cual muchos científicos consideran que se obtiene cuando más del 60% de la población ha contraído el virus. Pero aumentar la inmunidad es, sin duda, parte de la amplia estrategia gubernamental –o cuando menos una muy probable consecuencia de mantener escuelas, restaurantes y muchos negocios abiertos. Anders Tegnell, el jefe de epidemiología en la Agencia de Salud Pública Sueca, ha hecho la proyección de que Estocolmo podría alcanzar la inmunidad tan pronto como este mes. Tom Britton, matemático de la Universidad de Estocolmo, basándose en evidencias de comportamiento actualizadas (las normas de distanciamiento social están cambiando el comportamiento de los suecos), ha calculado que, en el caso de  Estocolmo, un 40% de inmunidad sería suficiente para parar la expansión del virus y esto podría tener lugar a mediados de junio.

Sweden has won praise in some quarters for preserving at least some semblance of economic normalcy and keeping its per capita death rate lower than those of Belgium, France, Italy, the Netherlands, Spain, and the United Kingdom. But it has come in for criticism in other quarters for exceeding the per capita death rates of other Nordic countries and in particular, for failing to protect its elderly and immigrant populations. People receiving nursing and elder-care services account for upward of 50 percent of COVID-19 deaths in Sweden, according to Tegnell, in part because many facilities were grievously slow to implement basic protective measures such as mask wearing. Immigrants have also suffered disproportionately, mainly because they are poorer on average and tend to work in the service sector, where working remotely is usually impossible. But Swedish authorities have argued that the country’s higher death rate will appear comparatively lower in hindsight. Efforts to contain the virus are doomed to fail in many countries, and a large percentage of people will be infected in the end. When much of the world experiences a deadly second wave, Sweden will have the worst of the pandemic behind it.
Suecia ha recibido elogios en algunos lugares por preservar alguna semblanza de normalidad económica y mantener la tasa de mortalidad bastante por debajo de Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, España y Reino Unido. Pero otros la han criticado por exceder la tasa de otros países nórdicos y, sobre todo, por fallar en proteger a sus ancianos y los grupos de inmigrantes. La gente que estaba recibiendo cuidados médicos  y gerontológicos han supuesto más del 50% de las muertes por COVID-19 en Suecia, según Tegnell, en parte porque muchos equipamientos han sido extremadamente lentos en implementar medidas básicas de protección como llevar mascarilla. Los inmigrantes, además, han sufrido de forma desproporcionada, principalmente porque son más pobres y en general trabajan en el sector servicios donde el teletrabajo no es factible. Pero las autoridades suecas argumentan que, en perspectiva, esta elevada tasa de mortalidad se verá comparativamente menor cuando todo pase. Los esfuerzos para contener el virus están condenados al fracaso en muchos países y un alto porcentaje de la población se infectará al final. Cuando muchos países experimenten una segunda oleada mortal, Suecia habrá pasado ya lo peor de la pandemia.

Sweden’s response has not been perfect, but it has succeeded in bolstering immunity among the young and the healthy—those at the lowest risk of serious complications from COVID-19—while also flattening the curve. The country’s intensive care units have not been overrun, and hospital staffs, although under strain, have at least not had to juggle additional childcare responsibilities because daycares and lower schools continue to operate.   
La respuesta sueca no ha sido perfecta, pero ha tenido éxito en reforzar la inmunidad entre los jóvenes y los sanos –aquellos con menor riesgo de complicaciones serias con la COVID-19- al mismo tiempo que ha aplanado la curva. Las UCI del país no se han colapsado y las plantillas de los hospitales, aunque sometidas a estrés,  al menos no han tenido que preocuparse adicionalmente por sus responsabilidades familiares ya que las guarderías y las escuelas primarias han continuado abiertas.

Whether or not they have openly embraced the Swedish approach, many other countries are now trying to emulate aspects of it. Both Denmark and Finland have reopened schools for young children. Germany is allowing small shops to reopen. Italy will soon reopen parks, and France has a plan to allow some nonessential businesses to reopen, including farmers’ markets and small museums, as well as schools and daycare centers. In the United States, which has by far the highest absolute number of reported COVID-19 deaths, several states are easing restrictions at the urging of President Donald Trump, who despite bashing the Swedish model, is pushing the country toward something very similar.
Hayan acogido o no con los brazos abiertos el enfoque sueco, otros muchos países están ahora intentando emular algunos de sus aspectos. Tanto Dinamarca como Finlandia han reabierto los colegios de primaria. Alemania está permitiendo a las pequeñas tiendas que reabran. Italia pronto abrirá los parques y Francia tiene un plan para permitir abrir a los negocios no esenciales incluyendo mercados de productos de proximidad y pequeños museos, así como escuelas y guarderías. En Estados Unidos, que tiene de largo el mayor número de muertes declaradas por COVID-19, muchos estados están relajando las restricciones ante las peticiones del presidente Trump quien, pese a criticar el modelo sueco, está empujando al país a una situación muy parecida a la  sueca.

There are good reasons for countries to begin easing their restrictions. It will take several years to tally the total number of deaths, bankruptcies, layoffs, suicides, mental health problems, losses to GDP and investments, and other costs attributable not just to the virus but to the measures used to fight it. It should already be obvious, however, that the economic and social costs of lockdowns are enormous: estimates from the OECD suggest that every month of pandemic-related restrictions will shrink the economies of advanced countries by two percent. France, Germany, Italy, Spain, the United Kingdom, and the United States, according to the OECD, will see their economies shrink by more than 25 percent within a year. Unemployment is rising to levels unheard of since the 1930s—fueling political backlash and deepening social divisions.
Hay buenas razones para que los países empiecen a relajar sus restricciones. Llevará muchos años calcular el número total de muertes, quiebras, despidos, suicidios, problemas mentales, pérdidas en el PIB y en inversiones y muchos otros costes asociados no directamente al virus sino a las medidas empleadas para combatirlo. Debería ser obvio, sin embargo, que los costes económico-sociales del confinamiento son enormes: estimaciones de la OCDE sugieren que cada mes de restricciones por la pandemia hundirá las economías de los países avanzados en un 2%. Francia, Alemania, Italia, España, el Reino Unido y los Estados Unidos, de acuerdo con la OCDE, verán sus economías hundirse en torno a un 25% en un año. El desempleo está alcanzando niveles no vistos desde 1930, alimentando retrocesos políticos y aumentando las divisiones sociales.

Lockdowns are simply not sustainable for the amount of time that it will likely take to develop a vaccine. Letting up will reduce economic, social, and political pressures. It may also allow populations to build an immunity that will end up being the least bad way of fighting COVID-19 in the long run. Much about the disease remains poorly understood, but countries that are locked down now could very well face new and even more severe outbreaks down the road. If these countries follow the Swedish path to herd immunity, the total cost of the pandemic will decrease, and it will likely end sooner.
Simplemente, el confinamiento no es sostenible para todo el tiempo que probablemente se va a tardar en desarrollar una vacuna. Aminorar la marcha reducirá la presión económica, social y política. Puede también permitir a las poblaciones construir una inmunidad que acabará siendo la forma menos mala posible de luchar contra el COVID-19 a largo plazo. Muchos aspectos de la enfermedad aún no se comprenden, pero los países que siguen confinados pueden, muy probablemente, encontrarse frente a nuevos rebrotes  aún más severos. Si estos países siguen el modelo sueco hacia la inmunidad de rebaño, el coste de la pandemia podría reducirse y, probablemente, acabar antes.

Sweden’s approach to COVID-19 reflects the country’s distinctive culture, and aspects of it may not be easy to replicate elsewhere. In particular, reliance on official recommendations and individual responsibility may not travel well beyond Scandinavia. Sweden is a special country characterized by high levels of trust—not just between people but between people and government institutions. Swedes were primed to take voluntary recommendations seriously in a way that citizens of other nations may not be.
El enfoque sueco frente a la COVID-19 refleja una cultura específica, aspectos de la cual pueden no ser fácilmente replicados en otros lugares. Especialmente, la confianza en las recomendaciones oficiales y la responsabilidad individual puede que no vayan mucho más allá de Escandinavia. Suecia es un país muy especial caracterizado por altos niveles de confianza –no solo entre las personas, sino también entre las personas y las instituciones gubernamentales. Los suecos estaban preparados para tomar en serio y voluntariamente una serie de recomendaciones de un modo que, ciudadanos de otros países, podrían no ser capaces.

Swedes are also generally healthier than citizens of many other countries, so additional precautions may be necessary to protect the infirm in other parts of the world. Countries lifting restrictions should also learn from Sweden’s missteps when it comes to the elderly and immigrants: masks and other protective equipment should be made immediately available in nursing homes, and greater emphasis should be placed on protecting service-sector workers who are at higher risk because of age or infirmity. But the emphasis must be on helping at-risk people stay safe and out of harm’s way, not locking entire societies down.
El nivel de salud sueco es, en general, mejor que el de otros muchos países, así que serían necesarias precauciones adicionales para la protección de aquellos más debiluchos en otras partes del mundo. Los países que empiezan a levantar sus restricciones podría aprender de los errores suecos en lo tocante a ancianos e inmigrantes: máscaras y otros equipos de protección han de estar inmediatamente a disposición del personal sanitario y se ha de poner especial énfasis en proteger los obreros del sector servicios que están en riesgo por su edad o estado de salud. Pero el énfasis ha de estar en ayudar que los que están en riesgo queden sanos y salvos, no en confinar la sociedad en su totalidad.

As scientists learn more about the virus and authorities develop new and better ways to work around the contagion—altering the parameters for calculating herd immunity to account for behavioral changes, for instance—the justification for general lockdowns grows weaker and weaker. Even in places like the United States and the United Kingdom, where the pool of at-risk people is much larger, the cost of protecting these people is much lower than forcing everyone to stay home. Managing the path to herd immunity means, above all, protecting the vulnerable. Sweden learned that the hard way, but the situation there is now under control.
Mientras los científicos aprenden más sobre el virus y las autoridades desarrollan nuevas y mejores maneras de trabajar junto al contagio –alterando los parámetros de cálculo de la inmunidad de rebaño considerando los cambios de comportamiento, por ejemplo- la justificación de los confinamientos masivos deviene más y más débil. Incluso en lugares como los Estados Unidos o el Reino Unido, donde el grupo de personas en riesgo es mucho mayor, el coste de proteger a esas personas es mucho menor que forzar a todo el mundo a quedarse en casa. Gestionar la vía de la inmunidad de grupo significa, sobre todo, proteger a los vulnerables. Suecia lo ha aprendido de una manera dura pero la situación actual está bajo control.

As the pain of national lockdowns grows intolerable and countries realize that managing—rather than defeating—the pandemic is the only realistic option, more and more of them will begin to open up. Smart social distancing to keep health-care systems from being overwhelmed, improved therapies for the afflicted, and better protections for at-risk groups can help reduce the human toll. But at the end of the day, increased—and ultimately, herd—immunity may be the only viable defense against the disease, so long as vulnerable groups are protected along the way. Whatever marks Sweden deserves for managing the pandemic, other nations are beginning to see that it is ahead of the curve.
A medida que el sufrimiento por los confinamientos nacionales se vuelve intolerable y los países se dan cuenta que gestionar –más que intentar derrotar- la pandemia es la única opción realista, más y más de ellos empiezan a abrirse. Inteligentes distanciamientos sociales para mantener el sistema sanitario lejos de la saturación, mejora de las terapias para los afectados, y mejores protecciones para los grupos de riesgo puede reducir el peaje de vidas humanas. Pero, al final, por encima de todo, aumentar la inmunidad de rebaño puede ser la única defensa eficaz contra la enfermedad siempre y cuando los grupos vulnerables queden protegidos en el proceso. Cualquiera que sea la nota que Suecia merezca por gestionar la pandemia, las otras naciones están empezando a ver que está por delante de la curva.

AUTHOR BIO
NILS KARLSON is Professor of Political Science at Linköping University and President and CEO of the Ratio Institute.
CHARLOTTA STERN is Professor of Sociology in Work and Organization at Stockholm University and Deputy CEO of the Ratio Institute.
DANIEL B. KLEIN is Professor of Economics and JIN Chair at the Mercatus Center at George Mason University and Associate Fellow of the Ratio Institute.

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